Un Nobel para el Philip Roth africano
El narcisismo y el nacionalismo alimentan cada a?o las especulaciones sobre el premio
Ma?ana se sabr¨¢ qui¨¦n gana el Nobel de literatura, un premio que cada a?o desata un maremoto de especulaciones estimulado mayormente por dos sentimientos: el narcisismo y el nacionalismo. Es el narcisismo el que hace que al d¨ªa siguiente de que se lo den a un polaco muchos lectores lamentemos que no lo haya ganado nuestro escritor neoyorquino favorito. La satisfacci¨®n de decir ¡°yo la vi primero¡± es casi siempre mayor que la curiosidad por descubrir un autor cuyo nombre no sabemos ni pronunciar. A veces, eso s¨ª, con el pecado va la penitencia. Cuidado con desear que gane el que nos gusta: el deseo puede cumplirse y llevar al dique seco a nuestro candidato, condenado durante 12 meses a hacer de honoris causa y a no redactar m¨¢s que manifiestos contra Donald Trump.
El segundo factor, el nacionalismo, nos lleva a suspirar por un paisano nuestro solo por el hecho de serlo. Es el mismo impulso que lleva a enorgullecerse de la expansi¨®n del espa?ol por el mundo cuando el motivo l¨®gico de orgullo ser¨ªa la expansi¨®n de las lenguas extranjeras entre los espa?oles. Las virtudes literarias de nuestros compatriotas ya las conocemos, lo que necesitamos es un jurado sueco que nos descubra a otros virtuosos.
Hay quien dice que el Nobel es un premio pol¨ªtico y lo es, pero no porque cada tanto lo gane un chino sino porque, igual que antes de 1945 se lo repart¨ªan franceses y alemanes, desde el final de la Segunda Guerra Mundial son mayor¨ªa los estadounidenses (no digamos los angl¨®fonos) que se lo han llevado. No pasar¨ªa nada porque lo ganase uno m¨¢s ¨CPhilip Roth, por ejemplo-, pero tampoco estar¨ªa mal que nos dijeran en Estocolmo qui¨¦n es el Philip Roth africano. ?Existe? Seguro que s¨ª. Lo que no tenemos es paciencia o luces para descubrirlo por nuestra cuenta. Para eso est¨¢ el Comit¨¦ Nobel, que es solo un club de lectura cualificado, no el tribunal supremo de la justicia literaria. 18 individuos que nos han llevado a la obra de Bashevis Singer, Wislawa Szymborska, Herta M¨¹ller o Svetlana Alexi¨¦vich merecen cierto cr¨¦dito. Y digo ¡°llevado¡± y no ¡°descubierto¡± porque pensar que el Nobel descubri¨®, por ejemplo, a Mo Yan parece algo ingenuo en el caso de un autor de 60 a?os y 12 libros (varios adaptados al cine) y nacido en un pa¨ªs de 1.300 millones de habitantes. La ingenuidad recuerda aquella iron¨ªa de Eduardo Galeano cuando la profesora dijo en clase que N¨²?ez de Balboa fue el hombre que descubri¨® el Pac¨ªfico. Pregunta de Galeano: ¡°?Los indios que viv¨ªan por all¨ª eran ciegos?¡±
Este octubre las apuestas de la casa Ladbrokes se?alan, como otros muchos a?os, al keniano Ngugi Wa Thiong¡¯o, que no hace tanto public¨® en Debolsillo Descolonizar la mente. Tambi¨¦n repiten Murakami, Adonis, Ko Un, Jon Fosse y, por supuesto, Philip Roth. Estar¨ªa bien que lo ganara, aunque solo fuera para que no lo terminen comparando con Borges. Bien pensado, tal vez deber¨ªa ganarlo Edna O¡¯Brien: ?para qu¨¦ d¨¢rselo a Philip Roth si puedes d¨¢rselo a la escritora favorita de Philip Roth?
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