Ana Obreg¨®n aburre con su ¡®reality¡¯
Era dif¨ªcil imaginar que con esos ingredientes el resultado podr¨ªa ser tan insustancial, incluso aburrido, con un acabado tan malo
Ana Obreg¨®n parec¨ªa la persona perfecta para protagonizar su propio reality. Un animal televisivo, con perfecto conocimiento del lenguaje audiovisual, experiencia en formatos de entretenimiento y ficci¨®n, espont¨¢nea, afable... A priori, lo ten¨ªa todo. Un docurreality protagonizado por ella podr¨ªa ser oro. Pero, a juzgar por la primera entrega de Algo pasa con Ana, que ayer emiti¨® el canal de reciente creaci¨®n DKiss, el tiro ha salido por la culata.
Era dif¨ªcil imaginar que con esos ingredientes el resultado pudiera ser tan insustancial, incluso aburrido, con un acabado tan malo. Porque cuando algo es malo, hay que decirlo, y Algo pasa con Ana es malo, con todas las letras.
El programa desperdicia la naturalidad de su protagonista en aras de una limpieza de imagen de su hijo ?lex, en cuya ONG se centra un primer episodio que arranca sin fuerza precisamente por la obsesi¨®n por explicar su lado solidario mediante unas conversaciones forzadas y falsas a m¨¢s no poder. El programa no engancha en los primeros minutos y tampoco lo har¨¢ m¨¢s adelante, cuando veamos a Ana, su amigo Ra y Aless Gibaja viendo un partido de la Selecci¨®n Espa?ola de f¨²tbol. M¨¢s falsedad. M¨¢s comentarios metidos con calzador. Nada que atraiga.
Toda la diversi¨®n y entretenimiento que vend¨ªan los avances y que el espectador pod¨ªa esperar se quedan en nada en un espacio que, si provoca algo, es verg¨¹enza ajena. A lo que s¨ª contribuye Algo pasa con Ana es a valorar m¨¢s otros formatos, como el que Telecinco emiti¨® este verano protagonizado por Las Campos. Con Mar¨ªa Teresa y Terelu s¨ª explotaron todos los recursos que ten¨ªan: se jugaba con las situaciones divertidas que provocaban, se mostraba el ambiente en el que viven su d¨ªa a d¨ªa y se sacaba punta a situaciones y relaciones como las tan comentadas con el servicio del hogar o el car¨¢cter de las dos protagonistas.
Otro referente nacional, Alaska y Mario, tambi¨¦n obtiene partido muy bien de los caracteres de la pareja y el peculiar entorno de su d¨ªa a d¨ªa. Pero, sobre todo, son programas que transmiten verdad, naturalidad. En Algo pasa con Ana todo est¨¢ desvirtuado, la verdad brilla por su ausencia. Incluso las torpezas y ca¨ªdas de Obreg¨®n se ven preparadas.
Algo pasa con Ana no es un reality. Es ficci¨®n vendida como realidad. Y el espectador lo nota. Una l¨¢stima porque de donde se pod¨ªa haber sacado oro ha salido la nada. A la cadena DKiss quiz¨¢ le ha servido para que alg¨²n espa?ol m¨¢s sepa de su existencia, para ponerse en el mapa audiovisual, e incluso para que alguien se haya animado a buscarla y sintonizarla. Pero a los espectadores solo nos ha servido para perder una hora de nuestras vidas.
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