El enigma Pessoa al completo
Una exposici¨®n en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid y la integral de su poes¨ªa en la editorial Abada muestran el universo nost¨¢lgico del escritor lisboeta
Fernando Pessoa (Lisboa 1888-1935) sigue proyectando su genio triste desde esa zona del fin del mundo en la que cre¨® su obra, en lugares concretos de Lisboa por los que pasearon ¨¦l y sus heter¨®nimos. Ahora proyecta esa luz oscura, pesimista, pero tambi¨¦n diversa, o divertida, desde la sala Minerva del C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid, donde unos seres rabiosamente pessoanos (Juan Barja, Alberto Ruiz de Samaniego, Jos¨¦ Mouri?o, cineasta este ¨²ltimo, sin relaci¨®n con el entrenador de f¨²tbol, Daniel S¨¢nchez Usanos¡) han encontrado la manera de resaltar su paso ins¨®lito, silencioso y abrumador por este mundo.
Pessoa naci¨® en Lisboa y vivi¨® all¨ª con la intensidad con que Marcel Proust vivi¨® en una habitaci¨®n sin vistas en Par¨ªs y en Cabourg o como Jos¨¦ Lezama vivi¨® inm¨®vil en La Habana. Sus sitios fueron el famoso caf¨¦ A Brasileira, que es universal por Pessoa, y el restaurante Martinho da Arcada, que es tambi¨¦n inolvidable por eso, porque all¨ª, escrib¨ªa el hombre de los heter¨®nimos. Se sentaba solo, pero con ¨¦l estaban Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Bernardo Soares, ?lvaro de Campos, sus heter¨®nimos. Ese solitario ¡°del fin del mundo¡± era, dice el comisario de la exposici¨®n, Alberto Ruiz de Samaniego, ¡°un hombre absolutamente introspectivo, aislado de todo contacto social¡±, alejamiento que le sirvi¨® ¡°para penetrar continuamente en las entra?as del ser¡±. Y tuvo tal capacidad que se quintuplic¨®, y en todos los individuos que cre¨® encontr¨® una voz distinta a la suya, siendo la misma.
Esa soledad, esa oscuridad de la que part¨ªan sus met¨¢foras, est¨¢ transcrita casi exactamente en la atm¨®sfera creada para esta exposici¨®n. Est¨¢ reproducida la geometr¨ªa de las mesas de su caf¨¦ de siempre, y alrededor est¨¢n, como partituras digitales, todos los pasos que Pessoa dio en su vida. Ese Atlas Pessoa que acompa?a a la idea de la exposici¨®n presenta el trayecto humano del poeta misterioso m¨¢s conocido de Portugal, junto a Camoens.
¡°Yace Europa, apoyada en ambos codos¡±
Fernando Pessoa es inagotable, como el fondo del mar. Lo sabe bien Juan Barja, editor, ahora director del C¨ªrculo de Bellas Artes, fil¨®sofo y poeta, que desde hace a?os lucha con la voluntad de los melanc¨®licos (su perfil de wasapp es Sobremuriendo) dentro del esp¨ªritu del poeta de las cinco identidades.
Fruto de esa pasi¨®n sobremuriente es una colecci¨®n ins¨®lita y biling¨¹e de la poes¨ªa de Pessoa, que publica su editorial, Abada, empe?ada en empresas de riesgo, como la obra completa de Walter Benjam¨ªn, otro europeo de la melancol¨ªa. Esta colecci¨®n tiene ocho tomos, acaba ahora, y est¨¢ realizada por ¨¦l y por Juana Inarejos. Contiene textos de otros pesso¨ªstas como Miguel Casado, el propio Barja, Jos¨¦ Manuel Cuesta Abad, el catedr¨¢tico Alberto Ruiz de Samaniego, Javier Arnaldo y Patxi Lanceros.
El primer poema del ¨²ltimo volumen de esa colecci¨®n corresponde al libro Blas¨®n, y reza de Europa, a la que el poeta mira con la melancol¨ªa de un dibujante que recorre su mapa. "Yace Europa, apoyada en ambos codos:/ desde Oriente a Occidente, contemplando,/ entoldada en rom¨¢nticos cabellos". La descripci¨®n llega, naturalmente, a Portugal: "Con su mirar esf¨ªngico y fatal/ ve a Occidente, futuro del pasado./ Y ese rostro que mira es Portugal".
