Biblioteca de bodrios (y alguna obra maestra)
Publicada este abril en Par¨ªs, Le myst¨¨re Henri Pick, de David Foenkinos (Gallimard), arranca en Breta?a con la decisi¨®n de un bibliotecario de reunir toda clase de manuscritos de novelas rechazadas. Es un inicio que deliberadamente recuerda a El aborto, aquella novela de 1971 en la que Richard Brautigan describ¨ªa una biblioteca de manuscritos rechazados por editoriales de todo el mundo. Cuando Brautigan muri¨® ¡ªse vol¨® la cabeza en 1984 en un caser¨®n frente al Pac¨ªfico¡ª aquella biblioteca de ficci¨®n pas¨® a existir en la vida real: la fund¨® en Burlington uno de los admiradores del escritor, y recuerdo haberla nombrado en Bartleby y compa?¨ªa, y tambi¨¦n que muchos lectores creyeron que la hab¨ªa inventado.
El caso es que la biblioteca de Burlington fue pasando por diferentes avatares, cerr¨® y volvi¨® a abrir y cerr¨® de nuevo, hasta recalar de modo estable desde 2010 en el Clark County Historical Museum de Vancouver, adonde llegan hoy en d¨ªa, dicen que con ritmo desaforado, gran n¨²mero de manuscritos rechazados. En el momento de escribir esto, la Brautigan Library cuenta con m¨¢s de 400 manuscritos a la vista del p¨²blico y un sinf¨ªn de in¨¦ditos que proyectan digitalizar.
Y s¨ª. Cualquiera puede enviar all¨ª su bodrio, o su obra maestra. De hecho, para hacerlo no es necesario haber pasado previamente por la negativa de una editorial, ni tampoco por dieciocho rechazos seguidos, como cuentan que le ha ocurrido a Paul Beatty con la novela que ha ganado el Man Booker Prize.
?Si es duro pasar por esa cadena de negativas? Quiz¨¢, pero en realidad uno no es nadie si no tiene alg¨²n libro rechazado. Y si no que se lo digan a un pariente de Mallorca, estudioso de los fantasmas de su cerebro y admirador incondicional de Jose Mar¨ªa Gironella. Este pariente enviaba sus manuscritos a todas las editoriales, pero su caso era cada d¨ªa m¨¢s penoso, no porque le rechazaran todo, sino porque nadie se dignaba contestarle. Un d¨ªa me dijo: me gustar¨ªa contar al menos con una carta de repudio. Dicho y hecho. Present¨¦ su ¨²ltimo manuscrito en mi editorial y les ped¨ª que no se olvidaran de contestarle, como as¨ª fue. En menos de una semana recibi¨® una fulminante carta de rechazo: ¡°Estimado se?or, nos ha causado una agradable impresi¨®n su novela, pero...¡±.
Tras la carta, fue el hombre m¨¢s feliz del mundo, y hasta la enmarc¨® y la colg¨® de una pared del comedor de su casa de Felanitx. Por cierto, ?habl¨¦ ya de la gran dosis de refinada crueldad que puede agazaparse en ciertas negativas editoriales? Un caso llamativo es la respuesta que un joven escritor canadiense recibi¨® de una revista cient¨ªfica de Shangh¨¢i: ¡°Estimado se?or, hemos le¨ªdo con indescriptible entusiasmo su manuscrito. Si lo editamos, ser¨¢ imposible para nosotros publicar cualquier trabajo de menor nivel. Y como es impensable que en los pr¨®ximos mil a?os veamos algo que supere al suyo, nos vemos obligados, para nuestra desgracia, a devolverle su divina composici¨®n, y a rogarle mil veces que pase por alto nuestra miop¨ªa y timidez¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.