El concierto de ¡®OT: El reencuentro¡¯, la mayor verbena jam¨¢s televisada
Al final, 'OT: El reencuentro', como Bisbal a Chenoa, nos ha hecho la cobra
La nostalgia ha vencido en OT: El reencuentro. Alguien tuvo la genial idea de volver a juntar a los 16 concursantes del primer Operaci¨®n triunfo, aquel que lleg¨® cuando Espa?a dejaba atr¨¢s la peseta. Qu¨¦ j¨®venes ¨¦ramos. Ahora, 15 a?os despu¨¦s, descubrir qu¨¦ fue de ellos y ver a trav¨¦s de ellos c¨®mo hemos cambiado ha sido un regalo de TVE y Gestmusic. La celebraci¨®n del aniversario de aquel primer OT termin¨® en la noche del lunes con un concierto emitido en directo en el primer canal de la cadena p¨²blica desde el Palau de Sant Jordi de Barcelona. Parec¨ªa que ser¨ªa el broche de oro a la fiesta de la nostalgia, al recuerdo de un programa generacional. Pero...
Demasiado pronto se comprob¨® que un evento de estas caracter¨ªsticas no era la mejor idea para ser televisado. El directo impone problemas, como que el sonido no fuera el mejor. O que la iluminaci¨®n elegida no fuera eficaz en la pantalla. O que la realizaci¨®n no estuviera suficientemente preparada (?no se ve¨ªan demasiado huecos vac¨ªos en el Palau?). Era como si se hubiera montado el concierto deprisa y corriendo. Como una gran verbena, con m¨²sica de verbena, de la que estuvi¨¦ramos participando toda Espa?a.
El concierto de OT: El reencuentro hab¨ªa apostado todo a una carta: Escondidos. Hubo grandes teloneros, otros esperados d¨²os como el de Gisela y Bustamante (que no parec¨ªa muy c¨®modo en el escenario en algunas de sus actuaciones) o Nuria Ferg¨® y Manu Tenorio, o incluso, si me apuran, F¨®rmula Abierta con su "te quiero y quiero m¨¢s" (?qui¨¦n no ha cantado y bailado alguna vez esta canci¨®n en alguna fiesta o garito?). Da igual, aqu¨ª hemos venido a ver otra vez a Chenoa y Bisbal cantando Escondidos.
El premio gordo, como era de esperar, sali¨® casi al final. Y el chasco fue tambi¨¦n gordo. Faltaba aquella chispa, aquella verdad. Aquel haber estado escondidos. Falt¨® contacto visual. Falt¨® hasta un beso que Chenoa busc¨®. Pero nada. El coraz¨®n de Espa?a se rompi¨® en mil pedacitos con una cobra de la que hay constancia gr¨¢fica en Twitter.
La Cobra de #OTConcierto pic.twitter.com/VKoEIGZ5ot
— Toniemcee (@toniemcee) October 31, 2016
Porque sin Twitter, como pasa con Eurovisi¨®n, el concierto de OT habr¨ªa sido casi insoportable. Para que todos estuvieran presentes, Juan Camus puso una condici¨®n: que todos pudieran cantar al menos una canci¨®n en solitario. Incluso Javi¨¢n, Mireia y Geno. E incluso ¨¦l. O dos. Seguidas. Como ¨¦l, que ped¨ªa constantemente al p¨²blico ¡ªsin ¨¦xito ninguno¡ª que le acompa?ara en sus canciones. Y con esa afinaci¨®n. Aunque ese tema, el de la afinaci¨®n, ya es otra cuesti¨®n m¨¢s peliaguda. Seguro que a Risto Mejide, implacable juez de triunfitos postreros, le sangraban los o¨ªdos. Lo que dec¨ªamos: casi insoportable.
El concierto de OT: El reencuentro ha dejado claro que Operaci¨®n triunfo no era solo un programa musical. Por donde nos gan¨® fue por la posiblidad de conectar con esos chavales inocentes que se met¨ªan en una Academia llena de c¨¢maras para mostrar c¨®mo trataban de hacer realidad sus sue?os. OT fue otra cosa. No compr¨¢bamos los discos porque nos encantaran sus voces o por sus letras profundas y su poes¨ªa. Era otra cosa, algo sentimental, eso que hace que se nos ponga la piel de gallina cuando Rosa llora o cuando escuchamos los acordes de Mi m¨²sica es tu voz. Eso que ha hecho que Espa?a se paralizara para ver a dos ex cantando cogidos de la mano. Aunque al final OT: El reencuentro, como Bisbal a Chenoa, nos haya hecho la cobra.
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