Una vida robada
El autor denuncia la apropiaci¨®n del nombre de su exesposa, la escritora Adelaida Garc¨ªa Morales, en la ¨²ltima novela de Elvira Navarro
A comienzos de septiembre tuve noticia de que se iba a publicar una ¡°biograf¨ªa¡± de Adelaida Garc¨ªa Morales centrada en los d¨ªas previos a su muerte. Adem¨¢s de sorprenderme, el asunto me produjo una cierta inquietud, ya que, como pude comprobar de inmediato, nadie se hab¨ªa puesto en contacto con los familiares y amigos de Adelaida. Ni en el pueblo de Dos Hermanas ¡ªen donde hab¨ªa vivido con su hijo mayor y falleci¨®¡ª, ni en Sevilla ¡ªen donde residen sus hermanos y sobrinos¡ª, ni en Madrid ¡ªen donde vive su hijo menor¡ª.
Tuve que recurrir a Internet para encontrar alguna informaci¨®n al respecto: en efecto, el libro exist¨ªa. Se anunciaba bajo el t¨ªtulo Los ¨²ltimos d¨ªas de Adelaida Garc¨ªa Morales, hab¨ªa sido escrito por Elvira Navarro, lo editaba Literatura Random House y saldr¨ªa a la venta el 22 de septiembre, la fecha exacta en que se cumplir¨ªan dos a?os de la muerte de Adelaida. No se trataba de una biograf¨ªa, sino de ¡°una suerte de falso documental en clave de ficci¨®n¡±; y, por lo le¨ªdo, lo ¨²nico real que conten¨ªa el texto era una an¨¦cdota protagonizada por Adelaida pocos d¨ªas antes de morir, seg¨²n la cual hab¨ªa acudido a la Delegaci¨®n de Igualdad del Ayuntamiento de Dos Hermanas pidiendo 50 euros para poder ir a ver a su hijo en Madrid.
Al parecer, este triste episodio hab¨ªa sido el principal motivo por el que Elvira Navarro decidi¨® escribir su libro, convirtiendo a Adelaida Garc¨ªa Morales en protagonista absoluta del mismo. De ah¨ª no solamente el t¨ªtulo, sino tambi¨¦n que en su portada figurase una foto coloreada de Adelaida (imagen que, por cierto, yo tom¨¦ en blanco y negro a?os atr¨¢s). Curiosamente, Navarro no ten¨ªa el menor problema en afirmar que no sab¨ªa nada sobre los ¨²ltimos d¨ªas de Adelaida Garc¨ªa Morales (salvo la an¨¦cdota aludida) y que no hab¨ªa indagado sobre los mismos. Subrayaba que su libro no era una biograf¨ªa, sino una ficci¨®n. As¨ª las cosas, no pude evitar preguntarme con qu¨¦ autoridad moral e intelectual se apropiaba Elvira Navarro del nombre y los apellidos de la escritora fallecida.
Dada mi condici¨®n de exmarido de Adelaida, y pensando en el hijo que ella y yo tuvimos, me preocupaba que el libro de Navarro incurriera en un uso vano de nuestros nombres. Intentando salir de dudas cuanto antes, y puesto que la obra no estaba a¨²n a la venta, recurr¨ª a un amigo que conoc¨ªa a Elvira Navarro para que me hiciese llegar, si era posible, un ejemplar. Y as¨ª fue.
Tras la lectura pude comprobar que Navarro me hace irrumpir en su texto en m¨¢s de una ocasi¨®n, aludiendo no s¨®lo a mi condici¨®n de director de la pel¨ªcula El Sur, sino tambi¨¦n como expareja de Adelaida. Y aunque en la contraportada del libro se advierte al lector que est¨¢ ante un relato en ¡°clave de ficci¨®n¡±, ante una ¡°narraci¨®n cercana al falso documental¡±, me llam¨® la atenci¨®n que su n¨²cleo digamos literario (que ocupa 82 p¨¢ginas) dispusiera de un anexo de 29 agrupadas en apartados etiquetados como ¡®Ep¨ªlogo¡¯, ¡®Aclaraciones¡¯ y ¡®Cr¨¦ditos¡¯ (otra particu?laridad: el libro carece de sumario, pero incluye una imagen de Adelaida seriada a lo Andy Warhol). Un amasijo de datos ¡ªmuchos de ellos procedentes de Internet, inexactos, y en parte bibliogr¨¢ficos¡ª m¨¢s propio de los ensayos y de las biograf¨ªas que parece destinado a decirnos algo as¨ª como que se trata de una fabulaci¨®n, pero con un sustrato ampliamente documentado. Lo cual constituye una llamativa contradicci¨®n respecto a lo dicho por la propia Navarro y por la contraportada de su libro.
