Medio siglo de un islote de libertad creativa en Cuenca

Jos¨¦ Mar¨ªa Yturralde (Cuenca, 1942) era un jovenc¨ªsimo artista cuando Fernando Z¨®bel (Manila, 1924-Roma, 1984) visit¨® la galer¨ªa en la que expon¨ªa en Valencia y compr¨® varias obras suyas para el Museo de Arte Abstracto Espa?ol que acababa de abrir en Cuenca. En ese local que Yturralde alquilaba por semanas para exponer hab¨ªa obras del anterior inquilino, Jordi Teixidor (Valencia, 1941), que tambi¨¦n fascinaron al mecenas filipino. Emocionados por las ventas los dos j¨®venes cogieron la vespa de Yturralde y con las enormes obras bajo sus brazos hicieron los 200 kil¨®metros que separan Valencia y Cuenca. Un emocionado Yturralde recordaba la an¨¦cdota el viernes por la noche durante la celebraci¨®n de los 50 a?os del Museo de Arte Abstracto Espa?ol, un extra?o islote de libertad creativa durante el franquismo, creado en 1966 gracias a la generosidad de Z¨®bel junto a los artistas Gustavo Torner y Gerardo Rueda.

Donado por el artista a la Fundaci¨®n Juan March en 1981 con una espl¨¦ndida colecci¨®n del informalismo espa?ol, el museo ha sido remodelado y ampliado manteniendo las referencias humanas originales y siempre en funci¨®n de resaltar las obras de la colecci¨®n. ¡°Una transformaci¨®n que no se nota pero que se vive¡±, en palabras del arquitecto responsable, Juan Pablo Rodr¨ªguez Frade, premio Nacional de Restauraci¨®n en 1995.

El viernes fue una jornada de puertas abiertas para que los visitantes descubrieran el excelente estado de salud que disfruta el centro, levantado sobre las casas colgantes que sobrevuelan la hoz del r¨ªo Hu¨¦car. La celebraci¨®n, oficiada por Javier Gom¨¢, director de la Fundaci¨®n Juan March, y Manuel Font¨¢n, director de museos y exposiciones de la fundaci¨®n, estuvo dedicada a los artistas, a sus galeristas y a los visitantes ¡ªa partir de enero el acceso ser¨¢ gratuito¡ª. Recordaron Gom¨¢ y Font¨¢n c¨®mo de manera casi milagrosa, en una ciudad del interior y en plena dictadura, Z¨®bel y Torner se presentaron en casa del alcalde para pedirle que les dejara habilitar parte de las casas colgantes y convertirlas en museo. Eran viviendas del siglo XVI abandonadas, imposibles de habitar pero de una belleza extraordinaria. Para su sorpresa, el alcalde acept¨® y se pusieron manos a la obra levantando paredes, construyendo escaleras imposibles y soldando suelos donde no hab¨ªa m¨¢s que barrizales.

El testigo

Torner, cuya vivienda est¨¢ ubicada a escasos metros del museo, fue uno de los protagonistas de la jornada sin necesidad de subirse a ning¨²n estrado. Con una memoria envidiable a sus 91 a?os, es el testigo vivo m¨¢s importante de la aventura que encabez¨® su amigo, el artista Fernando Z¨®bel. Muy satisfecho al ver c¨®mo lucen sus obras dentro de la colecci¨®n permanente, se le ve¨ªa emocionado ante la peque?a exposici¨®n en la que se recuerda que el germen del museo naci¨® durante la Bienal de Venecia de 1962 en la que Torner y Z¨®bel fueron elegidos junto a otros creadores para representar a Espa?a. Se conocieron tomando cervezas en la plaza de San Marcos e hicieron amistad con los artistas Gerardo Rueda, Eusebio Sempere y Manuel Momp¨®. All¨ª, ante el Palacio Ducal, Torner convenci¨® a Z¨®bel para que abriera el museo en Cuenca. En un d¨ªa de alegr¨ªa, Torner prefiri¨® no hablar de la situaci¨®n del Espacio Torner en Cuenca, abierto gracias a su donaci¨®n y cerrado desde 2011 porque el Ayuntamiento y la Junta cortaron las ayudas.

Rafael Canogar, otro de los protagonistas representados en el museo, contemplaba su gran ¨®leo sobre lienzo titulado Toledo (1960), una pieza cuyas dimensiones (250 por 200 cent¨ªmetros) han impedido que la obra viaje a otros museos. ¡°Se colg¨® en esta misma sala¡±, aclara. ¡°Pero luego se modificaron las escaleras y el ventanal. De manera que aunque la pidieron para algunas exposiciones, no se pod¨ªa sacar. Por eso ha sido una de las obras inamovibles¡±.