El realismo americano de R. Ford
El autor se presenta este oto?o con tres novelas cortas agrupadas en 'De mujeres con hombres', que editar¨¢ Anagrama, y un conmovedor retrato de su madre titulado 'Mi madre'
Richard Ford (Jackson, 1945) inici¨® su trayectoria literaria con Un trozo de mi coraz¨®n (1976), relato de ecos faulknerianos que cuenta la historia de dos vidas sin rumbo cuyos destinos se cruzan en el delta del Misisip¨ª. Cinco a?os despu¨¦s public¨® La ¨²ltima oportunidad (1981), una dura historia de drogas y lealtades traicionadas ambientada en M¨¦xico. A principios de la d¨¦cada de los ochenta, Ford trabaj¨® como redactor de la revista Inside Sport, experiencia que capitalizar¨ªa en El periodista deportivo (1986), novela que supuso su consagraci¨®n, y en la que da vida a Frank Bascombe, el narrador cuya sagaz mirada es capaz de desvelar en toda su complejidad la textura de la vida estadounidense. En Rock Springs (1987), conjunto de cr¨®nicas sobre la vida rural en parajes desolados de Wyoming y Montana, Ford forja una prosa desnuda que destila un hondo lirismo.
Su exploraci¨®n de la Am¨¦rica profunda se prolong¨® en Incendios (1990), novela desigualmente recibida por sus seguidores. En 1995, Ford public¨® El d¨ªa de la independencia, larga meditaci¨®n novelesca considerada por muchos lo mejor de su carrera. Narrada por el inolvidable Frank Bascombe, recibi¨® los premios Pulitzer y PEN/Faulkner. Se publicar¨¢n este octubre en nuestro pa¨ªs dos t¨ªtulos de Richard Ford: De mujeres con hombres (Anagrama) y Mi madre, in mem¨®riam (Lumen).
Pregunta. ?C¨®mo surgi¨® la idea de escribir un libro de novelas cortas?
Respuesta. Hab¨ªa acumulado un material que no me interesaba explorar desde una sola perspectiva, y despu¨¦s de haber publicado varias novelas de gran extensi¨®n quer¨ªa escribir algo sustancial pero que no me supusiera a?os de trabajo. Escrib¨ª El mujeriego en Par¨ªs, y me interes¨® el formato. Cuando termin¨¦ Celos, me di cuenta de que aunque la acci¨®n se desarrollaba en un escenario distinto, hab¨ªa muchos puntos en com¨²n entre las dos historias y pens¨¦ que ser¨ªa perfecto completar un tr¨ªptico. La unidad se fue gestando sola. Aunque las publiqu¨¦ primero en revistas, siempre pens¨¦ que las tres novelas cortas formar¨ªan parte de un libro.
P. Las tres historias abordan desde perspectivas diferentes el solipsismo, para usar la misma palabra de que se ha servido usted, que aqueja al hombre occidental contempor¨¢neo, cuesti¨®n que ya aparece en otras obras suyas, de manera muy especial en El d¨ªa de la independencia.
"Siento particular debilidad por Incendios. No s¨¦ si se debe a que fue el que se recibi¨® peor"
R. Los personajes principales de las historias, dos hombres y una mujer, est¨¢n aquejados de solipsismo en el sentido de que s¨®lo se preocupan por lo que les afecta a ellos y a nadie m¨¢s, y en cada caso esa incapacidad para ver m¨¢s all¨¢ de uno mismo y preocuparse por lo que sienten los dem¨¢s y adentrarse en sus vidas, acaba por provocar alguna forma de desastre. En definitiva, lo que de una manera impl¨ªcita viene a sugerir el libro es que el solipsismo (ego¨ªsmo, narcisismo, o como quiera llamarlo) est¨¢ abocado a provocar alguna p¨¦rdida personal. La conciencia de que las cosas son as¨ª es lo que hace que Frank Bascombe, al final de El d¨ªa de la independencia, se incorpore a una manifestaci¨®n, como un gesto de salvaci¨®n. Lo cierto es que la mayor parte de las cosas que he escrito en mi vida son una exploraci¨®n del triunfo o el fracaso del afecto para resolver los dilemas que afronta el ser humano. Es lo que alud¨ªa Hemingway al hablar de "lo que tenemos en lugar de Dios".