Elvira Navarro no ten¨ªa problema en afirmar que no hab¨ªa indagado. Subrayaba que su libro no era una biograf¨ªa sino una ficci¨®n
Confieso que yo ignoraba que las ficciones de la novela m¨¢s¨¤ la page que se escribe hoy en Espa?a necesitaran de semejante furg¨®n de cola repleto de advertencias y cautelas. Un ejemplo: en el apartado ¡®Aclaraciones¡¯, Navarro, puesta a ordenar el tr¨¢fico, acent¨²a la identidad de la obra delimitando el tr¨¢nsito del lector y sus deberes escribiendo lo siguiente: ¡°Este libro es una obra de ficci¨®n. Todo lo que se narra es falso, y en ning¨²n caso debe leerse como una cr¨®nica de los ¨²ltimos d¨ªas de Adelaida Garc¨ªa Morales¡±. Esa referencia al car¨¢cter ¡°falso¡± de su propia narraci¨®n delata en Navarro una confusi¨®n elemental ante el hecho literario. Porque las ficciones narrativas verdaderamente logradas no se ocupan de la disyuntiva verdadero-falso, sino que partiendo de lo ficticio aspiran a alcanzar un v¨ªnculo s¨®lido y perdurable con lo veros¨ªmil. No se caracterizan por inspirarse necesariamente en lo real, sino por comunicar por s¨ª mismas ¡ªsin el auxilio de un rasgo externo a ellas¡ª un fondo de veracidad.
Estupefacto, pens¨¦ que Elvira Navarro o bien era una c¨¢ndida o bien era una c¨ªnica. Y que, en cualquier caso, no hab¨ªa sido consciente en el menor grado de lo que supon¨ªa su premisa literaria ¡ªla descarnada utilizaci¨®n de las vidas ajenas¡ª, y que no hab¨ªa sopesado ni por un momento las consecuencias morales que su proceder pudiera causar en terceras personas.
Pens¨¦ que la autora era una c¨¢ndida o una c¨ªnica y que no hab¨ªa sopesado los efectos de su proceder en terceras personas
Como se ha repetido hasta la extenuaci¨®n, de los ¨²ltimos d¨ªas de la vida de Adelaida Garc¨ªa Morales a Elvira Navarro s¨®lo le hab¨ªa interesado la an¨¦cdota que aqu¨¦lla protagoniz¨® al pedir dinero en el Ayuntamiento de Dos Hermanas. El episodio se lo cont¨® Rosario Izquierdo Chaparro, soci¨®loga empleada en la Delegaci¨®n de Igualdad, que no hab¨ªa presenciado directamente el hecho, sino que se lo hab¨ªa relatado una compa?era de trabajo. Un par de meses despu¨¦s de la muerte de Adelaida, Izquierdo envi¨® dos e-mails a su amiga escritora d¨¢ndole cuenta del caso y sus averiguaciones. No sabemos lo que Navarro le contest¨® (curiosa omisi¨®n), pero lo que escribe Izquierdo no tiene desperdicio: ¡°En fin, quer¨ªa cont¨¢rtelo¡ Estoy triste. Qu¨¦ mierda de pa¨ªs¡ Esto es todo, querida. Como para escribir un relato a lo Raymond Carver, vamos¡±. Est¨¢ visto que para cierta clase de sensibilidades es imposible salir del Pante¨®n de la Literatura.
La an¨¦cdota referida aparece en el libro de Elvira Navarro sumergida en una ficci¨®n protagonizada por unos personajes de cart¨®n piedra, meras abstracciones al servicio de las obsesiones de la autora, como esa documentalista ¡ªsu intermediaria, quien mejor la representa en el desarrollo de la trama¡ª a la que traslada sus dudas: ¡°Para la realizadora¡±, ha declarado la escritora, ¡°el conflicto est¨¢ en hacer una historia de ficci¨®n con una persona que existi¨® de verdad¡±. Lejos de cualquier g¨¦nero de ingenuidad, Navarro pone ah¨ª el dedo en la llaga. Ante los peligros que le acechan, levanta una suerte de burladero intelectual recurriendo a unas dramatis personae cuya funci¨®n b¨¢sica no es otra que resguardarla de los riesgos que entra?a pisar el ruedo. Pero con este resultado: que la ficci¨®n que el libro contiene hace aguas por todas partes mostr¨¢ndose incapaz de alcanzar el aut¨¦ntico valor de la literatura, su cualidad desveladora, su capacidad de despertar las ideas y las emociones del lector. En definitiva, una trascendencia que no se da porque, lamentablemente, la raqu¨ªtica escritura de Elvira Navarro ¡ªincapaz de suspender la incredulidad del lector¡ª no alcanza aqu¨ª esa clase de redenci¨®n.
