Vel¨¢zquez y Murillo, aire de familia
19 obras maestras de los artistas sevillanos se exponen cara a cara en su tierra natal
Los dos nacieron en Sevilla con menos de una generaci¨®n de diferencia. Diego Vel¨¢zquez en 1599 y Bartolom¨¦ Esteban Murillo en 1617. El autor de Las Meninas abandon¨® muy joven, con solo 24 a?os, la ciudad culta y rica que era entonces la capital hispalense para instalarse en Madrid y protagonizar una carrera deslumbrante al servicio de Felipe IV y su entorno. Viaj¨® a Italia en dos ocasiones y se centr¨® en relatos pict¨®ricos cargados de historia y mitolog¨ªa. Murillo, en cambio, desarroll¨® toda su prol¨ªfica carrera en Sevilla centrado en temas religiosos por encargo de las entidades eclesi¨¢sticas. No viaj¨® nunca fuera de Espa?a y se le suponen algunos viajes a Madrid, aunque no est¨¦n suficientemente documentados. Sin embargo, la obra de ambos tiene un aire de familia y unas aproximaciones que, por primera vez, pueden observarse en la exposici¨®n Vel¨¢zquez. Murillo. Sevilla que hoy se abre y podr¨¢ verse hasta el 28 de febrero en el Hospital de los Venerables de la capital andaluza. Es un encuentro de 19 obras maestras elegidas por Gabriele Finaldi, director de la National Gallery de Londres. Con esta muestra, la Fundaci¨®n Focus Abengoa celebra sus 25 a?os en esta sede, explic¨® Josep Borrell, vicepresidente de la Fundaci¨®n Focus y consejero de Abengoa.
El proyecto de enfrentar a estos grandes artistas de origen andaluz surgi¨® en la cabeza de Gabriele Finaldi hace unos cuatro a?os, cuando todav¨ªa era adjunto a la direcci¨®n de El Prado. Reconoce que en el imaginario del p¨²blico la obra de ambos puede parecer muy opuesta: Vel¨¢zquez ser¨ªa el gran intelectual y Murillo el autor de pinturas religiosas. ¡°Pero esas grandes diferencias est¨¢n en la obra de madurez de ambos y aqu¨ª he querido plantear las aproximaciones entre el joven Vel¨¢zquez y la obra que dej¨® hecha en Sevilla antes de irse para no volver nunca m¨¢s y algunos de los lienzos m¨¢s conocidos y logrados por Murillo.
La elecci¨®n de las obras por parte de Finaldi incluye pinturas prestadas por El Prado (cinco), la National Gallery de Londres, el Museo del Louvre, The Wellington Collection, Dulwich Picture Gallery, Kunsthistorisches Museum de Viena, el Museo de Bellas Artes de Orleans, The Frick Collection de Nueva York o el Fondo Cultural Villar Mir.
La exposici¨®n ocupa una sola sala y est¨¢ concebida para que el espectador pueda comparar las diferencias de tratamiento de ambos ante un mismo tema, para establecer un di¨¢logo. Empieza el recorrido con dos autorretratos. El primero es de Vel¨¢zquez, fechado en 1623 y procedente del Prado. Con Retrato de un hombre, as¨ª se llama, Finaldi reconoce haber tenido la audacia de arriesgarse a certificar que es el propio Vel¨¢zquez pint¨¢ndose a s¨ª mismo un a?o antes de trasladarse a Madrid, antes por tanto de incluirse de fondo en?Las Meninas. El retrato que se expone de Murillo, prestado por la Frick Collection, presenta a un artista en un entorno muy distinto al de Vel¨¢zquez, pero refleja igualmente a un hombre que se sabe poderoso. El rostro de Murillo aparece pintado sobre una losa, una elecci¨®n que, seg¨²n explica el comisario, quiere hacer ver que su fama es como la piedra: indestructible y eterna.
