¡®Black Mirror¡¯, tres estrellas
Quiz¨¢s vivamos ya un futuro dist¨®pico, y Charlie Brooker solo sea cronista de nuestro tiempo
Black Mirror ha dado el salto de Reino Unido a Netflix. S¨ª, ese gigante global que ha creado un mundo de zombis enganchados a maratones de series, espectadores que no pueden esperar siete d¨ªas para ver el siguiente episodio y verdaderos creyentes de una religi¨®n que obliga a no dejar la pantalla ni en el metro. Black Mirror es su propio Black Mirror.
Quiz¨¢s vivamos ya un futuro dist¨®pico, y Charlie Brooker solo sea cronista de nuestro tiempo. En uno de los mejores episodios de la tercera temporada, estrenada el viernes, la serie casi parece demasiado real. Los protagonistas punt¨²an con estrellas las fotos de vacaciones de sus amigos, el restaurante donde comen y hasta el vecino que se topan al salir de casa. No hay consecuencias. Quieren que todos se enteren qu¨¦ les gusta, pero nunca despegan la mirada del m¨®vil. Mientras, lo refrescan sin parar para comprobar si alguno de esos amigos env¨ªan un coraz¨®n a su perspicaz reflexi¨®n sobre la situaci¨®n internacional actual.
El cap¨ªtulo muestra un ambiente futurista y una tecnolog¨ªa desconocida, pero su argumento suena costumbrista: un lugar donde las personas fotograf¨ªan su comida y se miden por seguidores en redes. Eso es lo que sigue dando terror de Black Mirror. Ni sustos, ni monstruos. La realidad que rezuma su ciencia-ficci¨®n.
Algunos episodios quedan viejos en meses. La segunda temporada presentaba un famoso ¨ªdolo televisivo que mediante bromas pesadas llegaba a presidente. Era la marioneta perfecta. Aquel Waldo ha saltado hoy al mundo real con un flequillo imposible. Est¨¢ a dos semanas de la Casa Blanca.
Desde su nuevo hogar internacional, Black Mirror es m¨¢s irregular y menos salvaje, pero igual de directa. En seis episodios repasa como ninguna otra serie los problemas de la modernidad: el abuso de la nostalgia, los videojuegos, el miedo a envejecer, la militarizaci¨®n, la realidad virtual... Brooker quiere hacernos sufrir y lo subraya en cada secuencia. Quiere que recapacitemos por vivir como vivimos. Pero nosotros solo movemos el dedo para poner otro episodio. Al terminar, alzamos el pulgar y lo calificamos con tres estrellas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.