Suya es la gloria, Espartaco
Cuando Kirk Douglas desaparezca habremos perdido al ¨²ltimo s¨ªmbolo de un cine legendario
Se llama Issur Danielovitch, pero el hijo de aquel trapero jud¨ªo llegado de Rusia decidi¨® por estrategia, o conveniencia, o porque su nombre resultaba demasiado hebraico (aunque Hollywood lo inventaran ellos y lo sigan reinventando), que ser¨ªa mejor cambiarlo por algo tan contundentemente estadounidense como Kirk Douglas. Y siempre exist¨ªan mil agradecidas y admirativas razones para recordarle, pero en esta ocasi¨®n se debe a algo tan ins¨®lito como que cumpla 100 a?os ma?ana viernes. No sabemos c¨®mo ha afectado su longevidad a su estado f¨ªsico y mental. Lo ¨²nico que deseo es que alguien que nos ha transmitido sensaciones tan intensas, que nos regal¨® con su presencia y su arte algo parecido a la felicidad, tenga una ancianidad pl¨¢cida, que el dolor y la devastaci¨®n no se hayan ensa?ado con ¨¦l, que a¨²n pueda disfrutar de ciertas cosas de la vida. Cuando ¨¦l desaparezca habremos perdido al ¨²ltimo s¨ªmbolo de un cine legendario, en blanco y negro y en color, de una ¨¦poca en la que el p¨²blico pagaba la entrada para ver actores y actrices que le ofrec¨ªan algo hipn¨®tico, m¨¢gico y veraz, gente en perpetua posesi¨®n de algo llamado magnetismo, independientemente de la calidad del producto. Nos quedar¨¢ la memoria y la posibilidad de revisar en formatos que ya no pertenecen a la sala oscura el talento y la personalidad de histriones a los que amaremos siempre.
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Adem¨¢s de haber sido con naturalidad un dios, de comerse la pantalla, este se?or tuvo la suerte o la intuici¨®n de que una cantidad apabullante de grandes directores exigiera su presencia. La lista acojona: Wilder, Hawks, Mankiewicz, Tourneur, Huston, Wyler, Minnelli, Hathaway, Vidor, Kubrick, Preminger, Fleischer, Aldrich, Sturges, Frankenheimer, Donen, Ritt, Kazan, De Palma, Mann y otros ocasionalmete meritorios. De acuerdo, falta John Ford, no se puede tener todo, pero la carrera de Douglas si posey¨® casi todo. Si a?adiera algunos nombres de directores europeos, e incluso alg¨²n oriental, yo disfrutar¨ªa el resto de mis d¨ªas y pasar¨ªa en Arcadia todas las noches volviendo a ver la obra de esos se?ores que dirigieron a Kirk Douglas.
Ninguna de sus interpretaciones fue bendecida con el Oscar. Tampoco se lo otorgaron a Cary Grant. Creo que a ambos pretendieron consolarles al final de su carrera con el honor¨ªfico. ?Qu¨¦ verg¨¹enza para el Oscar! No premiaron a un actor dotado de una energ¨ªa proteica, cre¨ªble en m¨²ltiples registros, alguien que desprende electricidad, capaz de otorgar autenticidad y fascinaci¨®n al hero¨ªsmo pero igualmente al lado oscuro, a trepas, canallas, obsesos, crueles, c¨ªnicos, manipuladores y outsiders, a matices sobre el bien y el mal, due?o de una fuerza expresiva impresionante en movimiento o parado, en primer plano y en plano general, mirando, escuchando, hablando, retando, en r¨¦plica y contrarr¨¦plica. Alguien cont¨® que, si Douglas era fotografiado en medio de un grupo de gente, la mirada de un espectador virgen inevitablemente se iba a concentrar en ¨¦l, porque la c¨¢mara le amaba. Son los atributos y el perpetuo misterio que distinguen a las grandes estrellas. Y de acuerdo en que era un hombre guapo y musculado, que el hoyuelo de su barbilla molaba mucho, pero lo m¨¢s atractivo de ¨¦l nac¨ªa de su cabeza, su sensibilidad, su coraz¨®n, su inteligencia, su estilo, su clase.
Tendr¨ªa un grave problema si me preguntaran cu¨¢les son las interpretaciones de Kirk Douglas que prefiero. Ha tocado el cielo muchas veces con una tipolog¨ªa tan variada como atractiva, de bueno o de malo, de atormentado o de racional, de intimista o de ¨¦pico, pero incluso en sus pel¨ªculas m¨¢s d¨¦biles o convencionales, yo pertenezco a ese p¨²blico que sal¨ªa contento por el goce de ver actuar a ese se?or llamado Kirk Douglas. Y tampoco olvido que, gracias a ¨¦l, las infames listas negras perecieron, cuando impuso que en el guion de Espartaco apareciera el nombre de Dalton Trumbo, su verdadero y hasta entonces clandestino autor. Quiero pensar que adem¨¢s de un actor genial este tipo se comportara alguna vez en su vida como un hombre valiente, justo y honrado. Creo que esta noche ver¨¦ un programa grande. O sea: Cautivos del mal, El gran carnaval y Espartaco. Felicidades, se?or Douglas y que se muera cuando usted quiera.
Babelia
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