Ese rostro es Pessoa, mirando. Su traductor, Barja, cree que este hombre vive mirando el drama en?la gente, y no s¨®lo el drama de la gente. "Hay gente que opina que Pessoa es un esquizoide, que aqu¨ª hac¨ªa un personaje y all¨ª otro, que los heter¨®nimos tienen vida propia. Y creo, sin embargo, que la de Pessoa es una estrategia asombrosamente rigurosa. Vive en un pa¨ªs peque?o, casi extraeuorpeo, fuera de los acontecimientos de la modernidad. En ese ¨¢mbito se inventa una generaci¨®n equivalente a las generaciones que hubo en Alemania o Francia en esa ¨¦poca de los a?os veinte o treinta". Esos heter¨®nimos, todos con su personalidad, son la generaci¨®n que inventa. Cuando ¨¦l muere, esa generaci¨®n tambi¨¦n desaparece. Pero qu¨¦ vivo sigue el pensamiento desasosegado de Pessoa en la Europa que yace mirada desde Portugal.
Y una pel¨ªcula, dirigida por Mourinho, retrata la Lisboa de su tr¨¢nsito, con la voz principal de Pablo Guerrero, el cantautor. Esa voz reposada, y como entristecida, que habla desde el fondo del alma del propio cantante, descorre el velo de esa biograf¨ªa urbana del hombre que, como dice Ruiz de Samaniego, ¡°pase¨® la ciudad como aquellos paseantes de los que hablan Baudelaire o Walter Benjamin, an¨®nimos en medio de las grandes urbes¡±. ¡°Pessoa era un pr¨ªncipe de inc¨®gnito. Caminaba d¨ªa tras d¨ªa por los mismos recovecos de la ciudad. Es alguien que mira, un voyeur; sus descripciones son de un detalle incre¨ªble; goza del espect¨¢culo del mundo, con el traj¨ªn de la vida, con el tr¨¢nsito urbano¡±.
Ese hombre solitario acompa?ado por sus sombras (Caeiro, Reis, Soares, De Campos) es, a?ade Samaniego, catedr¨¢tico de Est¨¦tica en la Universidad de Vigo, ¡°todo un mundo, el Pessoa de las saudades, de la caracter¨ªstica melancol¨ªa del fim do mundo, del Portugal desde el que escribe¡±. Pero es un poliedro: ¡°Ese Pessoa se refracta en otras posibilidades. Con ¨¦l van el agn¨®stico, el pagano defensor del paganismo precristiano, el sensual¡¡±. Esos mundos caben en uno y se representan, como una realidad virtual, oscurecida como la cueva de la que nace la inteligencia de las sombras y de la poes¨ªa, en esa sala del C¨ªrculo de Bellas Artes que se llama Minerva y que arropa al solitario mayor de Portugal. La mujer que guarda la muestra, Eva Torrej¨®n, profesora, ahora en paro, de Filolog¨ªa Hisp¨¢nica, gaditana, ha le¨ªdo versos de este hombre que pasea triste por los ordenadores y por la pel¨ªcula que componen este Atlas Pessoa. ¡°Ahora lo leer¨¦ m¨¢s¡±.
La voz de Pablo Guerrero
Al fondo de la sala, en el cuarto m¨¢s oscuro, suena la voz de Pablo Guerrero narrando la Lisboa filmada por Mouri?o. ?ste, que tiene 37 a?os y ahora trabaja en darle vida de cine a la ¨²ltima Mar¨ªa Zambrano, dice: ¡°Lo descubr¨ª ley¨¦ndolo a ¨¦l y a su tropa de autores brillantes. Vi Lisboa con ellos. El de Pessoa fue un mundo interior intenso y complejo. Llevar a la pantalla ese esp¨ªritu es tan dif¨ªcil como trasladar el universo de Proust o como llevar al cine el mundo de Lezama, al que tanto se parece siendo tan distinto¡±.
La exposici¨®n es virtual, pr¨¢cticamente; Juan Barja, editor de Pessoa, director del C¨ªrculo, dice que no quisieron apabullar con papeles y con datos. En esas pantallas chicas y en la pantalla de la sala de cine est¨¢ el Atlas de Pessoa, y est¨¢ ¨¦l caminando con todas sus sombras. Es Pessoa en estado puro, como si ¨¦l mismo estuviera en lo m¨¢s hondo de su cueva oscura esperando el fin del mundo.
Babelia
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