Las edades del superviviente

Alberto Morais es de esos cineastas que han tenido desde el principio clara su filiaci¨®n est¨¦tica: su documental Un lugar en el cine (2008) era el manifiesto de un autor que se reconoc¨ªa hijo del neorrealismo y de las revoluciones formales y narrativas que supuso en el cine europeo de posguerra. El neorrealismo no es un movimiento acotado en el tiempo, sino una ¨¦tica, una sensibilidad y una mirada que siguen siendo fundamentales para desentra?ar el presente a partir de la aparente paradoja de fabular con los materiales de lo real.

Tras Las olas (2011) y Los chicos del puerto (2013), con su com¨²n idea del viaje como s¨ªntesis de memoria y presente, La madre aporta cambios sustanciales en el discurso del cineasta sin comprometer sus convicciones est¨¦ticas: la pel¨ªcula est¨¢ presidida por unas interpretaciones org¨¢nicas y naturalistas que hacen olvidar el pie forzado en la direcci¨®n de actores de su trabajo anterior, orientada hacia una contraproducente asfixia de la expresividad.

Miguel ¨Cun Javier Mendo sin ninguna nota impostada- es un n¨¢ufrago del hundimiento del sistema que intenta sobrevivir en espacios que sabe ef¨ªmeros, mientras el faro materno se muestra incapaz de emitir se?ales de afecto y ayuda. Huyendo de asistentes sociales y pulsando la hostil hospitalidad de viejos conocidos, el personaje avanzar¨¢ hacia un duro gesto de madurez en el curso de una pel¨ªcula implacable, que no juzga a ning¨²n personaje, pero propone una feroz impugnaci¨®n de un sistema dise?ado para no tender la mano a sus da?os colaterales.