Febril Lovecraft
No hay nada como leer con temperatura alta al viejo HPL, el so?ador de Providence, o las obras basadas en su universo
Siempre que leo algo de Lovecraft tengo fiebre. No podr¨ªa decir de qu¨¦ manera est¨¢ relacionado lo uno con lo otro. Ser¨¢ el horror c¨®smico o un virus. Cuando paso de 37,5? ya me creo que estoy en Arkham o Innsmouth y deliro. Recuerdo que fue durante un ataque de fiebre alt¨ªsima cuando a los 19 a?os le¨ª Viajes al otro mundo, el ciclo de los viajes on¨ªricos de Randolph Carter, para m¨ª una de las cimas del gran HPL, al que muchos no le hac¨ªan caso y ninguneaban (entonces molaban m¨¢s Althusser y Nicos Poulantzas ¨Cque curiosamente acabaron como personajes del propio Lovecraft-) hasta que vinieron con sus llaves de plata Rafael Llopis, Fernando Savater y Michel Houllebecq a reivindicarlo.
La combinaci¨®n de temperatura alta y las peripecias alucinatorias de Carter hicieron que a punto estuviera de no regresar nunca de la ignota Kadath ¨Ca veces me pregunto si en realidad he vuelto-. Tambi¨¦n con fiebre le¨ª de cabo a rabo la can¨®nica antolog¨ªa Los mitos de Cthulhu y esas cumbres sombr¨ªas que son El color que cay¨® del cielo, El que susurra en la oscuridad o En las monta?as de la locura. Cuando despu¨¦s de muchos a?os ¨Cy de haber visitado el castillo de Lord Dunsany y de lograr un juego de carnets de la Universidad de Miskatonic, incluido el pase de acceso a la zona restringida de la biblioteca y sus grimorios prohibidos- he vuelto a topar con Lovecraft, de nuevo ha sido afiebrado, claro.
Un virus gastrointestinal (o quiz¨¢ un hongo de Yuggoth) se ha sumado a la lectura de Carter & Lovecraft (Colmena Ediciones, 2016), un estupendo pastiche de Jonathan L. Howard (?!) saludado por Locus como una de las novelas m¨¢s interesantes del a?o y que parece que se convertir¨¢ en serie televisiva. He le¨ªdo otras buenas obras que revisitan el mundo de HPL (como El libro de Lovecraft, de Richard A. Lupoff, en la que los nazis tientan al escritor para que perge?e un Mein Kampf estadounidense, Extra?os eones, de Emilio Bueso, que combina el viejo cementerio de El Cairo con el culto a Cthulhu o Los hombres muertos, de Jes¨²s Ca?adas, con Lovecraft, Frank Belknap Long y Robert Conan Howard buscando el Necronomic¨®n ¨Cy encontr¨¢ndose con Hitler, Pessoa, Crowley o Tolkien-) pero esta es de las mejores. Juega con mucha gracia, conocimiento y cari?o con el canon y el universo lovecraftianos. De entrada el protagonista es un detective que se llama Daniel Carter (Randolph Carter es su ancestro) y que hereda una librer¨ªa de lance en Providence que regenta una joven apellidada Lovecraft. Descendiente de HPL, Emily es negra, lo que tiene gracia si se piensa en la fobia racial del escritor. Juntos, Carter (que inicialmente confunde a HP Lovecraft con Linda Lovelace ¨Cla novela est¨¢ llena de bromas y gui?os-) y la chica Lovecraft afrontan el tradicional desaf¨ªo a la cordura que supone la irrupci¨®n de fuerzas inexplicables, oscuras y malignas (y a menudo reptantes) en nuestro confiado universo convencional.
En fin, qu¨¦ bonito es reencontrarse con Howard Philip Lovecraft mareado, sudando y tiritando, en v¨®rtices idiotas atravesados por haces de luz. No hay como tener fiebre para adentrarse en el mundo no euclidiano de las divinidades requeteadjetivadas de HPL o entender en toda su angustia frases como ¡°el todo y la nada lo atravesaron y su grito dur¨® para siempre¡±. ?Que suba el term¨®metro! ?Cthulhu aguarda! ?Cthulhu fhtagn!
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