Cuando Adolfo Guti¨¦rrez salv¨® su chelo
El Ruggieri de 1673 que lo acompa?a, valorado en dos millones de euros, fue rescatado in extremis cuando escuch¨® una nota
Aquel profundo do bast¨® para salvarle la vida a su chelo. Lo ten¨ªan casi desahuciado en un taller de Londres. Le invitaron sin mucha fe a probarlo. Mientras deslizaba su arco por las cuerdas que resonaban entre la madera que lo alumbr¨® en 1673 a manos de Francesco Ruggieri, en Cremona, Adolfo Guti¨¦rrez Arenas (M¨²nich, 1979) no sent¨ªa nada especial. M¨¢s bien pena por un instrumento cuyas constantes vitales lo aproximaban a las de un cacharro moribundo.
Pero al escuchar aquel do, una especie de susurro grave, como de auxilio que llegaba de las profundidades para agarrarlo por la pechera, el int¨¦rprete espa?ol supo que merec¨ªa la pena reanimarlo. ¡°Habl¨¦ con Thomas Wei, el intermediario de la casa Florian Leonhardt, que me lo dej¨® probar, para que hiciera un arreglo con el puente y funcion¨®¡±. Unas semanas m¨¢s tarde, el luthier acab¨® llorando cuando Guti¨¦rrez volvi¨® a acariciarlo entre sus manos.
Pertenec¨ªa a una familia de potentados ingleses amantes de la m¨²sica, pero ya apenas daban nada por ¨¦l. Tras el boca a boca de Guti¨¦rrez, su precio volvi¨® a merecer los dos millones de euros en los que estaba valorado. Poco despu¨¦s de probarlo ante sus propietarios una ma?ana, quedaron tan agradecidos que por la tarde le estaba sacando un pasaje en el asiento de al lado ¡ªuna joya as¨ª no se factura¡ª rumbo a Espa?a.
Ya no se despega de ¨¦l. ¡°Ha cambiado mi vida y me ha hecho mejor como m¨²sico¡±, asegura Guti¨¦rrez mientras saborea un caf¨¦ en la madrile?a Plaza de Cascorro. Salta al o¨ªdo. No s¨®lo en su nuevo disco ¡ªeditado por Sol¨¦ Recordings bajo el patrocinio del Club Matador¡ª, donde el chelista espa?ol con mayor proyecci¨®n internacional de la generaci¨®n m¨¢s joven ha grabado la integral de sonatas para piano y violonchelo de Beethoven junto a Chistopher Park. Tambi¨¦n cuando se funde con ¨¦l en directo, como le ocurrir¨¢ el 9 de diciembre, en su debut junto a la London Philarmonic en Madrid, bajo la direcci¨®n de Vladimir Jurowski y dentro del ciclo Iberm¨²sica, interpretando el Concierto de Dvorak.
Mis padres, nunca me lo han dicho, pero yo s¨¦ que siempre han querido que fuera director de orquesta¡±
La carrera de Adolfo Guti¨¦rrez ha sido un ejemplo de paciencia bien llevada. Iba para pianista en un entorno de lo m¨¢s musical. Su padre, Adolfo Guti¨¦rrez Viejo, organista que fue kapelmeister en Alemania y su madre, Lola Arenas, soprano, lo criaron entre ecos de partituras de las grandes desde que naciera en M¨²nich hace 37 a?os y perfilara una infancia n¨®mada. ¡°Empec¨¦ con 14 a?os a tocar el chelo. Yo estaba antes enganchad¨ªsimo al piano y a los Impromptus de Schubert que hac¨ªa Radu Lupu. Mis padres, nunca me lo han dicho, pero yo s¨¦ que siempre han querido que fuera director de orquesta¡±.
Ya se ver¨¢¡ Por lo pronto, sabe pensar bien la m¨²sica. Y se muestra orgulloso heredero de la estirpe Pau Casals. Una especie de nieto con su pata geneal¨®gica en el siglo XXI, si nos guiamos por el tronco de disc¨ªpulos. ¡°Pas¨¦ de la escuela Reina Sof¨ªa y de estudiar con Llu¨¬s Claret en Alcal¨¢ de Henares a Bernard Greenhouse, que fue el ¨²ltimo disc¨ªpulo de Casals¡±.
All¨ª, entre la paz de su caba?a en medio de un bosque cercano a Boston, aprendi¨® no s¨®lo a dominar el instrumento, sino toda una filosof¨ªa del mismo. ¡°?bamos gente de todo el mundo a su refugio, all¨ª toc¨¢bamos para ¨¦l, nos ense?aba, escuch¨¢bamos m¨²sica y nos tom¨¢bamos unos manhattan¡±.
Buen m¨¦todo, todo un c¨®ctel de sabidur¨ªas org¨¢nicas. No extra?a pues que se le clavaran en su ancho y sediento cerebro las bases de una manera de entender el chelo como una prolongaci¨®n de su cuerpo: ¡°Para ¨¦l, el chelo es una extensi¨®n de la voz humana, por eso debes tener muy claro que debes hacerlo vocalizar. No basta el sonido, hay que modelar su voz, emitir a trav¨¦s de ¨¦l una especie de conexi¨®n corp¨®rea y no una tensi¨®n continua¡±.
Es importante, porque la sonoridad de un chelo bien modulado, bien tratado, llena espacios muy amplios. ¡°Y lo hace solo. Para eso, la t¨¦cnica est¨¢ muy bien y debes incorporarla, pero a m¨ª, no me interesa. Lo que me importa es exprimir la naturalidad del instrumento, que esta se manifieste sin trabas¡±.
Esa transparente sencillez, tan compleja, es lo que ha llevado a aut¨¦nticas estrellas como Yo-Yo Ma a alabarlo. Le dijo una vez, despu¨¦s de acercarse a uno de sus conciertos interesado por la versi¨®n que pod¨ªa escuchar, que nunca sospech¨® que fuera a caer en su modo de interpretar de forma tan hipn¨®tica. Seguramente se sinti¨® presa de aquel do salido de su chelo. No ha sido el ¨²nico. Al menos desde que Guti¨¦rrez Arenas se pasea por el mundo con su Ruggieri atrapado entre las piernas.
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