P.?La primera y la ¨²ltima historia de De mujeres con hombres tienen lugar en Par¨ªs, y la central, en Montana, que era tambi¨¦n el escenario de los cuentos de Rock Springs y de Incendios. ?C¨®mo funciona eso en su imaginaci¨®n?
R. Quiz¨¢s el libro hubiera funcionado mejor si hubiera colocado una historia en Berl¨ªn. Como indica el t¨ªtulo del ¨²ltimo relato, me ocupo del comportamiento del hombre occidental, sea en el oeste americano o en Europa. Desde un punto de vista emocional, lo que ocurre en Montana no es muy diferente de lo que pueda suceder en cualquier otra parte del mundo. Da la casualidad de que justo por la ¨¦poca en que viv¨ªa all¨ª encontr¨¦ mi estilo caracter¨ªstico, y por eso ha habido quienes han dicho que hab¨ªa una correspondencia org¨¢nica entre mi estilo y el paisaje de Montana, pero eso es una estupidez. La literatura se hace con palabras, no con paisajes.
P. ?Le afectan las cr¨ªticas negativas?
R. Mire, yo trabajo muy duro y trato de hacer las cosas lo mejor posible. Bastante tengo con escribir como para encima tener que preocuparme por lo que digan los dem¨¢s. No he escrito un solo libro que no haya tenido alguna cr¨ªtica negativa, incluso libros que ahora a todo el mundo le parecen maravillosos, como Rock Springs o El d¨ªa de la independencia. Siempre ha sido as¨ª. De joven, eso me afectaba mucho, ahora no puedo permitirme semejante lujo.
P. Usted no se considera un escritor sure?o. ?D¨®nde se ve a s¨ª mismo dentro de la tradici¨®n de la novela americana?
R. Soy simplemente un escritor realista americano. Eso es todo. El hecho de haber nacido en el sur es cuesti¨®n de buena suerte, porque es una regi¨®n que valora altamente todo lo que tenga que ver con la literatura, pero mi obra no a?ade nada al localismo sure?o. Despu¨¦s de 1978, hice cuanto pude por mantenerme alejado de esa tradici¨®n y ocuparme del conjunto de la realidad norteamericana.
P. Se dice que usted es el m¨¢s errabundo de los escritores estadounidenses vivos. Pr¨¢cticamente se ha movido por todo el territorio de su pa¨ªs. ?Qu¨¦ le ha llevado a vivir en tantos lugares diferentes?
R. Nac¨ª en una localidad remota y apartada del profundo sur. Am¨¦rica quedaba muy lejos, y yo quer¨ªa conocer todos los rincones del pa¨ªs. Adem¨¢s, como escritor, siempre tuve mucha curiosidad por ver en qu¨¦ medida los valores, el lenguaje y el sentido de la historia sure?os pod¨ªan serme de utilidad en otras partes del pa¨ªs. Descubr¨ª que las met¨¢foras, los tropos e idiosincrasias del lenguaje del sur eran perfectamente v¨¢lidas para hacer literatura sobre el norte o el oeste, lo cual me hizo pensar que el pa¨ªs ten¨ªa una cohesi¨®n mucho mayor de lo que yo siempre hab¨ªa pensado. Pero ahora que conozco todos los lugares a los que s¨¦ que no quiero regresar, creo que mi itinerancia est¨¢ a punto de tocar fin.
P. Muchas veces un autor tiene un libro favorito, y sus lectores prefieren otro. ?Qu¨¦ libro ser¨ªa ese en el caso de Richard Ford?
