La emigraci¨®n a palo seco
Un libro recoge testimonios en primera persona de espa?oles que marcharon a otros pa¨ªses en la crisis
Lleg¨® a Canad¨¢ en 1966, con sus maletas, una gabardina amarilla de El Corte Ingl¨¦s y dos trenzas largas. Un ni?o en una mano y otro en la otra, iba a reunirse con el marido que hab¨ªa marchado en busca de trabajo unos meses antes. Pobre. Menudo pastel que se encontr¨® all¨ª: ni en sus peores pesadillas¡ Los detalles los da ella misma en el libro coordinado por Noem¨ª L¨®pez Trujillo y Estefan¨ªa S. Vasconcellos titulado Volveremos (Libros del K.O.).
?C¨®mo iba a imaginar Conchi, ni en un mal sue?o, que tendr¨ªa que despedir a su hijo Ernesto, hace apenas unos a?os, con un pasaporte al mismo destino? Pues as¨ª fue y as¨ª han salido de Espa?a miles de j¨®venes y no tan j¨®venes en los duros a?os de la crisis actual. De todo porte: con estudios y sin ellos, con respaldo econ¨®mico familiar o al borde del abismo, en aras de la estabilidad laboral o simplemente a la espera de que escampe.
¡°No quer¨ªamos quedarnos en esa frase de la p¨¦rdida de talento, la emigraci¨®n es heterog¨¦nea, todos los que se han ido, cient¨ªficos y camareros, se han llevado su talento¡±, explica L¨®pez Trujillo. Tal es, en efecto, la heterogeneidad de la emigraci¨®n, que este peque?o libro oral, a base de relatos grabados, ¡°no pretende ser un retrato fiel del fen¨®meno socioecon¨®mico, ni tiene af¨¢n cient¨ªfico, ni estad¨ªstico". "Son historias personales, variadas, ¨ªntimas; algunas de las confesiones que se recogen no las han o¨ªdo antes los padres ni los hijos que comparten p¨¢ginas y que solo ahora podr¨¢n leerlas¡±. Eso les produce a quienes firman el libro cierto desasosiego, porque han entablado con los protagonistas una relaci¨®n estrecha y no quieren enturbiarla.
Por las p¨¢ginas circulan relatos tristes, esperanzados, animosos, desoladores, siempre trasladados desde la grabadora sin intermediario alguno, que dejan, al cabo de la lectura, reconocer sin dudas a los protagonistas por su tono, su estado vital, sus circunstancias, que se desarrollan en Alemania, Luxemburgo, Canad¨¢, Londres.
El contrapunto lo ponen las caras al otro lado del Skype, las de los padres, los abuelos y los amigos que se quedaron y que sue?an con las vacaciones para volver a los abrazos reales. Pese a todo, lo virtual, las redes sociales son quiz¨¢ la aportaci¨®n cuantitativa y cualitativa de esta nueva emigraci¨®n. Por las redes contactaron y seleccionaron a los protagonistas de este libro, por las redes conectan ellos con sus familias, pero es que, si no fuera por las redes, quiz¨¢ no habr¨ªan podido salir de Espa?a. ¡°Antes era la radio, ahora es el Skype¡±, se?ala Estefan¨ªa S. Vasconcellos. ¡°Ahora, hasta para irse hay que tener redes sociales, amigos al otro lado, ciertos privilegios, ahorros, dinero¡±, a?ade L¨®pez Trujillo.
Y luego est¨¢ el problema de volver. Volveremos, dice el t¨ªtulo. Y puede que as¨ª sea. Pero la dificultad para hacer las maletas de vuelta crece con los a?os de permanencia, con los hijos que crecen, el trabajo que se afianza, los modos de vida que se van pegando a la costumbre como un segunda piel, y las escasas bienvenidas laborales que aporta Espa?a todav¨ªa. As¨ª lo va contando en el libro ese coro de voces fresco y r¨¢pido.
Las historias se suceden a palo seco, lean los detalles de Peter y Berni, de Mar¨ªa, Jorge y Laura, Clemente, Soraya, Pili y Conchi. Esta aporta todas las diferencias que pueden encontrarse entre aquella emigraci¨®n de los sesenta y la actual. ¡°Son sentimientos universales que todo el mundo podr¨¢ entender, los que se fueron entonces, los que se van ahora, los que llegaron a Espa?a un d¨ªa, como el peruano Clemente¡±. S¨ª, pero la historia de Conchi habla de aquella emigraci¨®n de trenzas largas y maletas de cart¨®n, del miedo a coger un avi¨®n, de sustituir el idioma que no se habla por gestos incomprensibles. Y por m¨¢s sorpresas que se lleven los de ahora cuando aterrizan en una sociedad desconocida, nada podr¨¢ igualar la que vivi¨® Conchi en Canad¨¢. Ni en sus peores pesadillas.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.