Nostalgia por otro modelo de vida
Thomas Vinterberg regresa con ¡®La comuna¡¯, inspirada en su experiencia creciendo en una comunidad jipi en los setenta
No todo el mundo puede presumir de haber crecido en una comuna jipi. Thomas Vinterberg (Copenhague, 1969), s¨ª. Entre los 7 y los 19 a?os, el cineasta vivi¨® junto a sus padres y otras familias en una gran casa en la capital danesa. Esa experiencia ha inspirado su ¨²ltima pel¨ªcula, La comuna, que llega este viernes a los cines. En ella el director rememora, con una a?oranza relativa, los d¨ªas en que otro modelo de convivencia fue posible. Y termina concluyendo que, si fracas¨®, tal vez sea porque resultaba demasiado quim¨¦rico. ¡°No creo que las comunas fueran una utop¨ªa. Fueron un experimento con sus aspectos oscuros, pero tambi¨¦n virtudes y ventajas, que hoy sigo echando de menos¡±, sosten¨ªa Vinterberg en la pasada Berlinale, de la que se march¨® con un premio a la mejor actriz para su protagonista, Tryne Dirnholm.
Erik y Anna son un profesor de arquitectura y una presentadora del telediario que se instalan junto con un pu?ado de amigos y su hija de 14 a?os en un viejo caser¨®n heredado. Su objetivo es combatir la rutina que empieza a instalarse en su matrimonio y abrazar una manera m¨¢s moderna de entender lo que debe ser una familia. Pero los problemas no tardar¨¢n en surgir, provocados por las dificultades que imponen la vida en com¨²n y el amor libre. ¡°El modelo de los sesenta y setenta qued¨® reemplazado por otro, el de los ochenta, que impuso la libertad individual y el derecho a la privacidad¡±, explica el director, que no se opone visceralmente a esos valores todav¨ªa imperantes. ¡°Vivir en comunidad tambi¨¦n tiene sus cosas malas: te puede anular como individuo y negarte el derecho de tener sentimientos¡±.
Su pel¨ªcula es autobiogr¨¢fica por partida doble. No solo recoge el testimonio de su infancia en los setenta, en esa Escandinavia que aspiraba a vivir su Verano del Amor tras siglos de luteranismo. Tambi¨¦n narra indirectamente el final de su primer matrimonio durante la d¨¦cada pasada, cuando Vinterberg se divorci¨® de una directora teatral con la que hab¨ªa convivido desde que era casi un adolescente. El paralelismo es flagrante: en la pel¨ªcula, Erik se enamora de una de sus estudiantes y acaba dejando de lado a su mujer. Anna termina vi¨¦ndose sustituida por una especie de doble m¨¢s joven. No parece casualidad que a esa joven alumna la interprete la segunda esposa de Vinterberg, la actriz Helene Reingaard Neumann, 18 a?os menor que el director. ?Es su pel¨ªcula un mea culpa, un intento de reparaci¨®n? ¡°S¨ª, aunque s¨¦ que eso es imposible. Pero s¨ª que hay una especie de confesi¨®n... Estuve casado durante 20 a?os y [la ruptura] fue brutal¡±, confiesa el cineasta. ¡°He querido hablar del anhelo de ese hombre por la juventud. Yo mismo me cas¨¦ con una mujer m¨¢s joven¡ Supongo que todos tenemos miedo a morir¡±. La pel¨ªcula parece surgir de un pronunciado sentimiento de culpa. Vinterberg asiente. ¡°S¨ª, siento mucha culpa. Pero ya es suficiente sobre este tema¡¡±, zanja con una sonrisa algo crispada.
La pel¨ªcula muestra las luces y sombras de quienes abrazaron el amor libre. Vinterberg asegura no defender ni el dogma de la monogamia ni la contrarreforma sentimental que lideraron los hippies. ¡°Me molesta que exista una agenda p¨²blica al respecto¡±, responde el director. ¡°Por ejemplo, hoy la infidelidad est¨¢ casi criminalizada. Cuando sucede, la gente se vuelve loca y se pone a llorar. Entonces se consideraba que no eras propietario de tu pareja y que no pod¨ªas encarcelarla. Para m¨ª, cada pareja decide sus propias reglas a partir del respeto, del amor y de la escucha mutua¡±.
"Hoy la infidelidad est¨¢ casi criminalizada. Entonces se consideraba que no eras propietario de tu pareja. Para m¨ª, cada pareja decide sus propias reglas¡±.
Vinterberg salt¨® a la fama a los 26 a?os con Celebraci¨®n, fest¨ªn salvaje sobre los secretos de una familia danesa, que se llev¨® el Gran Premio del Jurado en Cannes y dio por inaugurado el Dogma 95, movimiento rigorista de influencia tan breve como intensa, que lo convirti¨® en uno de los nombres a seguir en los noventa. No tuvo suerte con su salto al cine angl¨®fono, con las fallidas It¡¯s all about love y Querida Wendy, que hicieron tambalear la carrera de este antiguo protegido de Lars von Trier. En los ¨²ltimos a?os, Vinterberg ha alterando proyectos m¨¢s personales en dan¨¦s, Submarino y La caza, con encargos de envergadura como la reciente adaptaci¨®n de Lejos del mundanal ruido o su pr¨®ximo proyecto, Kursk, sobre el accidente nuclear acontecido en un submarino ruso en el a?o 2000, que rodar¨¢ con Colin Firth y Matthias Schoenaerts.
"Tengo alergia a las peque?as democracias. Ya estoy sometido a un consenso permanente en los rodajes, y es algo que me vuelve loco¡±
Al director, los d¨ªas del Dogma le recuerdan a la vida en la comuna. Ambas experiencias supusieron una inversi¨®n de las reglas dominantes y fueron saltos mortales sin red que terminaron con un ¨¦xito desigual. ¡°Saltamos de un precipicio sin saber qu¨¦ hab¨ªa debajo, pero sujet¨¢ndonos de la mano, con un sentimiento de unidad muy fuerte¡±, recuerda Vinterberg. Hoy ya no le apetece rodar as¨ª, como tampoco vivir en comunidad. ¡°Tengo alergia a las peque?as democracias. Ya estoy sometido a un consenso permanente en los rodajes, y es algo que me vuelve loco¡±, se carcajea. Sin embargo, considera que ser¨ªa ¡°muy sano¡± que algunos lo intentaran, ni que fuera durante unos meses, porque en aquella lejana comuna de su infancia aprendi¨® tres lecciones que todav¨ªa no ha logrado olvidar: ¡°A dar, a dar y a dar¡±.
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