Los poderes de la historia (y de los historiadores)
Frente a la tiran¨ªa del presente y el corto plazo, Jo Guldi y David Armitage defienden la historiograf¨ªa en la era digital como visi¨®n panor¨¢mica y ciencia social cr¨ªtica
¡°Un fantasma recorre nuestra ¨¦poca: el fantasma del corto plazo¡±. As¨ª comienza el manifiesto por la historia de Jo Guldi y David Armitage. En este momento de crisis acelerada, cuando nos enfrentamos a grandes problemas, hay, seg¨²n estos historiadores, una escasez de ¡°pensamiento a largo plazo¡±, los pol¨ªticos no miran m¨¢s all¨¢ de las siguientes elecciones y la misma cortedad de miras afecta a los consejos directivos de las grandes empresas o a los l¨ªderes de las instituciones internacionales.
Hubo un tiempo en que los historiadores ofrec¨ªan relatos a gran escala, volv¨ªan la vista atr¨¢s para mirar hacia delante, influ¨ªan en la pol¨ªtica y proporcionaban orientaciones para situar la historia como hoja de ruta. As¨ª lo hicieron, desde comienzos del siglo XX hasta sus d¨¦cadas centrales, gente como R.?H. Tawney, el matrimonio Beatrice y Sidney Webb, Eric J. Hobsbawm, E.?P. Thompson o Fernand Braudel, el historiador que en 1958 invent¨® la longue dur¨¦e.
Desde hace varias d¨¦cadas, sin embargo, la mayor¨ªa de los historiadores comenzaron a abandonar ese largo plazo como horizonte temporal para la investigaci¨®n y la escritura. El deseo de dominar los archivos y la obligaci¨®n de reconstruir y analizar detalles cada vez m¨¢s precisos llev¨® a los historiadores profesionales al ¡°cortoplacismo¡±, a contraer el tiempo y el espacio en sus estudios, y cedieron la tarea de sintetizar el conocimiento, de siglos y milenios, a ¡°autores no cualificados para ello¡±, especialmente a los economistas que idealizaban el libre mercado. Desapareci¨® as¨ª la antigua finalidad de la historia de servir de gu¨ªa de la vida p¨²blica. Y la longue dur¨¦e, que tanto hab¨ªa florecido, se marchit¨®, salvo entre los soci¨®logos hist¨®ricos y los investigadores de los sistemas mundiales.
Adem¨¢s, esa concentraci¨®n en escalas temporales de corto alcance domin¨® la formaci¨®n universitaria en las Facultades de historia. A los estudiantes se les ense?aba a estrechar el campo de estudio, y cuando los doctores se multiplicaron, atender al detalle y rastrear nuevos archivos se convirtieron en la carta de presentaci¨®n para conseguir un trabajo en la profesi¨®n. El resultado fue la producci¨®n de monograf¨ªas hist¨®ricas de extraordinaria complejidad, que nadie le¨ªa fuera del c¨ªrculo profesional, y un supremo inter¨¦s por la especializaci¨®n, ¡°por saber cada vez m¨¢s sobre cada vez menos¡±. Y mientras la historia y las humanidades permanecieron retiradas del ¡°dominio p¨²blico¡±, fue m¨¢s f¨¢cil que la gente asumiera mitos y relatos falsos sobre el triunfo del capitalismo, soluciones simplistas a grandes problemas, ante los que pocos pod¨ªan hablar con autoridad.
Pero no todo est¨¢ perdido y Guldi y Armitage vislumbran, no obstante, signos de que el largo plazo y el ¡°gran alcance¡± est¨¢n renaciendo, un retorno de la longue dur¨¦e y de la ¡°historia profunda¡±, un conocimiento del modo en que se desarrolla el pasado a lo largo de los siglos y de las orientaciones que puede proporcionarnos para nuestra supervivencia y desarrollo en el futuro. Para hacer frente a los desaf¨ªos que plantean los grandes temas de la actualidad, como el cambio clim¨¢tico, los sistemas de gobierno y la desi?gualdad, nuestro mundo necesita volver a la informaci¨®n sobre la relaci¨®n entre el pasado y el futuro. Y ah¨ª es donde la historia puede ser precisamente el ¨¢rbitro.
La soluci¨®n reside en superar esa p¨¦rdida de visi¨®n panor¨¢mica, devolver a la historia su misi¨®n de ¡°ciencia social cr¨ªtica¡±, escribir y hablar del pasado y del futuro en p¨²blico, imaginar nuevas formas de relato y escritura que puedan ser le¨ªdas, comprendidas y asumidas por los profanos y fusionar lo ¡°micro¡± y lo ¡°macro¡±, lo mejor del trabajo de archivo con el ojo cr¨ªtico para abordar el estudio a largo plazo.
Es una propuesta abierta para hacer, investigar y escribir historia en la era digital, para sacar de su complacencia ¡°a los ciudadanos, a los responsables pol¨ªticos y a los poderosos¡±. Una gu¨ªa para quienes se preguntan para qu¨¦ sirven la historia y los historiadores, para navegar por el siglo XXI.
Hay muchas posibles rutas. La que proponen Guldi y Armitage es plantear cuestiones a largo plazo, pensar en el pasado con el objeto de ver el futuro. Explicar las ra¨ªces de las instituciones, ideas, valores y problemas actuales. Y hacerlo de tal forma que los dem¨¢s lo entiendan.
Manifiesto por la historia. Jo Guldi y David Armitage. Traducci¨®n de Marco Aurelio Galmarini. Alianza. Barcelona, 2016. 292 p¨¢ginas. 11,20 euros
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.