Adelaida no fue una persona com¨²n; tampoco una fantasmagor¨ªa. Nunca logr¨® integrarse en la sociedad, y eso la honra
No hay literatura inocente; y no s¨®lo en relaci¨®n a aquello que los escritores pretenden contar. Descendiendo al barro del negocio actual de la literatura, m¨¢s de uno habr¨¢ pensado y pensar¨¢ que este uso de la persona real de Adelaida Garc¨ªa Morales posee tambi¨¦n una dimensi¨®n claramente publicitaria en el mercado. Porque es evidente que, si Elvira Navarro hubiese titulado su libro Los ¨²ltimos d¨ªas de Paquita Mart¨ªnez, no habr¨ªa producido las plusval¨ªas medi¨¢ticas y comerciales de las que su autora se est¨¢ beneficiando.
Adelaida no fue una persona com¨²n; tampoco una fantasmagor¨ªa. Logr¨® cierta fama literaria, aunque ef¨ªmera. Escribi¨® siempre desde un dolor verdadero. Su herida primordial era muy profunda, ven¨ªa de lejos. Nunca logr¨® integrarse en la sociedad de su tiempo, y eso la honra. Viv¨ªa en precario en todos los planos de la existencia. Lo s¨¦ porque convivimos durante mucho tiempo; tambi¨¦n porque, tras nuestro divorcio, me mantuve siempre pr¨®ximo a ella. Sin embargo, el libro de Elvira Navarro entra?a una falsa reivindicaci¨®n de su figura; desde una ignorancia temeraria, no s¨®lo banaliza su memoria como escritora, sino ¡ªlo que es peor¡ª su identidad como ser humano. Hechizada por arquetipos y leyendas con las que abonar sus ideas, Navarro ni siquiera pens¨® seriamente que Adelaida pudiera tener hijos, familiares y amigos dignos de respeto. Pero resulta que s¨ª: existen hijos, familiares y amigos que, en la medida de lo posible, ayudamos a Adelaida, y que hoy, a la vista de ese libro que se vende como una reconstrucci¨®n de sus ¨²ltimos d¨ªas ¡ªel equ¨ªvoco est¨¢ servido y los medios ya han empezado a alimentarlo¡ª, est¨¢n sufriendo.
El libro entra?a una falsa reivindicaci¨®n de Adelaida; banaliza su memoria como escritora y su identidad como ser humano
De este dolor puedo dar fe, y no solamente en nombre propio. El caso m¨¢s cercano es el del hijo menor de Adelaida, que vive conmigo desde hace 17 a?os, para quien la persona de su madre ha sido y sigue siendo decisiva. El efecto de este libro en su conciencia puede ser grave.
Hay pocos casos en la literatura espa?ola m¨¢s o menos reciente que cumplan de forma tan completa ese papel que a partir de ahora algunos le van a adjudicar a Adelaida (y no s¨®lo como escritora). Me refiero a esa leyenda trufada de sensacionalismo period¨ªstico y mala literatura que, si nadie lo remedia, no va a hacer otra cosa que crecer y crecer. He aqu¨ª un par de ejemplos: ¡°Adelaida Garc¨ªa Morales, ?ngel Negro de la literatura espa?ola¡±, seg¨²n una cr¨®nica publicada en el diario Abc; ¡°De vender miles de ejemplares a pedir dinero para el autob¨²s¡±, titula El Confidencial.
Como era de esperar, al cabo de unas semanas de entrevistas a toda p¨¢gina, la advertencia de Navarro de que su obra pertenece al g¨¦nero de ficci¨®n ha acabado por resultar irrelevante. No pocos titulares medi¨¢ticos se han lanzado a pregonar que el libro es una cr¨®nica de los ¨²ltimos d¨ªas de Adelaida en la que ¨¦sta aparece como una indigente, ¡°hambrienta y desahuciada¡±, pose¨ªda adem¨¢s (gracias al fervor creativo de Elvira Navarro) por grotescos delirios g¨®ticos. En suma, una imagen estrafalaria y esperp¨¦ntica que nada tiene que ver con el car¨¢cter, el aliento y el humor ¡ªs¨ª, el humor¡ª de la mujer que conocimos y cuya memoria conservamos con el mayor de los respetos.
V¨ªctor Erice es cineasta, director de El Sur.
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