Ecos de una revoluci¨®n hoy impensable
Una exposici¨®n del Victoria & Albert explora los cambios sociales de la contracultura en Reino Unido
"Dices que quieres una revoluci¨®n¡¯¡¯, cantaba Lennon en 1968. ¡®¡¯Vale, todos queremos cambiar el mundo¡¯¡¯. El verso de los Beatles articula una nueva exposici¨®n pop en el londinense Victoria & Albert Museum. La anterior, David Bowie Is, result¨® la m¨¢s visitada de la instituci¨®n en su historia.
You Say You Want a Revolution? Records and Rebels 1966-1979 explora de modo exhaustivo y penetrante la explosi¨®n de libertad vivida por los j¨®venes criados en la posguerra, los m¨²ltiples cambios sociales que produjo la contracultura y c¨®mo esta transform¨® la conciencia occidental. Adem¨¢s de mostrar la relevancia que aquellos a?os mantienen, se intuye que su lib¨¦rrimo impacto dif¨ªcilmente ser¨ªa factible hoy.
Reciben al visitante portadas de elep¨¦s y una recreaci¨®n de Carnaby Street en los d¨ªas del Swinging London: dise?os vestidos por Mick Jagger y Sandie Shaw, Twiggy fotografiada por Cecil Beaton, canciones de los Kinks y Motown¡ El recorrido se adentra en la contracultura: ansias de experimentaci¨®n y estilos de vida alternativos, drogas psicod¨¦licas y emisoras de radio piratas. El caldo de cultivo estaba en clubs como UFO, regentado por el activista John Hopkins y el estadounidense Joe Boyd, primer productor de Pink Floyd.
"En Reino Unido los asuntos no eran tan graves como en Estados Unidos", dice?Joe Boyd
"En Gran Breta?a fue todo m¨¢s ligero y efervescente que en Estados Unidos, donde se viv¨ªan tensiones raciales y Vietnam¡¯¡¯, explica Boyd durante una charla complementaria de la muestra. "Lo cantaban los Rolling Stones: ¡®En la adormecida ciudad de Londres no hay lugar para luchadores callejeros¡¯. Aqu¨ª los asuntos no eran tan graves. Debemos agradecer al primer ministro Harold Wilson que se negase a intervenir en la guerra. El flujo entre entre ambas orillas atl¨¢nticas es b¨¢sico, pero fue un fen¨®meno internacional¡¯¡¯.
El recuerdo del mayo del 68 parisino sedimenta una ¨¦poca en que la solidaridad entre los j¨®venes impuls¨® causas que tendr¨ªan su reflejo en protestas pac¨ªficas o violentas revueltas e incidir¨ªan en la pol¨ªtica. De las figuras de Martin Luther King y Che Guevara se salta al activismo feminista y la liberaci¨®n sexual, la organizaci¨®n paramilitar de los Black Panthers, la creciente oposici¨®n a la intervenci¨®n estadounidense en Vietnam, hechos que informaron una nueva cultura, vibrante y contagiosa. Pronto el capital convertir¨ªa en consumismo aquellas modas y la carrera espacial simular¨ªa un palpable futuro, pero no hab¨ªa vuelta atr¨¢s para quien hubiese probado el LSD.
¡®¡¯Las ideas eran m¨¢s importantes que el dinero¡¯¡¯, apunta el contertulio de Boyd, Nigel Waymouth, copropietario de la boutique Granny Takes a Trip, que vest¨ªa a famosos m¨²sicos y gente guapa. Waymouth dise?¨®, junto a Michael English, los primeros posters psicod¨¦licos brit¨¢nicos, inspirados en los que llegaban desde San Francisco a la librer¨ªa especializada Indica Books. "Eran deficitarios, los vend¨ªamos por debajo de lo que nos hab¨ªa costado imprimirlos¡¯¡¯, ironiza.
Los distintos objetivos y ramificaciones del movimiento estaban fuertemente interconectados, de ah¨ª su imparable expansi¨®n. Los derechos humanos, el multiculturalismo o la ecolog¨ªa fueron adoptados por una nueva generaci¨®n que igualaba en n¨²mero a sus mayores. Para 1967 la contracultura era ya corriente masiva que hab¨ªa pasado de las ideas a los hechos, de lo posible a lo viable. "Gracias a la reforma educativa aquella generaci¨®n enseguida tom¨® guitarras y pinceles", explica Waymouth.
Say You Want a Revolution!, que podr¨¢ verse hasta el 26 de febrero, se adentra en las zonas clave donde tuvieron lugar estas m¨²ltiples revoluciones: comunas y festivales, Timothy Leary y Andy Warhol, la denuncia del colonialismo y las armas nucleares, Blow Up y Easy Rider, los dise?os futuristas y el reciclaje org¨¢nico. La exposici¨®n finaliza en la utop¨ªa californiana y su retorno a la naturaleza, que parad¨®jicamente engendrar¨ªa una nueva era, la tecnolog¨ªa digital. La publicaci¨®n contracultural Whole Earth Catalog fue, dec¨ªa Steve Jobs, un precedente de Google.
Al llegar a la espaciosa sala final se diluye en parte tan fruct¨ªfero mensaje: sobre inerte memorabilia ¡ªla bater¨ªa de Keith Moon o pedazos de una guitarra de Jimi Hendrix¡ª una gran pantalla atruena con la proyecci¨®n en bucle de la pel¨ªcula Woodstock. No es la representaci¨®n m¨¢s honda o sutil de c¨®mo los optimistas sesenta moldearon el presente, pero acrecenta la deprimente sensaci¨®n de que aquellos ideales se han devaluado. "Me siento reconfortado cuando los pol¨ªticos de derechas despotrican contra los sesenta¡¯¡¯, concluye Boyd. "Esto confirma su significancia¡¯¡¯.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.