Hormig¨®n para acariciar el lujo asi¨¢tico
El nuevo museo privado The Feuerle Collection, en Berl¨ªn, cruza en un antiguo b¨²nker delicadas piezas milenarias chinas con arte contempor¨¢neo
Desde la entrada no hay disimulo, ni se oculta lo que es. Un antiguo b¨²nker de telecomunicaciones de la Segunda Guerra Mundial: gris, paredes con un grosor de dos metros y anchas columnas en su interior, es el espacio escogido para exhibir elegantes muebles de madera y piedra de la China imperial y esculturas de bronce del antiguo sudeste asi¨¢tico. Con ese discurso nace el nuevo museo privado que abrir¨¢ sus puertas el pr¨®ximo viernes, 14, en el multicultural barrio berlin¨¦s de Kreuzberg. ¡°The Feuerle Collection es mi visi¨®n hecha realidad¡±, dice euf¨®rico el coleccionista alem¨¢n D¨¦sir¨¦ Feuerle, quien junto al arquitecto ingl¨¦s John Pawson ¡ªun maestro del minimalismo para acondicionar un contenedor del lujo asi¨¢tico¡ª ha levantado un museo que, por el momento, abrir¨¢ de viernes a domingo, previa cita por Internet y en grupos de 14 personas, a 18 euros por cabeza.
Esos visitantes de The Feuerle Collection se topar¨¢n con un ambiente casi en penumbra y algo de calor al principio del recorrido y, como primera ¡°experiencia¡± ¡ªpalabra que repiten en las conversaciones con la prensa Feuerle y Pawson¡ª, la Sala del sonido,? un habit¨¢culo, escaleras abajo, en el que el grupo debe permanecer en silencio y a oscuras mientras suenan leves notas de piano. Los responsables sostienen que el objetivo es ¡°concentrarse para observar las obras de arte¡±. Tras tres minutos que generan una cierta inquietud, se accede a una sala en la que, en vitrinas o en pedestales, se suceden, sin cartelas, peque?as esculturas de bronce y piedra de la civilizaci¨®n jemer, hoy Camboya, de los siglos VII al XIII, y refinado mobiliario chino de m¨¢rmol blanco de los siglos XVI y XVII. Feuerle no quiere ninguna informaci¨®n de las obras que puedan ¡°distraer¡± a los visitantes. ¡°Son las piezas las que deben hablarte¡±.
A la derecha cuelgan en el largo muro varias fotograf¨ªas en blanco y negro de mujeres desnudas en poses er¨®ticas, del japon¨¦s Nobuyoshi Araki (Tokio, 1940). Y en el lado contrario, casi sin querer, se observa en el lateral una cristalera con una delgada l¨ªnea que reverbera. Es la Sala del lago, con agua entre los pilares del edificio que, mediante un sistema de calefacci¨®n, suministra energ¨ªa sostenible al recinto. Al fondo de esta sala inferior asoma un espejo de c¨ªrculos conc¨¦ntricos del escultor indio Anish Kapoor (1954). A la espera queda que, en el primer trimestre de 2017, se abra la anunciada Sala del incienso, donde se podr¨¢ oler esta sustancia. Otra de las ¡°experiencias¡± espirituales que propone el museo.
En la planta superior da la bienvenida un bronce de Cristina Iglesias que asemeja el lecho de un r¨ªo, con su hilillo de agua incluido. Algo m¨¢s de luz (o quiz¨¢s es que los ojos ya se han acostumbrado a la luz tenue) permite contemplar m¨¢s obras de la vasta colecci¨®n de arte asi¨¢tico que posee Feuerle. Nacido en Stuttgart, el coleccionista prefiere no decir su edad, ni hablar mucho de su vida privada, y salpica su conversaci¨®n con palabras en espa?ol, consecuencia de su esposa barcelonesa. Este alem¨¢n fue galerista en Colonia, historiador y comisario, y explica que las obras antiguas que expone ¡°fueron en su momento arte moderno, se adelantaron a su tiempo, y las sensaciones que transmiten son similares a las de arte actual que las acompa?an, por eso est¨¢n juntas¡±.
Eso que ¨¦l llama ¡°yuxtaposici¨®n¡± fue una costumbre desde ni?o, cuando comparaba postales de distintos lugares del mundo y jugaba a encontrar parecidos razonables. El mecenas que, siguiendo la tradici¨®n familiar, empez¨® a coleccionar arte siendo un adolescente, asegura que hace m¨¢s de 30 a?os que empez¨® a desarrollar esa conversaci¨®n entre lo antiguo y lo moderno. Cita como ejemplo a ¡°Eduardo Chillida y los cojines chinos¡±. ?C¨®mo? ¡°Desde joven me enamor¨¦ de las esculturas de Chillida, cuando le conoc¨ª le propuse una exposici¨®n de sus obras en Alemania junto a almohadillas chinas, y ¨¦l me dijo: ¡®?C¨®mo sab¨ªas que me interesaba eso tanto?¡±.
A la salida del b¨²nker, viendo esa mole, cabe preguntarse si un espacio tan contundente no se comer¨¢ las delicadas obras que alberga. Feuerle lo niega. ¡°Para las piezas es perfecto ese contraste, porque estamos acostumbrados a verlas en otro tipo de museos. Aqu¨ª parecen nuevas, sin este edificio no nos dir¨ªan nada¡±. S¨ª, la visita a este renovado b¨²nker es tambi¨¦n parte de la¡ experiencia.
Cuatro a?os de trabajo minimalista
La colecci¨®n de Feuerle tiene como contenedor una construcci¨®n de hormig¨®n, un espacio de 6.480 metros cuadrados en el que ha trabajado en los ¨²ltimos cuatro a?os John Pawson, arquitecto ingl¨¦s de vocaci¨®n tard¨ªa y que ha afirmado, en alguna ocasi¨®n, que tiene pocas posesiones y amigos porque valora m¨¢s la calidad que la cantidad. Cuesti¨®n de minimalismo. ¡°Este b¨²nker es un edificio magn¨ªfico, que deb¨ªa mantenerse porque formaba parte del tejido de la ciudad¡±, dice. Nacido en Halifax, en 1949, considera que ¡°no siempre hay que crear nuevas construcciones¡±. ¡°Me gusta trabajar sobre edificios viejos, y que la gente se sienta bien dentro de ellos. Me han gustado las caras que pone la gente que ya ha visto el museo¡±, a?ade antes de imitarlos con una mueca en forma de sonrisa.
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