El Prado se abre a los ni?os del Romanticismo espa?ol
El museo incluye una obra de Antonio Mar¨ªa Esquivel adquirida por 60.000 euros
Entre sus riqu¨ªsimos fondos, el Prado cuenta con 700 retratos realizados en el siglo XIX. Una gran parte son de ni?os, pero solo uno de ellos, el de Federico Fl¨®rez y M¨¢rquez (1842) de Federico Madrazo, est¨¢ incluido en la colecci¨®n permanente. Para dar a conocer su ¨²ltima adquisici¨®n, un retrato de los hijos de la infanta Josefa (1855) firmado por Antonio Mar¨ªa Esquivel, el museo ha organizado una peque?a exposici¨®n de ocho obras representativas de lo que fue este g¨¦nero durante el Romanticismo espa?ol, fechadas entre 1842 y 1855, que hasta el 15 de octubre del pr¨®ximo a?o se podr¨¢n ver en la sala 60 del edificio Villanueva. Concluida la exposici¨®n, la pintura de Esquivel quedar¨¢ integrada en la colecci¨®n permanente.
Javier Bar¨®n, jefe de Conservaci¨®n de Pintura del XIX, ha organizado el espacio presidido por la nueva compra, un ¨®leo de 145 por 103 cent¨ªmetros por el que el museo ha pagado 60.000 euros a la galer¨ªa madrile?a Caylus. La obra y su marco se encontraban en perfecto estado de conservaci¨®n, por lo que no ha sido necesario su paso por el taller de restauraci¨®n.
El cuadro del sevillano Antonio Mar¨ªa Esquivel (1806-1857) representa a Raimundo Roberto y Fernando Jos¨¦, hijos de la infanta Josefa Fernanda de Borb¨®n, y del escritor y periodista Jos¨¦ G¨¹ell. Los ni?os, vestidos con pieles de animales, est¨¢n caracterizados de pastores arc¨¢dicos. El m¨¢s peque?o abre una jaula en la que est¨¢n encerrados unos jilgueros, una acci¨®n que es le¨ªda como una proclama del liberalismo que profesaba su padre y un s¨ªmil de las ideas del vuelo libre contenidas en El Emilio, de Rousseau.
Javier Bar¨®n se?ala que se trata de una obra singular en el panorama de la pintura rom¨¢ntica porque encarna por s¨ª sola los ideales liberales de ra¨ªz roussoniana acerca de la educaci¨®n libre, palabra esta ¨²ltima que aparece escrita en el collar del perro al que acaricia el ni?o mayor. Los dos ni?os cumplen en el retrato los designios de su padre de huir de todo oropel cortesano, tal como recomend¨® a su hijo mayor en un sentido poema que le hab¨ªa dedicado: "No te importe vivir en la pobreza. / Si puedes aspirar al aire puro. / Y ver la luz del sol y la grandeza / De la noche que llena el cielo oscuro / [¡]. Y no adornes tu frente con laureles. / Ni que la luz del sol nunca te vea, /Rid¨ªculo, vestido de oropeles / Ni del poder llevando la librea¡±.
Las obras que acompa?an la nueva adquisici¨®n muestran un tipo de ni?os muy distintos a los de Esquivel. Todos ellos reflejan la posici¨®n social y econ¨®mica de las familias que en esos a?os encuentran en el retrato la mejor manera de darse a conocer en sus respectivos ambientes. Bar¨®n explica que la idea iniciada en la Ilustraci¨®n acerca de la infancia como edad con valor en s¨ª misma, y no solo como proyecto de futuro, alcanz¨® su m¨¢xima expresi¨®n con el Romanticismo, ya que encarnaba cualidades muy apreciadas como la inocencia, la proximidad a la naturaleza y la sensibilidad no contaminada.
Las escuelas de Madrid y Sevilla fueron las elegidas para la realizaci¨®n de los retratos. Junto a la nueva obra, se expone el retrato de Luisa de Prat y Gandiola (1845), de Vicente L¨®pez; Ni?a sentada en un paisaje (1842), de Rafael Tegeo; Isabel Arag¨®n Rey (1854), de Luis Ferrant; Manuel y Matilde ?lvarez Amor¨®s (1853), de Joaqu¨ªn Espalter, y Federico Fl¨®rez y M¨¢rquez (1842), de Federico Madrazo.
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