¡°Elijo la m¨²sica en funci¨®n de si es magn¨ªfica o mediocre¡±
El tenor alem¨¢n Jonas Kaufmann, que debuta en el teatro Real de Madrid el 22 de noviembre, es hoy por hoy la gran estrella de la ¨®pera mundial
Recuerda c¨®mo se enganch¨® de adolescente a la ¨®pera. ¡°Fue en M¨²nich viendo Madama Butterfly, de Puccini. No te puedo decir si era un buen montaje o no, lo que s¨¦ es que a cada joven hay que proporcionarle la puerta adictiva perfecta para entrar en este mundo y para m¨ª fue esa¡±. El perfume tr¨¢gico del compositor italiano germin¨® aquella noche a todo un gigante: Jonas Kaufmann, actualmente, la estrella m¨¢s seductora y poderosa de la ¨®pera mundial.
Puede tambi¨¦n que la melod¨ªa ejerciera su influjo¡ Como alem¨¢n (M¨²nich, 1969), una de las cosas que Kaufmann siente en lo m¨¢s profundo es c¨®mo desde principios del siglo XX, su cultura se dedicara sin ambages a demolerla mientras los italianos no mostraran reparos en conservarla. ¡°Despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo, la mayor¨ªa de los compositores alemanes denost¨® la melod¨ªa. Puede que porque les resultara demasiado kitsch, pero tambi¨¦n porque los nazis hab¨ªan utilizado la m¨²sica popular como m¨¦todo de control emocional. Les parec¨ªa por tanto m¨¢s peligrosa que seria¡±, afirma.
En Italia, eso no ocurri¨®. O, al menos, de un modo tan radical. ¡°No contemplan el hecho de componer algo que vaya directamente a tus emociones como algo traum¨¢tico y que les d¨¦ miedo. Adem¨¢s, les encanta cantar en cualquier sitio como forma espont¨¢nea de expresar sus sentimientos. En Alemania, si entras a un transporte p¨²blico y entonas algo, la gente abre el bolso y te da dinero¡±.
Despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo, la mayor¨ªa de los compositores alemanes denost¨® la melod¨ªa. Los nazis hab¨ªan utilizado la m¨²sica popular como m¨¦todo de control emocional. Les parec¨ªa por tanto m¨¢s peligrosa que seria¡±
A estas alturas, le da un poco lo mismo el car¨¢cter de su procedencia. La versatilidad de este tenor es tal, que en Italia le han adoptado como a uno de los suyos. Hoy, Kaufmann, triunfa en una doble condici¨®n. Destaca como un cantante tan del norte como del sur. Sus armas para la conquista en ese terreno las esgrime constantemente al demostrarles su maestr¨ªa en los Verdis y Puccinis m¨¢s potentes. De Don Carlo y Traviata a La Forza del Destino o el Otelo que estrena esta temporada en el Covent Garden; de Boh¨¨me a Tosca, el poder¨ªo del int¨¦rprete encima de un escenario, su magnetismo, su entrega emocional, su arrastre, hacen el resto: lo convierten en especial, en un fen¨®meno ¨²nico.
Ahora, adem¨¢s, se ha adentrado en el repertorio m¨¢s popular de la canci¨®n napolitana y del sur, principalmente. Lo ha hecho con Dolce Vita, un disco que huele a Domenico Modugno, Ernesto de Curtis, Lucio Dalla o Nino Rota, entre otros cl¨¢sicos ultrapopulares sin complejos. Sus efectos de contagio en la presentaci¨®n que hizo en el teatro San Carlo de N¨¢poles, frente a 1.500 j¨®venes a los que no neg¨® fotos ni aut¨®grafos tras darles previamente con sabios y aut¨¦nticos consejos en una master class, certificaban la evidencia de que para muchos de ellos, Kaufmann representa ahora una potente seducci¨®n adictiva como entrada en el mundo de la ¨®pera.
Lo mismo ocurrir¨¢ cuando, tras cancelar por enfermedad su recital el pasado 10 enero, debute finalmente en el teatro Real de Madrid. Esta vez ha elegido un repertorio distinto con obras de Mahler, Britten y Strauss. La versatilidad de Kaufmann funciona como otra de sus m¨¢s imbricadas bazas. ?l dice que se aburrir¨ªa si se ci?era siempre a lo mismo. Por eso ha saltado y salta ahora con facilidad de Mozart, Wagner y Strauss a Verdi, a Puccini o a lo que pueden ser rarezas para tenores de corte m¨¢s ligero como el Werther de Massenet.
No se aleja del rigor, pero se muestra m¨¢s que abierto a ensanchar los p¨²blicos. ¡°El criterio para seleccionar la m¨²sica que canto y grabo no se basa en conceptos como serio o popular. Mi distinci¨®n para elegirla radica en si es magn¨ªfica o mediocre. Si me meto a interpretar repertorios m¨¢s abiertos al p¨²blico, como en este disco dedicado a Italia, hay otra raz¨®n: divertirme. Me doy cuenta de lo poderosas que son ciertas canciones porque se quedan en mi cabeza mucho m¨¢s tiempo de lo normal¡±.
Al espectador le ocurre le mismo tras contemplarle. M¨¢s si lo ve en cualquier t¨ªtulo con una de las sopranos junto a la que est¨¢ marcando ¨¦poca: Anja Harteros. Con el t¨¢ndem se da lo que Kaufmann denomina la poes¨ªa del momento. ¡°Nos une la inspiraci¨®n y un instinto mutuos. Con ella a mi lado s¨¦ que puedo arriesgarme m¨¢s, como el hecho de cantar pasajes suaves de Don Carlo con una delicadeza e intimismo especiales. Pero tambi¨¦n otros m¨¢s espont¨¢neos o fogosos. Una Tosca con ella significa que ning¨²n d¨ªa resulta igual y que de alguna forma renovamos la ¨®pera cada d¨ªa. Esa actitud es una lecci¨®n que aprend¨ª de Giorgio Strehler en su d¨ªa, al hacer Cos¨¬ fan tutte en Mil¨¢n y que me persigue constantemente¡±.
Lo mismo que negarse a cantar en un idioma que no domine. ¡°Es fundamental saber lo que dices. La clave no est¨¢ en memorizar y poner caras cuando alguien te indica, desde fuera, lo que significan las cosas. Deben brotar de dentro y para ello no hay otro camino que el profundo conocimiento de lo que se expresa. En un mundo en que cada vez vivimos m¨¢s deprisa y dependientes de la tecnolog¨ªa, me da miedo que se pierda la fantas¨ªa. No podemos interpretar de manera mec¨¢nica. Lo mismo ocurre con la verdad de lo que sientes en escena. La experiencia para hacer brotar sentimientos no debe ser fingida, sino real. De otra manera ser¨¢s incapaz de crear un flujo de emociones que llegue a la gente¡±.
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