El Drogas: ¡°En este pa¨ªs manda la imbecilidad program¨¢tica¡±
Enrique Villarreal, exl¨ªder de Barricada, lanza un disco doble que recoge un homenaje a su trayectoria
Entre una docena de ejecutivos con sus maletines, otra de simples paisanos y un pu?ado de operarios de la estaci¨®n de tren de Pamplona, se divisa al final del and¨¦n, como un colorido islote, a un pirata. Pa?uelo rojo en la cabeza, largas rastas, poblada perilla cana, gafas amarillas y camisa a cuadros. Es Enrique Villarreal Armend¨¢riz (Pamplona, 1959), m¨¢s conocido como El Drogas. Camina con peque?os pasos, algo torcido, mientras despliega una sonrisa como un tren de mercanc¨ªas. ¡°Me cago en diez. Ya est¨¢is aqu¨ª¡±, dice con tono de abuelo entra?able.
Ha venido en su propio coche a la estaci¨®n antes de pasar el d¨ªa con ¨¦l en su local de ensayo en el pueblo de Berriozar, a las afueras de la ciudad. Una nave industrial de dos plantas, cuidadosamente decoradas con motivos rockeros por ¨¦l mismo y su pareja Mamen, hace de refugio existencial y base de operaciones de este hombre de 57 a?os, que el pasado 2 de julio protagoniz¨® una noche hist¨®rica al recibir un gran homenaje sobre el escenario. Por aquel concierto en la Ciudadela de Pamplona, que repas¨® su carrera en solitario, al frente de Barricada y otras dos bandas menos conocidas como Txarrena y La Venganza de la Abuela, desfilaron Rosendo, Fito Cabrales, Yosi de Los Suaves, Luz Casal, Quique Gonz¨¢lez, Leiva, M-Clan, Iv¨¢n Ferreiro, S?ber¡ y as¨ª hasta 19 invitados para arropar a una de las figuras m¨¢s queridas y respetadas del rock espa?ol.
¡°?Menudo Cristo! Fue un gran berenjenal, con una respuesta incre¨ªble. Pero no lo veo como un homenaje¡±, confiesa sentado sobre unos sof¨¢s cubiertos con camisetas de grupos de m¨²sica. ¡°Lo ve¨ªa y lo veo como un final de gira con un gran espect¨¢culo. Quer¨ªa que la gente saliese tocada y con la sensaci¨®n de ver algo diferente¡±. Para El Drogas, el concierto, que se publica este viernes en un doble disco acompa?ado de un doble DVD bajo el nombre de Un d¨ªa nada m¨¢s y la producci¨®n de Carlos Raya, fue m¨¢s bien un encuentro entre colegas y h¨¦roes de juventud: ¡°Luz Casal era la hostia para m¨ª desde que era corista de Le?o, una banda que fue una patada en mi vida. Rosendo ya ni te cuento¡±, explica el cantante, quien asegura que vive un homenaje ¡°en cada concierto¡± porque tiene ¡°una sensaci¨®n eterna de d¨¦bito con el p¨²blico¡±. Tambi¨¦n cuenta que ya trabaja en un ambicioso ¨¢lbum que, a priori, ser¨¢ la uni¨®n de tres proyectos compositivos en uno. ¡°Para m¨ª es un lujo estar viviendo de lo que me gusta en un pa¨ªs donde la imbecilidad program¨¢tica manda¡±, sentencia.
No ha sido f¨¢cil. Ni lo es. El Drogas es un superviviente. Tras trabajar en un taller de coches y hacer el servicio militar, fund¨® Barricada en 1982. El nombre se le ocurri¨® en la mili mientras pensaba en sus calles navarras en lucha por consolidar la libertad. Bajo la influencia de MC5 o The Stooges, Barricada era rock urbano con car¨¢cter combativo, que se hizo fuerte con un p¨²blico fiel en los m¨¢rgenes de la industria y la atenci¨®n medi¨¢tica. ¡°La m¨²sica refleja lo que se vive en la calle¡±, dice tras reivindicar la ¡°fuerza emocional¡± de los ochenta. ¡°Hacen falta menos tricornios y m¨¢s trabajo. Estoy hasta los cojones de o¨ªr a tertulianos pol¨ªticos. Habr¨ªa que empezar a dar tortazos¡±, apunta citando a los revolucionarios franceses. ¡°Ahora las calles son centros comerciales inmensos. El rock como una forma de transgresi¨®n est¨¢ perdido. Para m¨ª vive porque creo que es un traje que me queda bien¡±, a?ade. Ese traje es el que lleva como artista, un m¨²sico comprometido con causas pol¨ªticas y sociales ¨Ccomo ese grupo que tiene con m¨²sicos con s¨ªndrome de Down-. Convicciones que, seg¨²n afirma, le llevaron a ser expulsado de Barricada por sus compa?eros Boni, Alfredo e Ibi por seguir defendiendo la f¨®rmula de reparto equitativo de los beneficios.
Su verborrea es torrencial, saltando de un tema a otro, como cuando en la biblioteca que descansa entre guitarras, pianos, bater¨ªas, ¨®rganos y alfombras en su personal¨ªsimo local de ensayo se pasa de biograf¨ªas musicales y libros de letras de canciones a ensayos filos¨®ficos o antolog¨ªas po¨¦ticas. Padre de dos hijos y abuelo de dos nietos ¨C¡°es una pasada porque mi funci¨®n es darles todos los caprichos¡±-, El Drogas, que lleva diez a?os sin consumir droga ni gota de alcohol, es cercano en las distancias cortas. Y, en mitad de la comida, confiesa: ¡°Tengo un ojo independiente, a su puta bola desde nacimiento. As¨ª que, para ver equilibrado, voy torcido¡±. Como un corsario que ha cruzado mil mares, y que en su particular forma de andar ya explica su m¨¢xima: ¡°En esta vida siempre hay que dar batalla. Me cago en diez¡±.
Expulsado de la banda que fund¨®
¡°Soy de los de Barricada en busca y captura¡±, dice El Drogas con una risotada. El m¨²sico fue expulsado en 2011 del grupo que ¨¦l mismo fund¨® en su Pamplona natal. Se enter¨® a posteriori, sin ning¨²n aviso previo, cuando un d¨ªa llam¨® para grabar y le dijeron que ya ¡°ten¨ªan bajista¡± y no contaban con ¨¦l, bajista, cantante y compositor de la banda. ¡°Me sent¨ª m¨¢s solo que la una, pero termin¨® por convertirse en la mejor patada en la boca que me han dado¡±, asegura para despu¨¦s reconocer que fue ¡°la peor ¨¦poca de su vida¡± al coincidir su salida con un duro diagn¨®stico de Alzheimer en su madre.
Al a?o siguiente, Barricada public¨® el disco Flechas cardinales, reclutando al zarauztarra Ander Izeta (Estigia, Eraso!) como bajista para ese trabajo y la posterior gira. Pero en 2013 el grupo anunci¨® que se disolv¨ªa definitivamente. "Fue una puta mierda de disco", afirma El Drogas, que reconoce que sali¨® adelante rode¨¢ndose de su gente y ahora se siente respetado y querido por el p¨²blico y sus compa?eros de profesi¨®n.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.