Un pasado con porvenir
Espa?a, sin duda, debe retomar su protagonismo como plataforma en nuestro continente del arte latinoamericano
Desde que ahora, hace un lustro, la Fundaci¨®n Juan March de Madrid exhibiese la magn¨ªfica exposici¨®n Am¨¦rica fr¨ªa. La abstracci¨®n geom¨¦trica en Latinoam¨¦rica, se han sucedido otros eventos art¨ªsticos que insisten en este tema crucial, como, entre otros, la posterior muestra de la colecci¨®n Cisneros en el Museo Reina Sof¨ªa, el que la actual direcci¨®n de Arco apostase, por fin, para dar un cauce prioritario a la promoci¨®n del arte latinoamericano o que el nuevo espacio de la acreditada galer¨ªa de Elvira Gonz¨¢lez se inaugurase con una muy relevante y amplia selecci¨®n de la obra del escultor brasile?o Waltercio Caldas. Sirvan estos hitos como ejemplo esperanzador de un nuevo reencuentro entre nuestro pa¨ªs y ese rico venero art¨ªstico latinoamericano, cuyo papel innovador, a partir del siglo XX, cada vez comprobamos mejor que ha sido de capital importancia, a pesar de haber estado opacado, tras la Segunda Guerra Mundial, por el resonante aparato propagand¨ªstico de Estados Unidos.
En relaci¨®n con nuestro pa¨ªs, la larga dictadura del franquismo, a pesar del proyecto frustrado de las bienales hispanoamericanas a comienzos de los cincuenta, interrumpi¨® en parte el flujo de los artistas latinoamericanos que utilizaban Espa?a como trampol¨ªn para saltar a Par¨ªs, como lo hicieron, entre otros, el uruguayo Joaqu¨ªn Torres Garc¨ªa, el mexicano Diego Rivera o el cubano Wilfredo Lam. Pero, pese a todo, los lazos hist¨®ricos entre ambas partes se mantuvieron. As¨ª, tras la Guerra Civil, se reverti¨® el flujo y muchos artistas espa?oles hallaron un ¨®ptimo refugio en muy diversos lugares de Latinoam¨¦rica.
Espa?a, sin duda, debe retomar su protagonismo como plataforma en nuestro continente del arte latinoamericano no solo por los lazos hist¨®rico-culturales, sino porque all¨ª se est¨¢ produciendo un potencial art¨ªstico de primera.
?Y por qu¨¦ semejante pujanza art¨ªstica? Me atrever¨ªa a se?alar que ha sido su mayor fragilidad el m¨®vil esencial para su esplendor, porque la creaci¨®n no est¨¢ subrogada a la plutocracia, sino, muchas veces, surge al amparo de la diversidad, el mestizaje y la escasez. En este sentido, Am¨¦rica Latina est¨¢ cortada por un patr¨®n multirracial y multicultural de dif¨ªcil parang¨®n. Esta biodiversidad se enriquece encima por un crisol socioecon¨®mico en v¨ªas de desarrollo, con lo que potencialmente ha alimentado y alimenta una actividad art¨ªstica muy fecunda. Pa¨ªses como Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Colombia, Venezuela, M¨¦xico o Cuba han hecho aportaciones esenciales al desarrollo de las vanguardias del siglo XX y del emergente XXI, con lo que cabe conjeturar que su futuro puede aumentar su ya pr¨®spero caudal. Quiz¨¢s no debemos conformarnos en apreciar su contribuci¨®n hist¨®rica, sino que estemos en v¨ªsperas de una promesa de futuro; o sea, que estamos ante un pasado cargado de porvenir.
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