¡®Santa Gilda¡¯, el mito de la cumbia Argentina, acumula devotos
Una multitud peregrina al santuario de la cantante a 20 a?os de su muerte

El 7 de septiembre es una fecha clave para el pante¨®n pagano de Argentina. Cientos de devotos peregrinan en este d¨ªa al santuario de la cantante de cumbia Myriam Alejandra Bianchi, Gilda, para pedirle curas y milagros o agradecerle los que ya les ha concedido. Flores, estampitas y mensajes decoran el punto de la carretera en el que 20 a?os atr¨¢s un cami¨®n embisti¨® de frente al autob¨²s en el que viajaba con su banda rumbo a un concierto en la provincia de Entre R¨ªos. Fallecieron 7 personas: Gilda, su hija Mariel, su madre, el conductor y tres m¨²sicos. Dos d¨¦cadas despu¨¦s de su muerte, la devoci¨®n popular por la ¡®santa bailantera¡¯ se cruza con el mito musical de una mujer valiente que rompi¨® los moldes del baile tropical y sus admiradores aseguran que ¡°sigue y seguir¨¢ viva por siempre¡±.
Hoy, un nuevo accidente a unos 60 kil¨®metros de all¨ª, en el puente m¨¢s largo de Argentina, bloque¨® el paso durante horas e impidi¨® que muchos fieles de Buenos Aires cumpliesen con el peregrinaje anual. La mayor¨ªa opt¨® por dirigirse hacia otro de los lugares de culto, el cementerio de Chacarita de la capital argentina, donde reposan los restos de la artista. Sus fans tomaron mate frente al nicho, escucharon sus canciones y han colocado una caja para depositar cartas o mensajes que har¨¢n llegar al santuario. Uno de los primeros en acercarse fue Toribio Puy, quien camina con ayuda de muletas. Le acaba de pedir a Gilda que le vaya bien la operaci¨®n que tiene el viernes. ¡°La quiero a Gilda, amo su m¨²sica y creo en ella¡±, dice emocionado.
La artista negaba tener dotes curativas, pero s¨ª cre¨ªa en las de la m¨²sica. Casada y con dos hijos, decidi¨® a los 30 a?os renunciar a su trabajo como maestra de guarder¨ªa para cumplir el sue?o de ser cantante. Sus sacrificios para triunfar sobre los escenarios ¨Cen los que no encajaba con su f¨ªsico sin curvas- y superar su ruptura matrimonial se colaron en las letras de sus canciones y dieron fuerza a una multitud de admiradores para enfrentarse a dificultades. ¡°Si el poder de mi m¨²sica te puede ayudar, bienvenida sea mi m¨²sica¡±, repiti¨® en varias ocasiones. A esas palabras se aferra desde hace 20 a?os Rosana Sandra Saraceni que, a?o tras a?o y ¡°con lluvia o sol¡±, viaja en bicicleta hasta el santuario. ¡°Me ha concedido todos mis pedidos. A m¨ª y a toda mi familia¡±, asegura Rosana al enumerar un rosario de enfermedades superadas. A diferencia de los autom¨®viles, que tuvieron restringido el paso toda la ma?ana por el accidente, esta mujer de 52 a?os logr¨® cruzar el puente cortado en direcci¨®n a su destino.

Mientras dura la espera frente al puente, Sergio Yuzzio, un camionero que recorre esa carretera desde hace 26 a?os, recuerda la noche del siniestro de Gilda: "Llov¨ªa much¨ªsimo, no se ve¨ªa nada". Pas¨® por el lugar pocas horas despu¨¦s del choque -rumbo a Buenos Aires, cargado de fruta- y ya estaba lleno de gente. Al d¨ªa siguiente, cuando volvi¨® hacia Concordia, "hab¨ªa miles de personas". Otro camionero cuestiona los poderes sobrenaturales de Gilda, mientras que un tercero agrega que ¨¦l siempre hace sonar la bocina cuando pasa frente al santuario "para pedirle protecci¨®n".
