¡°En este pa¨ªs hay un problema de convivencia porque Agatha Christie gan¨® a Simenon¡±
Librero y hombre esencial en el g¨¦nero negro, Camarasa habla sobre 'Sangre en los estantes', la literatura y las bofetadas de la vida
Hay algunas expresiones que uno no entiende bien pero que es consciente de que se puede pasar la vida sin ellas. Mieloma m¨²ltiple con cadenas de lambda ligeras, un veneno destructor que circula por la sangre, es una de ellas, una presente en el d¨ªa a d¨ªa de Paco Camarasa (Valencia, 1950) desde hace semanas. Pero el librero, comisario de BCNegra y fact¨®tum del mundo de la ficci¨®n negrocriminal recibe a EL PA?S lleno de energ¨ªa y optimismo, creciente barba de sabio, muletas en ristre, en lo que fue la librer¨ªa Negra y Criminal, ahora un acogedor refugio y lugar de trabajo vigilado por Brunetti, una gata salvaje de Los Pirineos. Nos abre la puerta Montse Clav¨¦, su compa?era, ¨¢ngel y guardiana de las esencias y r¨¢pidamente estamos inmersos en Sangre en los estantes (Destino), un diccionario personal, un anecdotario brutal sobre las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas del g¨¦nero negro, una apuesta extra?a y l¨²cida, un artefacto a veces excesivo, ¨²nico.
El loco de la coca cola y otro mill¨®n de an¨¦cdotas
Hay decenas de an¨¦cdotas en Sangre en los estantes. En su habitual tono fanfarr¨®n, James Ellroy quiso comprar la librer¨ªa y en un tono muy distinto Maj Sjowall cont¨® a Camarasa chismes de m¨¢s de un compa?ero. Hay tantas historias que algunas no entraron en el libro. Nos cuenta el autor que V¨¢zquez Montalb¨¢n solo dej¨® que un comensal, Paco Taibo II, fuera con ¨¦l al restaurante Quo Vadis y pidiera Coca Cola, pero antes le cont¨® al camarero que Taibo era en realidad un paciente que acabada de salir de un psiqui¨¢trico y al que no le pod¨ªa faltar la bebida oscura en el vaso.
¡°Este pa¨ªs tiene un problema de convivencia porque Agatha Christie y Poirot ganaron la batalla de la literatura popular a George Simenon y Maigret¡±, sentencia en los primeros intercambios, como si la novela negra fuera la vida, porque igual lo es. ¡°Este libro est¨¢ pensado desde hace a?os, pero no se habr¨ªa escrito si no hubiera cerrado la librer¨ªa y si mi editor no me hubiera puesto una fecha¡±, explica cerrando un poco m¨¢s sus peque?os ojos, recordando esos meses de trabajo, entregado como si supiera que luego la vida no le iba a dejar, orgulloso de pasar al otro lado del negocio, de dejar ¡°algo que perviva¡±. ¡°Es un libro que solo puede escribir un librero desde una librer¨ªa como esta. No quer¨ªa repetir lo que ya estaba, as¨ª que me le¨ªa la Wikipedia para saber lo que no quer¨ªa poner¡±.
La conversaci¨®n torrencial, no puede ser de otra manera con Camarasa, pasa de sus grandes amores (Simenon, de nuevo, al que ley¨® primero mal y con prejuicios, o Jean Claude Izzo) a los cl¨¢sicos (la sant¨ªsima trinidad formada por Raymond Chandler, Dashiell Hammett y Jim Thompson con Ross Macdonald de invitado estrella, ¡°sobre el que mejor pasa el tiempo¡±) y de ah¨ª a la literatura del aburrimiento (Camilla Lackberg, Patricia Cornwell, casi todo el domestic noir y otros en los que no se detiene mucho) y a la de los buenos, formada por una pl¨¦yade enorme y dispar que no es posible detallar. Y de coda, un homenaje a V¨¢zquez Montalb¨¢n. ¡°Cre¨® a Pepe Carvalho de la nada, sin tradici¨®n, porque ¨¦l no hab¨ªa le¨ªdo entonces a los estadounidenses. Hubo una conversaci¨®n en Ginebra entre Izzo, Montalb¨¢n y Camilleri. ?Te imaginas haber estado? Si me dieran un deseo, s¨®lo un deseo¡¡± cuenta, generoso y emocionado. ¡°Tambi¨¦n podr¨ªamos tener a la Patricia Highsmith, pero seguro que solo nos gru?¨ªa¡±, a?ade cuando enumera escritores negrocriminales que no lleg¨® a conocer (no hay tantos).
No hay g¨¦nero m¨¢s pegado a la realidad que el negro y criminal, ¡°que no es polic¨ªaco, que no es de enigma¡±, se empe?a en explicar siempre el librero. Por eso se excita cuando recuerda el primer Henning Mankell, tan l¨²cido a la hora de describir los males latentes de la sociedad sueca, de mirar m¨¢s all¨¢ y ver el racismo incipiente; cuando habla del Le Carr¨¦ de la Guerra Fr¨ªa o de su fetiche Izzo, que ¡°clava en su trilog¨ªa sobre Marsella, escrita hace 20 a?os, la realidad que ahora se ve cada d¨ªa en Francia, la del Frente Nacional y compa?¨ªa¡±.
Tambi¨¦n hay, claro, lugar para malos rollos no contados - ¡°Paco Gonz¨¢lez Ledesma escribi¨® unas memorias de 500 p¨¢ginas y no se meti¨® con nadie. Yo sigo al maestro¡±- y un lamento por Barcelona. ¡°De la ciudad de Carvalho no queda nada. Han ganado las hordas de guiris y el turismo de masas¡±. Ya es de noche en Barcelona. Ma?ana, toca enfrentarse al monstruo, de nuevo. Eso s¨ª, con un libro en la mano. ¡°Estoy releyendo a Ed McBain mientras espero a la di¨¢lisis¡±, cuenta con una voz suave y un gesto c¨®mplice.
Babelia
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