Julio Cebri¨¢n, el dibujo agudo e inteligente
El pintor y humorista gr¨¢fico fue uno de los colaboradores m¨¢s destacados de 'La Codorniz'
El 5 de diciembre de 1965, el n¨²mero 1.255 de La Codorniz sorprendi¨® a sus lectores con una portada, firmada por el humorista Julio Cebri¨¢n, en la que se representaba a don Manuel Fraga Iribarne, ministro de Informaci¨®n y Turismo del Gobierno franquista de entonces, transportando en sus brazos un delicado vestido de mujer con cabeza de pergamino enrollado y bajos con fruncido de peplo de vestal griega en el que se pod¨ªa leer LEY de PRENSA. En la misma revista, pocos a?os m¨¢s tarde, public¨® Julio otra portada muy cinematogr¨¢fica, en la que representaba a un Consejo de Ministros con Carrero Blanco y Oriol situados a la derecha y Fraga y Silva Mu?oz esperando que llegara a presidirlos un general¨ªsimo Franco que por razones obvias no pod¨ªa aparecer en el dibujo. Aquello que dibuj¨® Julio ten¨ªa evidentes riesgos y mucho m¨¦rito, porque con la Ley Fraga los l¨ªmites a la libertad de expresi¨®n eran difusos como la niebla.
Julio Cebri¨¢n ¡ªfallecido el pasado 3 de noviembre, a punto de cumplir 87 a?os¡ª naci¨® en A R¨²a-Pet¨ªn (Ourense) y estudi¨® Derecho en Madrid. Comenz¨® su actividad gr¨¢fica haciendo filmets en Estudios Moro. Despu¨¦s fue, junto Abelenda, Puig Rosado y Ballesta, uno de los principales dibujantes de la revista Don Jos¨¦ que fundara Mingote. Al cerrar esta publicaci¨®n pas¨® a La Codorniz de ?lvaro de Laiglesia, donde adem¨¢s de ocuparse de las tareas de redacci¨®n y la confecci¨®n de la revista hac¨ªa chistes de actualidad, escrib¨ªa una columna de cr¨ªtica de arte titulada Pl¨¢sticos y plastas con el seud¨®nimo Villag¨®mez y, en una secci¨®n muy personal, con el encabezamiento Retrato chapuza, hac¨ªa caricaturas aleg¨®ricas de personajes famosos con un grafismo de garabatos enrevesados que M¨¢ximo calificaba de ¡°desgarrado iberismo¡± e Iv¨¢n Tubau defini¨® como ¡°nerviosos e intrincados trazos a bol¨ªgrafo, de un fe¨ªsmo deliberado y desafiante, a pesar de que era capaz de realizar otros dibujos con una limpia y desnuda l¨ªnea de asombrosa belleza¡±.
Julio Cebri¨¢n afirmaba bromeando que si fuera millonario se dedicar¨ªa a la pintura, porque el chiste gr¨¢fico, que procuraba dibujar lo mejor que pod¨ªa cuando ten¨ªa tiempo, era solo una habilidad para ganarse el cocido.
?l era un perpetuo buscador de novedades est¨¦ticas, tanto del barroquismo surrealista de Go?i como en la rabiosa expresividad goyesca y solanesca, que le proporcionaba por su cercan¨ªa la inagotable imaginer¨ªa del gran Herreros, que fue el artista que mejor defini¨® la est¨¦tica de La Codorniz. Pero los avatares de La Codorniz y el cierre de las publicaciones en que trabaj¨®, como La Actualidad Espa?ola, El Alc¨¢zar, Cr¨ªtica, Pueblo o Nuevo Diario, Por Favor, Muchas Gracias, Madriz o Diario 16 le impidieron demostrar su maestr¨ªa de forma continuada. En el tramo final de su carrera, su presencia en Intervi¨² o en El Mundo nos permiti¨® saborear los destellos de su genio como dibujante y como artista pl¨¢stico.
Los que disfrutamos de su ir¨®nico talento y de su sabidur¨ªa y af¨¢n pedag¨®gico siempre echaremos en falta sus sorprendentes dibujos, sus jugosas conversaciones y su impagable amistad. Con ¨¦l se va uno de los m¨¢s inteligentes y agudos dibujantes de aquella talentosa e irrepetible generaci¨®n de humoristas que durante m¨¢s de tres d¨¦cadas nos alegraron con su ingenio la grisura cotidiana de los a?os oscuros del franquismo.
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