Carlos Gim¨¦nez dibuja un ¡®Paracuellos¡¯ menos m¨ªsero
¡®Hombres del ma?ana¡¯, s¨¦ptimo volumen de la serie de c¨®mics, vuelve al internado franquista con un relato m¨¢s c¨¢lido
Carlos Gim¨¦nez (Madrid, 1941) resumi¨® todo el miedo y la miseria ¡ªmoral, pol¨ªtica, econ¨®mica¡ª de la posguerra a trav¨¦s del retrato de un internado de los alrededores de Madrid en su serie de tebeos Paracuellos. Las primeras historietas fueron publicadas sueltas por diferentes revistas a principios de la Transici¨®n, en 1976, pero, s¨®lo despu¨¦s de alcanzasen un considerable ¨¦xito en Francia, comenzaron a ser recopiladas en vol¨²menes en Espa?a. La primera reacci¨®n de los posibles editores ante las historias de esos ni?os maltratados, hambrientos y asustados en un Auxilio Social del franquismo de los a?os cuarenta y cincuenta fueron de horror y silencio. Sin embargo, a lo largo de las d¨¦cadas, la serie de Gim¨¦nez se ha convertido en un cl¨¢sico, en una obra imprescindible para entender la historia reciente de Espa?a. A los seis vol¨²menes publicados hasta ahora se acaba de a?adir un s¨¦ptimo, Hombres del ma?ana (Reservoir Books), un poco menos descorazonador que el resto.
"Efectivamente, este libro es menos negro que los anteriores", explica Carlos Gim¨¦nez en una entrevista por correo electr¨®nico. "Las cosas y an¨¦cdotas m¨¢s duras las cont¨¦ al principio de la serie. Al no saber cu¨¢ntos episodios podr¨ªa publicar sobre este tema, me apresur¨¦ a contar primero lo que me pareci¨® m¨¢s necesario que quedara: la brutalidad, el hambre, la sed, la religi¨®n... En estos ¨²ltimos libros, que recientemente he escrito y dibujado, este que ha aparecido ahora y el que se publicar¨¢ a continuaci¨®n, me he centrado en hablar m¨¢s de las relaciones y sentimientos de los ni?os entre ellos y las de estos con sus familias, en lugar de volver a contar los castigos y las crueldades que ya han sido narradas. Ya s¨¦ que la violencia, y m¨¢xime la ejercida sobre los ni?os, produce m¨¢s emociones y por lo tanto es mas comercial, pero no est¨¢ en mi ¨¢nimo insistir en este tema, por eso no me paro en los detalles de la paliza que recibe Pablito. El lector ya conoce, por haber sido contados con anterioridad, como son estos castigos".
Una paliza monumental
En este nuevo volumen, el alter ego de Gim¨¦nez, Pablito, el ni?o aficionado a los tebeos, recibe, efectivamente, una monumental tunda con un cintur¨®n por parte de dos de las cuidadoras; pero no se encuentra en el coraz¨®n de la historia. Los elementos son los mismos que en los anteriores, pero tratados con m¨¢s humor y, aunque aparece retratado el abus¨®n de turno y el instructor de la Falange ¡ª "?Quieto co?o! ?Manda a formar!"¨C, el dibujante se detiene en la amistad entre los ni?os, en la solidaridad y el respeto que incluso en los tiempos m¨¢s funestos pueden forjarse. El trazo en blanco negro y los rostros expresivos de los personajes, que centran toda la historia con unos fondos que nunca les roban protagonismo, as¨ª como el realismo de los di¨¢logos, marcan un estilo gr¨¢fico inconfundible.
La historia de Gim¨¦nez resume la posguerra: naci¨® pocos a?os despu¨¦s del final de la Guerra Civil en una zona popular de Madrid, Lavapi¨¦s, en la que se hab¨ªa instalado su familia como tantos inmigrantes que dejaron el campo por la ciudad. Sin embargo, la muerte prematura de su padre y una enfermedad de su madre hizo que acabase junto a su hermano en el Auxilio Social. Los ni?os en sus centros viven sometidos a un r¨¦gimen de terror. Pero, a la vez, son historias llenas de ternura y supervivencia, cuya profundidad va mucho m¨¢s lejos de la historia de Espa?a. Esa universalidad explica que haya fascinado a cineastas como el mexicano Guillermo del Toro o su triunfo en Francia. Gim¨¦nez es tan famoso en este pa¨ªs como en el suyo y Paracuellos ha recibido el Premio del Patrimonio del Festival de Angulema, que se concede a una obra que se considera que forma parte de la historia del c¨®mic.
"No es necesario haber vivido la dictadura franquista para tener la sensibilidad para valorar estas historias", explica el dibujante. "Si un relato, sea la que sea, te llega y te interesa, da lo mismo haber vivido la ¨¦poca en cuesti¨®n o no. Por eso podemos apasionarnos por un relato del oeste o de vikingos sin necesidad de haber vivido esa ¨¦poca. Es m¨¢s, conocemos esas ¨¦pocas precisamente porque le¨ªmos esas historias".
Pero tambi¨¦n es cierto que, a trav¨¦s de sus diferentes series, m¨¢s o menos autobiogr¨¢ficas, Gim¨¦nez ha trazado un retrato ¨²nico de Espa?a bajo el franquismo, no s¨®lo en Paracuellos sino tambi¨¦n en Espa?a, una, grande y libre, Historias de sexo y chapuza, Los profesionales o Malos tiempos, sobre el mismo conflicto. Preguntado sobre la repercusi¨®n que han alcanzado los tebeos de ese chaval hu¨¦rfano de Lavapi¨¦s, que supo construir una obra sobre la pobreza y la derrota, Gim¨¦nez responde: "Cuando empec¨¦ a contar estas historias lo hice movido por la necesidad de que se supiera como hab¨ªamos vivido los ni?os de estos 'hogares. Pensaba que si no lo contaba nadie, si no quedaba un documento que lo recordara ser¨ªa como si no hubiera existido. Un amigo m¨ªo me dice: 'La Memoria Hist¨®rica, Carlos, la inventaste t¨², s¨®lo que t¨² no sab¨ªas que se llamaba as¨ª".
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