Buenos artistas, coreograf¨ªas dudosas
El arte de la danza no puede vivir solamente de efectos, necesita sustancia
CONCEAL / REVEAL
Coreograf¨ªas de Russell Maliphant; m¨²sica: Mukul y Barry Adamson; luces: Michael Hulls; vestuario: Stevie Stewart.
Teatros del Canal. Hasta el 5 de noviembre.
Este programa se estren¨®, tal como lo hemos visto en Madrid, el pasado dos de octubre en DanceEast Ipswich y terminar¨¢ su gira el siete y el ocho de diciembre a la Casa de la Danza de Lyon. Entre otros artistas, forman la gira Luc¨ªa Lacarra (Zumaya, Guip¨²zcoa, 1975), Marlon Dino (Tirana, Albania, 1981), Erik Murzagaliyev (Almati, Kazajist¨¢n, 1991) ¨Cestos tres bailarines hasta hace poco cabezas de cartel en el Ballet de M¨²nich, Yu-Hsien Wu (Kaohsiung, Taiwan, 1989) y Dana Fouras (Australia, 1970). En septiembre, Sarah Crompton, de The Observer, comparaba a la pareja Maliphant-Fouras con otros matrimonios legendarios de la profesi¨®n cor¨¦utica, como Zizi Jeanmaire y Roland Petit, o Ana Laguna y Mats Ek. Fouras es la musa y asistente de Russell Maliphant (Ottawa, Canad¨¢, 1961) una vez que abandon¨® su puesto el Royal Ballet en los a?os 90 del siglo pasado. Tiene el canadiense un estilo distintivo, muy particular, esmerado en detalles de fuerte uso del f¨ªsico, en oposici¨®n a otros de su generaci¨®n m¨¢s cerebrales, como Wayne McGregor, o m¨¢s atados a la tradici¨®n como el algo m¨¢s joven Christopher Wheeldon. En cualquier cosa, este es el tr¨ªo renovador de la coreograf¨ªa brit¨¢nica actual.
Resulta desde todo punto de vista ocioso comparar la interpretaci¨®n de Lacarra, Dino y Murzagaliyev en el tr¨ªo final Broken Fall (lo bailaron ya en San Lorenzo de El Escorial el 8 de agosto de 2015) con la que vimos en Madrid poco despu¨¦s de la velada de bautizo mundial por la distribuci¨®n original. Broken Fall fue creado en Covent Garden el 3 de diciembre de 2003 para Sylvie Guillem, Michael Nunn y William Trevitt, los chicos d¨ªscolos que son el germen de Ballet Boyz y de la George Piper Dances (una vez m¨¢s hay que aclarar que George Piper no existe, es un logo creado con los segundos nombres de Nunn y Trevitt). Y debe precisarse que la factura de esta obra est¨¢ muy lejos de los otros dos estrenos absolutos vistos en Canal: both, and, un solo de 16 minutos creado por Maliphant para su mujer y estrecha colaboradora, Dana Fouras y el quinteto inicial (Piece N?. 43), con unas impactantes luces casi corp¨®reas que se vuelven consustanciales al movimiento coreogr¨¢fico. En ambos casos los vestuarios son de p¨¦simo gusto y poco favorecedores. En la machacona banda sonora del quinteto no se da cr¨¦dito al fragmento del adagio sostenuto de la archiconocida sonata bethoveniana, la 14, lo que implica y manifiesta una falta de respeto y la m¨¢s elemental consideraci¨®n sobre un monumento pian¨ªstico que, por cierto, ha sido coreografiado en multitud de ocasiones anteriores; los muchachos de la electr¨®nica, ya sea trans, disco o lo que sea, creen que el mundo sonoro les pertenece en exclusiva.
Hay, de todas formas, un regusto retro en la est¨¦tica, con efectos teatrales sobados pero ordenados con inteligencia para provocar un efecto impactante. Pero el arte coreogr¨¢fico no puede vivir solamente de efectos, necesita sustancia. Los cinco artistas, de probada calidad, algunos maduros en su control y dibujo, dominan espl¨¦ndidamente sus f¨ªsicos y juegan a la intenci¨®n escult¨®rica del core¨®grafo. Detalle aparte merece Luc¨ªa Lacarra, que da un giro inesperado a su carrera, m¨¢s centrada hasta ahora en el uso discrecional del lenguaje acad¨¦mico y que demuestra que la reinvenci¨®n propia viene como un grado digno del mejor elogio.
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