Cuchipanda salaz
La est¨¦tica amable de la animaci¨®n publicitaria de los a?os 50 es infectada aqu¨ª con impulso obsceno, fe drogota y nihilismo espiritual
LA FIESTA DE LAS SALCHICHAS
Direcci¨®n: Conrad Vernon y Greg Tiernan.
Animaci¨®n.
G¨¦nero: comedia. Estados Unidos, 2016
Duraci¨®n: 89 minutos.
El gato caliente (1972), seg¨²n las historietas de Robert Crumb, presumi¨® de ser la primera pel¨ªcula de dibujos clasificada X: lo que, en aquellos tiempos y en el mercado americano, significaba que todo menor de diecisiete a?os ten¨ªa vetada la entrada a la sala. Codirigida por un veterano de DreamWorks (Conrad Vernon) y por un animador ligado a la ingenua (y algo espantosa) serie sobre trenecitos con cara Thomas y sus amigos (Greg Tiernan), aunque, en realidad, gamberrada y proyecto personal del c¨®mico Seth Rogen, La fiesta de las salchichas esgrime ahora con orgullo su condici¨®n de primera pel¨ªcula de animaci¨®n digital clasificada R: es decir, con entrada tutelada por adulto para menores de diecisiete a?os. Conviene subrayar esta singularidad: la pel¨ªcula no da gato por liebre (sino que ofrece liebres en celo a paletadas) y los ¨ªndices de estupor y bochorno que se medir¨ªan en una platea atestada de ni?os podr¨ªan batir r¨¦cords.
En una de sus primeras secuencias, El gato Fritz mostraba una orgi¨¢stica celebraci¨®n en una ba?era, jugando de modo irreverente con la memoria disneyana y su po¨¦tica de animales antropom¨®rficos. Con el tiempo, ese esp¨ªritu underground que s¨®lo estuvo de paso por la gran pantalla se ha infiltrado en el medio televisivo: series como Hora de aventuras, Historias corrientes y Pepinillo y Cacahuete son hoy pura Contracultura ¨¦tica y est¨¦tica para ni?os. Hac¨ªa falta que alguien restituyese ese impulso transgresor al ¨¢mbito del cine, tras los aislados intentos de Parker y Stone (South Park) y Mike Judge (Beavis y Butthead).
La est¨¦tica amable de la animaci¨®n publicitaria de los a?os 50 (con sus antropom¨®rficos alimentos de guante blanco) es infectada aqu¨ª con impulso obsceno, fe drogota y nihilismo espiritual en un trabajo, resplandeciente y seductor en sus formas, que propone un incisivo discurso sobre hostilidades culturales y, sobre todo, la fragilidad de las construcciones religiosas. Hay experimentos con la imagen pornogr¨¢fica, una contagiosa y desaforada canci¨®n de Alan Menken (o sea, un intento expl¨ªcito de corromper lo disneyano), chistes sobre el Holocausto apoyados en un c¨¢ndido juego de palabras y, entre otros hallazgos, una recreaci¨®n del conflicto palestino-israel¨ª de la mano de un pan de pita y un baguel. Con su mirada en contrapicado a una humanidad devoradora que se plasma con trazo de tebeo lis¨¦rgico, La fiesta de las salchichas es una sincera y, sobre todo, generosa verbena de incorrecci¨®n l¨²dica y groser¨ªa bien esculpida.
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