Las Inmaculadas como motivo pict¨®rico constituyen el n¨²cleo de la exposici¨®n. Dos de las expuestas de Vel¨¢zquez, que datan de 1619, cuando el pintor ten¨ªa veinte a?os, nunca antes se hab¨ªan exhibido juntas. Con aire escult¨®rico, la Virgen se a¨²pa sobre una nube di¨¢fana y tiene aire de modelo real. Poco que ver con la de Murillo, coronada por grupos de angelitos y con predominio de tonos pastel que multiplican la luz de la Inmaculada, un tela de la que Murillo lleg¨® a realizar m¨¢s de 40 versiones.
El juego de las comparaciones prosigue con La Adoraci¨®n de los Magos (1619), de Vel¨¢zquez, junto a la Sagrada Familia del pajarito (1650)?de Murillo, ambos del Museo del Prado, donde el comisario asegura que se demuestra c¨®mo ambos empleaban un lenguaje naturalista similar y una paleta de colores comparable, explorando la psicolog¨ªa de las relaciones familiares de manera m¨¢s contenida Vel¨¢zquez, y m¨¢s emotiva Murillo. Aunque es en las pinturas de g¨¦nero donde se pueden ver mayores aproximaciones. De los ¨²ltimos a?os de Vel¨¢zquez en Sevilla se muestra Dos mozos comiendo (circa 1622), un retrato en el que se ve a dos hombres de condici¨®n humilde junto a un bodeg¨®n de utensilios de cocina. Era, cuenta Finaldi, un tipo de pintura al que Vel¨¢zquez se dedicaba por af¨¢n experimentador, no porque tuviera ¨¦xito entre su clientela. Temas puramente sevillanos tratados a su vez por Murillo en dos famosas obras: Ni?o espulg¨¢ndose, (de entre 1645 y 1650), Tres muchachos (circa 1670) donde un muchacho negro, seguramente un esclavo, ejemplifica las relaciones sociales y raciales en la Sevilla posterior a la peste de 1649.
?Amigos o enemigos?
Las teor¨ªas sobre la relaci¨®n entre ambos artistas son muchas, pero las pruebas documentales son inexistentes. Hay quien asegura que Vel¨¢zquez aloj¨® en su mansi¨®n madrile?a al joven Murillo nada menos que durante tres a?os. Otros, que pudieron tener alg¨²n encuentro espor¨¢dico. Gabriele Finaldi es esc¨¦ptico. Mantiene que lo ¨²nico seguro es que Murillo conoci¨® las pinturas que Vel¨¢zquez pint¨® en Sevilla y que pudo tener noticias de otras realizadas con posterioridad: ¡°Ser¨ªa raro que un pintor que triunfa en la Corte haga hueco a otro m¨¢s joven, por m¨¢s que los dos hubieran nacido en la misma ciudad. No es una tendencia humana ni entre artistas ni entre otros oficios. No hay que descartar ninguna teor¨ªa, pero si nos atenemos a pruebas cient¨ªficas el encuentro no se produjo nunca. Ni amigos, ni enemigos¡±.
Autorretratos
La exposici¨®n ocupa una sala del edificio y ha sido organizada de manera que el espectador pueda comparar el tratamiento de cada artista ante un mismo tema. El recorrido empieza con dos autorretratos. El primero es de Vel¨¢zquez y est¨¢ fechado en 1623. Finaldi reconoce aqu¨ª haber tenido la audacia de arriesgarse a asegurar que es el propio Vel¨¢zquez pint¨¢ndose a s¨ª mismo un a?o antes de trasladarse a Madrid y mucho antes de la ejecuci¨®n de Las Meninas, cuando llega a lo m¨¢s alto de su carrera y se ha convertido en la personificaci¨®n de la pintura. El retrato de Murillo presenta a un artista en un entorno distinto, pero tambi¨¦n refleja a un hombre que se sabe poderoso. El rostro de Murillo aparece sobre una losa, una elecci¨®n que, seg¨²n el comisario, quiere hacer ver que su fama es indestructible y eterna.
Las inmaculadas como motivo pict¨®rico es uno de los n¨²cleos m¨¢s vistosos de la exposici¨®n que forma parte del A?o Murillo, organizado por el Ayuntamiento de Sevilla y otras instituciones. Se muestran dos realizadas por Vel¨¢zquez cuando ten¨ªa 20 a?os, nunca antes expuestas juntas.
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