El Nik¨¦ americano
Una muestra en el Macba exhibe la etapa de Antoni Miralda en EE UU, donde sinti¨® que la libertad no est¨¢ en los circuitos del arte, sino en la calle
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En la Barcelona actual, sofocada, atolondrada y art¨ªsticamente de tonter¨ªa, sobresale un autor que recupera el esp¨ªritu hedonista de la ciudad y una visi¨®n ideal de la dignidad de la calle, basada en el compromiso, la acci¨®n y el trabajo libremente compartido en la bulliciosas escenas de plazas y mercados. Antoni Miralda (Terrassa, 1942) pudo haber encontrado el caldo de cultivo de su obra en la capital catalana, heredero como era de su ejemplar asociacionismo, sus clich¨¦s escatol¨®gicos (el caganer) y sus esforzados s¨ªmbolos kistch (La Moreneta, Copito de Nieve y m¨¢s recientemente la Sagrada Familia), pero prefiri¨® emigrar primero a Par¨ªs y despu¨¦s a Nueva York, en unos a?os en que Franco preparaba su sucesi¨®n y terminaba de sellar su propia ejemplaridad en los nombres de calles, monumentos e iglesias. El reciente debate abierto sobre la estatua ecuestre decapitada, emplazada ¡ªy despu¨¦s retirada¡ª frente al Centro Cultural del Born, nos habla de c¨®mo utilizamos la figura parcial: el dictador que avanza victorioso es un Nik¨¦ de Samotracia, demostraci¨®n de que la expresi¨®n de la autoridad se concentra en el cuerpo y de que una vez ¨¦ste se libera de su funci¨®n como pedestal de la cabeza puede hablar con m¨¢s fuerza.
El catal¨¢n entiende la acci¨®n art¨ªstica como expresi¨®n de un sentimiento propio de pertenencia al mundo. En ese sentido, es un daliniano
Cuando todav¨ªa no tenemos muy claro c¨®mo utilizar nuestro poder real como ciudadanos en la democratizaci¨®n y desfranquistizaci¨®n del espacio p¨²blico, la muestra Miralda. MADEINUSA recuerda muy oportunamente los a?os convulsos de un pa¨ªs inmerso en la guerra de Vietnam y el caso Watergate, y con las calles tomadas por movimientos pol¨ªticos y protestas sociales. Miralda llega en 1971 a Manhattan y se instala en el loft que el artista Antoni Muntadas tiene en el West Broadway, muy cerca de tres importantes puntos de encuentro de creadores: la oficina de correos de Canal Street, por donde circulan Nam June Paik, Charlotte Moorman y otros artistas Fluxus; la sala de cine The Elgin, en Chelsea, donde se proyectan las pel¨ªculas de Alejandro Jodorowsky y David Lynch, y la Brooklyn Academy of Music, que acaba de poner en escena la gran ¨®pera The life and Times of Joseph Stalin, del Bob Wilson.
En Nueva York, el joven Miralda descubre que la verdadera libertad no est¨¢ en los incipientes circuitos del arte, sino en las calles y mercados. Con su amigo Muntadas (que por entonces se entretiene haciendo sociopol¨ªtica con v¨ªdeo) prepara una acci¨®n art¨ªstica: un banquete a base de 250 kilos de arroz de diferentes colores, de manera que a cada franja le corresponde un gusto (Sangr¨ªa 228 West B¡¯way, 1972). Entre el material que documenta el yantar, una fotograf¨ªa muestra a una mujer esparciendo los arroces sobrantes en el asfalto como en una versi¨®n tropezada del ?ngelus: Millet-Dal¨ª¨CMiralda. Al fondo, la visi¨®n perturbadora de las Torres Gemelas, que se inaugurar¨ªan pocas semanas despu¨¦s. Como no pod¨ªa ser de otra forma trat¨¢ndose de un artista catal¨¢n, tambi¨¦n se deja constancia del viaje final del bolo alimenticio, en otra imagen que reproduce las deposiciones de algunos de los asistentes flotando en la taza del v¨¢ter.

Durante casi tres d¨¦cadas, Miralda se sumerge en el melting point norteamericano, con algunos par¨¦ntesis en los que se dedica a viajar y documentar la forma de alimentarse de otras culturas (Santa Comida (1984-9), pues entiende la acci¨®n art¨ªstica como expresi¨®n de un sentimiento propio de pertenencia al mundo. En este sentido, es un daliniano, con la diferencia de que su visi¨®n de la idiosincrasia americana no est¨¢ en los espacios ¨¢vidos y metaf¨ªsicos del d¨®lar sino en la marquesina de una charcuter¨ªa.
La retrospectiva del Macba recoge la grabaciones de acciones y parades, dibujos, documentaci¨®n e instalaciones de su etapa americana: Movable Feast (1974), un desfile de una carroza-banquete tirada por caballos y revestida de alimentos, como una cr¨ªtica a la especulaci¨®n inmobiliaria; Food Situation for a Patriotic Banquet (1972-2010), una mesa con ocho bandejas de arroz (que se va fermentando y pudriendo) para cada comensal, coloreadas seg¨²n las banderas de las pa¨ªses m¨¢s poderosos del planeta; Breadline (1977), un muro a peque?a escala de panes de colores; Wheat & Steak (1982) una recreaci¨®n de la fiesta de la cosecha y el sacrificio de los animales en Kansas City; una instalaci¨®n que reproduce parte del restaurante La internacional Tapas Bar (1986) que el artista concibi¨® con la cocinera Montse Guill¨¦n en el barrio de Tribecca; y el Honeymoon Project (1986-1992), que documenta los preparativos de la boda entre la Estatua de la Libertad y el monumento a Col¨®n.
Como reflexi¨®n final, la muestra sugiere incontables lecturas para un debate sobre el pinchazo de la esfera p¨²blica y la hecatombe cultural que supondr¨ªa para Occidente que el pr¨®ximo mi¨¦rcoles los Estados Unidos se despierten del sue?o americano del Yes, We Can para caer en la pesadilla de un Ner¨®n con flequillo y sin cabeza: C¨¦sar Augustus Trump.
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