Luto y terapia de Nick Cave
'Skeleton tree' reincide en asuntos frecuentes en el cancionero de Nick; solo que aqu¨ª se acorta la distancia entre el autor y sus personajes
Artista:?Nick Cave and the Bad Seeds
Disco: Skeleton Tree
Sello: Bad Seed Ltd.
Calificaci¨®n:? 6 sobre 10.
Hasta d¨®nde sabemos, as¨ª fue la secuencia. A su modo pulcro y laborioso, Nick Cave estaba confeccionando el material de lo que iba a ser su ¨¢lbum decimosexto cuando, el 14 de junio del pasado a?o, su hijo Arthur se mat¨®: se cay¨® desde un acantilado en Brighton, donde reside la familia Cave. El chaval, de 15 a?os, hab¨ªa compartido con un amigo lo que se supon¨ªa que eran tres pastillas de LSD. No tomaron la precauci¨®n de procurarse compa?¨ªa sobria. Arthur no se atrevi¨® a preguntar a su padre; se conformaron con mirar en Google. Y se perdieron en un mal viaje.
Nada de sarcasmos f¨¢ciles, por favor. Estamos ante una tragedia terrible en su banalidad. Un drama familiar que se ha tratado de exorcizar mediante un documental, One more time with feeling, donde el cineasta Andrew Dominik refleja en blanco y negro la grabaci¨®n del presente ¨¢lbum y la vida en el hogar de los Cave (la madre, Susie Bick, muestra dosis extra de entereza). All¨ª no se explicitan los escabrosos detalles de la muerte, que planea sobre la pel¨ªcula y el disco. Me ha tropezado con cr¨ªticas sobre la supuesta impudicia del artista que suenan particularmente crueles: todo es v¨¢lido cuando se trata de superar semejante infortunio.
A falta de informaci¨®n espec¨ªfica sobre lo que se escribi¨® antes y despu¨¦s del desastre, conviene resistirse a la tentaci¨®n de buscar premoniciones. Skeleton tree reincide en asuntos frecuentes en el cancionero de Nick: las dimensiones del dolor, el espejismo de la religi¨®n, lo absurdo de nuestra existencia, la urgencia de sobreponerse a la adversidad; solo que aqu¨ª se acorta la distancia entre el autor y sus personajes.
Esta no iba a ser, claro, una faena de ali?o. Una niebla de pesadumbre invade estas ocho canciones ag¨®nicas, donde el australiano raciona las notas de su piano y alterna entre el susurro, el recitado y el canto doliente. Como c¨®mplice principal, Warren Ellis ha creado leves arreglos sombr¨ªos. Se agradece el ocasional pulso de la bater¨ªa de Thomas Wydler; chirr¨ªan algunos coros o la belleza convencional de la interpretaci¨®n de la soprano Else Torp en Distant sky. Aunque se trabaj¨® cuando la llaga estaba abierta, no han evitado algunos automatismos del g¨®tico solemne.
Dependiendo del grado de empat¨ªa, Skeleton tree puede sensibilizar al oyente o sugerir una temporada en el infierno. Es la obra de alguien que sufre y necesita consuelo, lo que no significa que siempre responda la inspiraci¨®n. Seg¨²n avanza Skeloton tree, nos abruman las canciones est¨¢ticas; se hace deseable una ruptura, incluso una catarsis. A riesgo de parecer insensible, dir¨ªa que es el momento para que Nick piense en un nuevo disco de Grinderman, su b¨¢rbaro grupo paralelo.
Babelia
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