Magizoolog¨ªa aplicada

Que al menos dos de los libros de texto empleados en el Colegio Hogwarts de Magia tengan existencia tangible en las librer¨ªas supone un buen ¨ªndice de la obsesiva implicaci¨®n de J. K. Rowling en la construcci¨®n de su rico y complejo universo imaginario. Tambi¨¦n del potencial de este para expandirse abriendo notas a pie de canon en forma de nuevos laberintos. Si toda p¨®cima m¨¢gica parte de la perfecta mixtura de materiales heterog¨¦neos, la saga Harry Potter defini¨® su poder de hechizo colectivo en la armon¨ªa entre lo viejo (la tradici¨®n brit¨¢nica de literatura juvenil, los juegos de palabras carrollianos, el humor pythonesco) y lo nuevo (una arquitectura narrativa en di¨¢logo igualitario con las posibilidades de la nueva cultura l¨²dica del rol y los videojuegos). Animales fant¨¢sticos y d¨®nde encontrarlos de David Yates es, al mismo tiempo, precuela y spin-off de la saga original sugerida por el libro de texto hom¨®nimo, en el que la escritora se entregaba a imaginar sus propios Jabberwockies, Snarks y Boojums para sistematizarlos en un tratado imaginario de magizoolog¨ªa.

A partir de un guion original de la autora, la pel¨ªcula, ambientada en el Nueva York de mediados de los a?os 20, propone una lectura de Am¨¦rica como territorio donde la eclosi¨®n industrial libra un pulso con un sustrato m¨¢gico condenado a la segregaci¨®n y asediado por una caza de brujas moral. No falta una escueta, insuficiente pincelada a la peligrosa confusi¨®n de poder pol¨ªtico e imperio medi¨¢tico: una anticipaci¨®n de la era Trump a la que le falta verdadera intencionalidad ideol¨®gica.

Como la reciente, y demasiado subestimada, Mi amigo el gigante (2016) de Steven Spielberg, Animales fant¨¢sticos y d¨®nde encontrarlos coloca el asombro digital ¨²ltimo modelo al servicio de la recuperaci¨®n de un a?orado cine infantil (las fantas¨ªas de imagen real marca Disney), que cre¨ªa en la consistencia de sus improbables universos. La pel¨ªcula solo pierde de vista ese norte en un cl¨ªmax final ¨Cdemasiado parecido al de un combate superher¨®ico-, donde se pasa de la fina filigrana digital a un caos trazado con cierta brocha gorda, pero hasta ah¨ª el encanto es poderoso.