Todos los feminismos del feminismo
Entre el oportunismo editorial y las aportaciones de relieve, una avalancha de t¨ªtulos afronta desde diversos ¨¢ngulos el debate sobre un movimiento en plena reinvenci¨®n
1. Nuevos lectores, viejas heridas
Si el mundo se ordenara con el mismo criterio con el que se ordenan las revistas en los aeropuertos, obtendr¨ªamos una visi¨®n hipersexualizada que a¨²n asigna a la mujer los temas de belleza y decoraci¨®n y le dedica al hombre su rinc¨®n de deporte y finanzas. A saber c¨®mo impactar¨ªa al tr¨¢fico a¨¦reo si entre la selecci¨®n de best sellers colocasen varias pilas de Vernon Subutex 1, la ¨²ltima novela de Virginie Despentes. Ya en la primera p¨¢gina de su ensayo, Teor¨ªa King Kong (Melusina, 2007), enumeraba a sus potenciales lectoras, describiendo un paisaje rec¨®ndito y variable. Aquel discurso fue calando mucho antes de que varias actrices hicieran p¨²blica su demanda de sueldo equitativo (Robin Wright, Jennifer Lawrence), cuando el feminismo solo era noticia en relaci¨®n con la violencia de g¨¦nero y no por lo que soltara Beyonc¨¦ en directo ni la youtuber Isabel Calder¨®n P¨¦rez-Barba en una de sus reviews fuertecitas.
No fue hasta que las Femen irrumpieron en la esfera p¨²blica y protestaron con su cuerpo que el asunto despert¨® nuevas atenciones. Un par de a?os despu¨¦s, el encarcelamiento del grupo punk-feminista Pussy Riot moviliz¨® a la opini¨®n p¨²blica contra el r¨¦gimen de Putin y fue ampliamente difundido, aunque no tanto como la condena que le cay¨® al responsable de una de las mayores filtraciones de la historia. Bradley Manning, el enemigo n¨²mero uno de EE?UU. Fue noticia dos veces y en la segunda apareci¨® con peluca: ¡°Soy una mujer y me llamo Chelsea¡±. Mientras tanto, en televisi¨®n las disputas de g¨¦nero dejaban de ser un tema secundario y la prensa se hac¨ªa eco del impacto de series como Transparent y Orange Is the New Black. En este drama carcelario escrito en clave feminista, los cuerpos son atravesados por otras circunstancias como la raza o la identidad sexual, lo que nunca sucedi¨® en Girls. En este caso, Lena Dunham exhib¨ªa sus pechos respingones y culo de se?ora en respuesta, es presumible, a un determinado canon de belleza. De hecho, su primera novela, No ese tipo de chica (Espasa/Columna), no es tanto una obra feminista como una proyecci¨®n irreverente de la feminidad.
En esta misma clave podr¨ªan leerse C¨®mo ser mujer y C¨®mo se hace una chica (Anagrama), de Caitlin Moran, y t¨ªtulos m¨¢s recientes como Mala feminista, de Roxane Gay (Capit¨¢n Swing); Solterona (Malpaso), de Kate Bolick; Madres arrepentidas (Reservoir Books), de Orna Donath, o The Time of my Life (Blackie Books), de Hadley Freeman. Estos libros celebran la imperfecci¨®n de la mujer y revisan algunos de sus mitos con la misma iron¨ªa con la que piden platos las clientas de un restaurante en el ¨²ltimo anuncio de Pavofr¨ªo, lo que confirma, una vez m¨¢s, que ya existe un feminismo para todos los p¨²blicos.
