Cuando la guitarra se agiganta
Gerardo N¨²?ez y Dani de Mor¨®n lideran dos distintas aproximaciones a la sonanta
La programaci¨®n de la Bienal, bien poblada de guitarras en esta edici¨®n, ha propiciado que en dos noches seguidas se sucedan aproximaciones muy distintas al instrumento de seis cuerdas provenientes de dos artistas que pertenecen a generaciones consecutivas. Ambos casos representan el cambio de rol que la sonanta ha experimentado en las ¨²ltimas d¨¦cadas abandonando su antiguo papel secundario para convertirse en l¨ªder de su propio espect¨¢culo. Han sido casos en los que la guitarra se ha agigantado, adquiriendo unas dimensiones colosales por razones bien dispares.
Las composiciones de Gerardo N¨²?ez han marcado ¨¦poca y pueden llegar a ser bien conocidas por el aficionado que sigue sus conciertos. Sus falsetas, sus melod¨ªas han tenido siempre un gancho especial y una peculiar calidez. Por eso resultaba atractivo escuchar el resultado de su traslado a la rica sonoridad de una big band. El veh¨ªculo tradicional del swing puesto al servicio del comp¨¢s y las armon¨ªas flamencas. Existen muy pocos ejemplos de esta asociaci¨®n, aunque en nuestro pa¨ªs no se puede olvidar el trabajo del saxofonista Perico Sambeat, en el que, no por casualidad, particip¨® N¨²?ez, que probablemente ha sido el guitarrista de su generaci¨®n que ha optado por un formato m¨¢s jazzero.
Y, definitivamente, su m¨²sica se engrandeci¨® multiplicada por el cromatismo y la contundencia de los metales y el soporte de una secci¨®n de ritmo espectacular que iba del piano de Mois¨¦s S¨¢nchez a las palmas de Carmen Cort¨¦s, la bater¨ªa de Marc Miralta, el caj¨®n de Cepillo y el contrabajo de To?o de Miguel. En total veintid¨®s m¨²sicos en escena, porque esta era una big band tradicional con sus l¨ªneas de saxos, trombones y trompetas al completo y un director, Kike Perdomo, que ha compuesto unos arreglos sobrios y eficaces que no oscurecen el protagonismo de la guitarra, que siempre manda y se?ala el camino.
Tangos, tanguillos, soleares y buler¨ªas y tambi¨¦n martinete en la voz de Carbonell. M¨¢s baile, que Carmen Cort¨¦s se despleg¨® con generosidad en diversos apuntes y en una sole¨¢ bien completa con el acompa?amiento casi exclusivo de la secci¨®n de ritmo. Los formatos fueron cambiando de uno a otro tema ¨CTemplo del lucero, Calima, Sevilla¡- para terminar en la apoteosis de La Habana a oscuras.
De la casi madrugada del Teatro Central a la fresca noche del mi¨¦rcoles en el Real Alc¨¢zar. Otra guitarra y tambi¨¦n l¨ªder, porque Dani de Mor¨®n decidi¨® que, tras dos discos de concierto, iba, en el tercero, que se llamar¨¢ 21, a poner su toque al servicio del cante en una llamativa inversi¨®n del rol tradicional, porque es el guitarrista el que invita a los cantaores a los que quiere acompa?ar y en los que quiere inspirarse para tocar. Cada uno con su estilo, su metal y su acento. Cuatro de las voces que estar¨¢n en su disco ¨CRoc¨ªo M¨¢rquez, Jes¨²s M¨¦ndez, Duquende y Arc¨¢ngel- acompa?aron al guitarrista en su gran noche.
Antes de acompa?ar, Dani se present¨® de forma apabullante, condensando en un solo estilo todos los recursos que caracterizan su toque. Armon¨ªas r¨ªtmicas y contratiempos fren¨¦ticos a la velocidad de una buler¨ªa de v¨¦rtigo. Una guitarra que tambi¨¦n parec¨ªa multiplicada de tanta m¨²sica como sal¨ªa de ella. Pero tras esa tarjeta de presentaci¨®n llegar¨ªa el reto de la noche y de su disco: un sucesivo cambio de registro para los timbres de cada uno de los invitados. Pasar del toque discreto, casi secundario, como tradicionalmente se entend¨ªa, para dejar en un apunte o en una falseta su ya reconocible firma como un brochazo de genialidad: una reconocible melod¨ªa apenas insinuada en una fina s¨ªncopa como muestra de tantos ejemplos.
Crea la atm¨®sfera para la grana¨ªna de M¨¢rquez y le teje un tapiz de la calidad del mosaico ¨¢rabe que ten¨ªa a su espalda para su milonga marchenera. Con Jes¨²s M¨¦ndez abandona la dulzura y baja a la tierra con un toque vigoroso y grueso para su cante torrencial. Vuelve a la delicadeza de un fin¨ªsimo tr¨¦molo para acompa?ar los aires levantinos de Duquende y se templa m¨¢s si cabe para ilustrar el ralentizado y muy ligado discurso por tientos de Arc¨¢ngel. En la parte central, el reto superlativo de Israel Galv¨¢n. Su baile, que con un toque de aparente burla esconde su alta exigencia, se asoci¨® con a la m¨²sica del guitarrista con pasmosa naturalidad.
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