R. De entre todos los libros que he escrito, siento particular debilidad por Incendios. No s¨¦ si se debe a que fue el que recibi¨® el peor trato. A m¨ª me parece una verdadera gema, un relato ¨¢gil, claro y bien definido. Sin embargo, mucha gente lo recibi¨® mal porque dec¨ªan que se parec¨ªa demasiado a Rock Springs. Como escritor sigo mi propio ritmo; escribo lo que tengo que escribir sin preocuparme de que se parezca o deje de parecerse a lo que he hecho anteriormente. Lo que me gusta, y lo que procuro hacer, es escribir buenas novelas. Si lo consigo, para m¨ª eso es suficiente.
P. El periodista deportivo, la novela que supuso su consagraci¨®n, era un universo narrativo completo en s¨ª mismo. Sin embargo, cuatro a?os despu¨¦s, sorprendi¨® a todos volviendo a dar vida a su protagonista y narrador, Frank Bascombe, en El d¨ªa de la independencia. ?Siempre supo que iba a suceder una cosa as¨ª o se dio cuenta mucho despu¨¦s de haber escrito la primera novela?
R. Me di cuenta despu¨¦s. Cuando se public¨® El d¨ªa de la independencia afirm¨¦ tajantemente que jam¨¢s hab¨ªa tenido la menor intenci¨®n de publicar un segundo libro protagonizado por Bascombe, y era muy sincero. Pero hace un par de a?os, al revisar mis cuadernos de notas, me di cuenta de que s¨ª exist¨ªa aquella intenci¨®n. Hab¨ªa algunas referencias, que en aquellos momentos resultaban tan insignificantes, que ni yo mismo era consciente de ellas; pero indudablemente el germen estaba ah¨ª. No s¨¦ cu¨¢ndo empec¨¦ a sentir nostalgia de la voz de Frank, pero cuando sucedi¨®, me opuse ferozmente a la idea de volver a traerlo. Hasta que un d¨ªa me dije: "?Pero por qu¨¦ resistirme a un don que me han concedido los dioses?". El resultado fue El d¨ªa de la independencia.
P. ?Qu¨¦ escritores han influido m¨¢s en usted como cuentista?
R. Hemingway, Frank O'Connor, Sherwood Anderson, Eudora Welty, Faulkner: Harold Pinter fue muy importante, aunque fuera dramaturgo; Isaac Babel. Ch¨¦jov, en realidad, no, pues no lo le¨ª hasta muy tarde. Por supuesto, el Joyce de Dublineses.
P. Y como novelista?
R. Faulkner, desde luego. Hemingway, no. No es que no me gustaran sus novelas, pero no recuerdo nada de ellas. Thomas Mann. Joseph Conrad. Flannery O'Connor fue de gran importancia porque era una escritora que ten¨ªa un lenguaje sure?o sin ser faulkneriana.
P. ?Walker Percy?
R. Fundamentalmente El cin¨¦filo, una novela espl¨¦ndida, a la que rindo homenaje en El periodista deportivo, pero Walker Percy, al igual que O'Connor, era cat¨®lico, y para m¨ª la religi¨®n es un callej¨®n sin salida. El m¨ªo es un universo sin dios, de modo que tengo que encontrar otra entidad en la que resida el misterio.
P. ?La literatura puede cambiar el mundo?
R. Bueno, no con la misma contundencia que una bomba, pero s¨ª puede cambiar a las personas, puede inspirar una renovaci¨®n emocional y ense?arnos una nueva conciencia, s¨ª. En la tarea pr¨¢ctica de escribir libros d¨ªa tras d¨ªa uno se compromete a s¨ª mismo a una suerte de empresa que ocupa el lugar de la pr¨¢ctica religiosa. Hay un verso de Wallace Stevens, que dice: "En una ¨¦poca sin creencias, la misi¨®n del poeta es proporcionar las satisfacciones de la fe". Es lo que intento con mis historias.
P. ?Piensa mucho en Frank Bascombe?
R.?Todo el tiempo.
P.??Es posible que vuelva?
R.?Seguro. A principios del verano ten¨ªa pensado dar los pasos preliminares para la organizaci¨®n de una novela que ¨¦l se encargar¨ªa de narrar. Y aunque en vez de eso he escrito otra novela corta, estoy completamente convencido de que va a haber otro t¨ªtulo narrado por Frank.