Menci¨®n aparte merece Los hombres me explican cosas (Capit¨¢n Swing), de Rebecca Solnit. Se trata de una compilaci¨®n de art¨ªculos period¨ªsticos, escritos por una activista que comenta las noticias del diario y comparte reflexiones y an¨¦cdotas. Solnit se queja de que ciertos hombres se arrojen saberes hasta extremos rid¨ªculos, mientras nosotras tendemos a ser m¨¢s pudorosas o a opinar en privado. Llama la atenci¨®n que la autora considere su libro un ensayo, cuando el tono y la eliminaci¨®n de las notas al pie de p¨¢gina nos sit¨²an ante una mujer que nos explica cosas. ?Ser¨¢ una provocaci¨®n?
El feminismo suele estar ubicado junto a los estudios de g¨¦nero, como corriente que ha tenido su evoluci¨®n
2. Una secci¨®n propia
En el muy notable El patriarcado del osito Teddy, la pensadora Donna Haraway, de quien Sans Soleil acaba de publicar otro gran libro (El manifiesto de las especies en compa?¨ªa), reconstruye c¨®mo se fragu¨® el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York. Para ella, las escenas exhibidas gracias a la taxidermia y la fotograf¨ªa ilustran un trozo de ?frica, pero, sobre todo, el ansia de permanencia del hombre blanco, cuya supremac¨ªa y virilidad empezaban a verse amenazadas por la inmigraci¨®n y el impacto de los discursos feministas. En este caso, el display esconde un segundo relato. An¨¢logamente, como comenta Paul B. Preciado (El manifiesto contrasexual, Testo Yonqui), ¡°toda biblioteca es una taxonom¨ªa posible del mundo. No hay lugares naturales para los libros. Respecto al feminismo, se abre paso en las bibliotecas y librer¨ªas a partir de los a?os setenta, que es cuando varias autoras politizan el acceso a la escritura y la lectura y, por tanto, reivindican su lugar en las estanter¨ªas¡±.
Hoy, el feminismo suele estar ubicado junto a los estudios de g¨¦nero, como una corriente cr¨ªtica que ha tenido su propia evoluci¨®n. Entre las pioneras estar¨ªan Mary Wollstonecraft y el movimiento sufragista. A mediados del siglo XX, Simone de Beauvoir hizo una contribuci¨®n muy importante con El segundo sexo, que anticip¨® los debates de los setenta. Fue esta la d¨¦cada en la que el feminismo se separ¨® en dos corrientes: la de la igualdad centr¨® su cr¨ªtica en el patriarcado por entender que la mujer era una identidad subsidiaria del hombre, de ah¨ª la necesidad de abolir ambos g¨¦neros. La de la diferencia, en cambio, reconoc¨ªa en ella unas cualidades propias y dignas de celebrarse. A este contexto pertenece Mi vida en la carretera (Alpha Decay), de Gloria Steinem. En los ochenta, figuras como Angela Davis o Gloria Anzald¨²a (Capit¨¢n Swing) cuestionaron que la mujer fuera un ¨²nico sujeto pol¨ªtico; que su identidad tambi¨¦n depend¨ªa de la clase social, la raza o la religi¨®n. Esta cr¨ªtica tiene momentos memorables en Borderlands/La Frontera, de Anzald¨²a.
Otra apertura muy productiva surgi¨® en los noventa, con la teor¨ªa queer, que inaugur¨® todo un campo de an¨¢lisis, incorporando otras identidades y usos del cuerpo: de la butch (camionera) a los transg¨¦nero. En este aspecto, hay que celebrar la reciente traducci¨®n de Mother Camp. Un estudio de los transformistas femeninos en los Estados Unidos, de Esther Newton, en el que se inspir¨® Judith Butler. De esta se acaba de publicar el muy recomendable Los sentidos del sujeto (Herder).