El primer testimonio de la fe popular se remonta a 1994, cuando la cantante se fij¨® en una ni?a que lloraba a pie del escenario. ¡°Es porque desafin¨¢s¡±, se burlaron los m¨²sicos. Al terminar el concierto, la peque?a se acerc¨® y la mujer mayor que iba con ella le cont¨® que su madre hab¨ªa estado al borde de la muerte y se cur¨® al escuchar repetidas veces su tema Baila esta cumbia. La acompa?ante insisti¨® para que le tocase la cabeza, convencida de que as¨ª le curar¨ªa la diabetes. La creencia se ha multiplicado tras su muerte y son innumerables las personas que creen que Gilda ha intercedido por ellos desde el m¨¢s all¨¢.
¡°Es creer o reventar¡±, asegura Hugo Alejandro, uno de los devotos que hoy ha viajado al santuario desde la ciudad entrerriana de Col¨®n, al norte. La cantante se le apareci¨® en una mancha de humedad en su casa y cree que es ¡°un ¨¢ngel¡± que protege a quienes se lo piden. Comparte su opini¨®n Alejandro Margulis, autor de Santa Gilda. Cree que la cantante es una santa popular a la par que otras figuras veneradas en el pa¨ªs, como el Gauchito Gil, considerado el protector de los camioneros, o el cura Brochero, a punto de ser canonizado por el Papa Francisco. ¡°Una antrop¨®loga noruega hizo una tesis acerca de lo que llama los muertos vivientes. La gente piensa que Gilda sigue viva, como un ¨¢ngel de la guarda¡±, opina Margulis.
Sus fans relacionan su m¨²sica y su figura con una magia m¨ªstica y poderosa. Sus canciones se escuchan en todos lados: en fiestas, en bodas, en campos de f¨²tbol e incluso en la Casa Rosada, cuando Mauricio Macri bail¨® uno de sus temas durante su asunci¨®n como presidente. El mito revive ahora en la piel de Natalia Oreiro en la pel¨ªcula dirigida por Lorena Mu?oz. Fuera de las pantallas, quiz¨¢s est¨¢, tal y como vaticin¨® en una de sus canciones, "entre el cielo y la tierra".
Bailes, disfraces y velas alrededor del autob¨²s
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Una larga fila de coches al lado de la carretera y m¨²sica de Gilda a todo volumen hace imposible pasar por alto hoy el Santuario de los Milagros erigido por Carlos Maza a la santa bailantera como promesa por haber curado a su hijo. Nadie de los reunidos all¨ª llora su muerte, sino que celebra la vida con bailes, bebida y el cl¨¢sico choripan argentino, mientras algunos miran con ojos hambrientos el cordero que se asa a ritmo lento.
Por todos lados pueden verse fotograf¨ªas de la cantante, rodeadas de las ofrendas m¨¢s variopintas: las tradicionales flores se mezclan con matr¨ªculas de veh¨ªculos siniestrados, gorras, pa?uelos, esculturas de v¨ªrgenes cat¨®licas, licores, fundas de m¨®vil e incluso un altar al Gauchito Gil. Dentro de la ermita -que hace tres meses estaba bajo el agua- se mantiene el eclecticismo y el altar con fotograf¨ªas, flores y mensajes de "Gracias Gilda" comparten espacio con p¨®sters de la discoteca Ibiza, ya que organiz¨® una fiesta para recaudar fondos para el santuario.
La admiraci¨®n por Gilda es tal que un par de mujeres optan por disfrazarse como su ¨ªdolo, con una t¨²nica azul y flores en el pelo y las manos, tal y como fue retratada en su disco Coraz¨®n valiente. Una de ellas es Julia Zacar¨ªas, que saluda y sonr¨ªe con ternura a los ni?os que gritan "Gilda, te amo", al verla pasar.
El autob¨²s en el que se estrell¨® la banda tropical permanece en el lugar. Se aprecia todav¨ªa? la parte delantera totalmente destruida, en la que viajaba Gilda, pero su interior es ahora el lugar favorito de los chicos. Juegan al escondite, saltan, cantan y al pasar por delante del veh¨ªculo encienden tambi¨¦n velas a la mujer a la que veneran sus padres.
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