La Desolaci¨®n de la Vida Cotidiana
El estadounidense Richard Ford escribe con una limpidez y una econom¨ªa de medios que le permiten captar con precisi¨®n la poes¨ªa oculta tras la inmediatez f¨ªsica de lugares y personas, como si le bastara rozar la superficie de la realidad para rescatar el fondo vivo de las cosas. Ford cultiva un estilo sencillo y natural, que hunde sus ra¨ªces en lo m¨¢s profundo de la tradici¨®n realista que siempre ha sido la columna vertebral de la gran literatura norteamericana. En Espa?a, se publicar¨¢n en octubre, dos t¨ªtulos que nos muestran facetas at¨ªpicas de este autor. El primero (Mi madre, in mem¨®riam) es un conmovedor retrato de su madre, escrito en 1986, poco despu¨¦s de su muerte. Con austeridad y emoci¨®n contenida, en el espacio de unas breves p¨¢ginas, Ford evoca las circunstancias -dif¨ªciles o luminosas-, los momentos de plenitud y soledad de una vida llevada con generosidad y entereza. La invisibilidad del estilo consigue desempa?ar el cristal que encapsul¨® la existencia de Edna Ford, una existencia cuya complejidad y sentido profundo son rescatados del anonimato y el olvido gracias al dif¨ªcil ejercicio de introspecci¨®n sobriamente cincelado por su hijo.
De las tres novelas cortas reunidas bajo el t¨ªtulo de De mujeres con hombres destaca, por la cruda belleza y desnudez del relato, Celos, la ¨²nica de las historias que transcurre en el coraz¨®n de la Am¨¦rica profunda. Por sus p¨¢ginas alienta la misma poes¨ªa que recorre los p¨¢rrafos de Rock Springs. Unas cuantas im¨¢genes esenciales, dibujadas con apenas unos trazos, le bastan a Ford para transmitir la desolaci¨®n de la vida cotidiana en Montana: un motel al borde de una autopista, la sala de espera de una estaci¨®n de ferrocarril, las palabras de un indio borracho a punto de ser asesinado, el bullicio nocturno de unos camiones gigantescos aguardando para repostar en una gasolinera.
En El mujeriego y Occidentales, los otros dos relatos que integran el volumen, Ford se aventura en terreno menos familiar. A fin de llevar a cabo una exploraci¨®n m¨¢s neutra de la textura moral del solipsismo, el novelista sit¨²a a sus personajes en Par¨ªs. Los relatos se abren y se cierran con fuerza; protagonistas y argumentos est¨¢n n¨ªtidamente definidos. Es en el desarrollo intermedio de la acci¨®n donde se pone de relieve la irrenunciable americanidad del autor, que a veces parece sentirse tan desubicado en la capital francesa como sus propios personajes. Tal vez inconscientemente, las historias de americanos en Par¨ªs escritas por Richard Ford escenifican el conflicto entre la supuesta amoralidad del viejo continente y la nostalgia de una inocencia irrecuperable, como sol¨ªa ocurrir en las f¨¢bulas morales de Henry James.
Mientras contempla c¨®mo Ford ahonda en lo?m¨¢s anodino de las vidas de los personajes, el lector puede en alg¨²n momento asomarse al abismo del aburrimiento. Afortunadamente, el autor lleva sus indagaciones psicol¨®gicas hasta un punto sin retorno, en el que los personajes afrontan la dimensi¨®n tr¨¢gica de la existencia. A todas luces, la experimentaci¨®n con el relato de media distancia, constituye una etapa de transici¨®n. De un inter¨¦s t¨¦cnica y formalmente extraordinario, estos relatos proporcionan una lectura de incuestionable calidad. Mientras Richard Ford orienta su talento en una nueva direcci¨®n, para fieles y extra?os ser¨¢ una delicia acompa?arlo en el comp¨¢s de espera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.