Dicho esto, parece que en los pa¨ªses hispanohablantes, el feminismo y los estudios de g¨¦nero no han acabado de consolidarse. En varios casos, esta secci¨®n sigue ocupando los estantes superiores, o su selecci¨®n se ve desdibujada por la falta de espacio. En la actualidad, las novedades citadas conviven con un ensayo sobre lo poshumano de la fil¨®sofa Rosi Braidotti (Gedisa), una biograf¨ªa de la activista verde Petra Kelly (Clave Intelectual), una antolog¨ªa ilustrada (Wonderwomen: 35 retratos de mujeres fascinantes, Sd Edicions) y hasta un libro de manualidades ¡°empoderantes¡± (El libro de actividades feministas, Ediciones B). Cuando le pregunto a Silvia Federici por la ubicaci¨®n de su extraordinario ensayo, Caliban y la bruja (Traficantes de Sue?os), me contesta: ¡°Me alegro de que se presente en Espa?a en la secci¨®n de estudios feministas, pero tambi¨¦n deber¨ªa verse en la secci¨®n de historia. Esto no es ¡®una¡¯ historia de las mujeres. Es una relectura de la historia del capitalismo desde el punto de vista de la reproducci¨®n de la fuerza de trabajo. Y una cr¨ªtica de los procesos que, seg¨²n Marx, condujeron al desarrollo de este sistema, por eso, tambi¨¦n deber¨ªa pertenecer a los estudios marxistas¡±.
¡°Necesitamos estanter¨ªas como el transfeminismo que desacralicen el resto de jerarqu¨ªas¡±
Su caso no es ¨²nico. Otros podr¨ªan preguntarse por qu¨¦ pensadoras pensadoras como Simone Weil, Hannah Arendt o Virginia Woolf rara vez aparecen ubicadas en esta secci¨®n. Adem¨¢s de ser una disciplina especializada, el feminismo es una aproximaci¨®n cr¨ªtica que atraviesa varias secciones (de la teor¨ªa literaria al cine), pero tambi¨¦n una moda a la que dan cancha cada vez m¨¢s editoriales. En las secciones de muchas librer¨ªas convergen estos tres criterios, lo que dificulta su valoraci¨®n y acceso. Mar¨ªa Llopis, autora de Posporno y Maternidades subversivas, es sensible al problema: ¡°Creo que la perspectiva l¨²dica del movimiento queer ser¨ªa la m¨¢s apropiada. Juguemos a clasificar los libros, pero manteniendo siempre en mente que no hay catalogaci¨®n buena. Porque el ser humano es diverso, la diversidad nos enriquece, y las librer¨ªas reflejan esa riqueza¡±. Paul B. Preciado lo lleva m¨¢s lejos: ¡°Soy partidario de una librer¨ªa que actualiza sus estanter¨ªas constantemente, con nuevas categor¨ªas que abren nuevos espacios de acci¨®n y conocimiento. Hoy necesitamos estanter¨ªas urgentes como el transfeminismo, la descolonizaci¨®n y el animalismo, que vengan a desacralizar al resto de jerarqu¨ªas. Si hay un espacio de conocimiento, que haya una estanter¨ªa¡±. Y a?ade: ¡°El feminismo es tambi¨¦n literatura y filosof¨ªa, no es un pensamiento menor, sino quiz¨¢ una de las teor¨ªas cr¨ªticas m¨¢s importantes de los ¨²ltimos dos siglos¡±.
Cabr¨ªa preguntarse cu¨¢nta de esta importancia queda reflejada en los espacios de mayor acceso y en los grandes medios, donde el feminismo no es una pol¨ªtica editorial sino lo que asumimos aisladamente unas cuantas firmas, ya sea como una vieja batalla o una tendencia que inventa su l¨¦xico al calor de los acontecimientos, aun a riesgo de caer en incongruencias. Al final, todo tiene un precio.
Carteler¨ªa del colectivo See Red Women¡¯s Workshop. De arriba abajo: Protest (1973), Girls Are Powerful (1979), Don?t Let The Racism Divide Us (1978) y Fight The Cuts (1975). Todos, recogidos en el libro See Red Women¡¯s Workshop. Feminist Posters 1974-1990 (Cedidos por la editorial Four Corners Books)
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