Los a?os salvajes de Moby
El m¨²sico publica 'Porcelain', sus apasionantes memorias de finales del siglo XX en el Nueva York m¨¢s sucio y peligroso. Retirado de las giras, el artista quiere seguir escribiendo
Desde su casa de Los ?ngeles, Moby atiende amablemente mientras ruge una licuadora: ¡°Disculpa, estaba haci¨¦ndome el desayuno¡±. La tarea de hoy consiste en publicitar su Porcelain, autobiograf¨ªa ahora traducida al espa?ol por la editorial Sexto Piso. Son sus vivencias entre 1989 y 1999, justo antes del impacto mundial de Play, ¨¢lbum que despach¨® 10 millones de copias y se hizo omnipresente, gracias a la combinaci¨®n de rotundas voces negras y electr¨®nica sedosa.
?Cree que su m¨²sica ha envejecido bien? Era tan ubicua que se transform¨® en sonido ambiental: la discogr¨¢fica opt¨® por licenciarla para su uso intensivo en publicidad, cine, series. ¡°Fue una soluci¨®n de ¨²ltimo recurso. Pensaban que no tendr¨ªa hueco en la radio comercial y decidimos ir directamente al oyente. Aquello termin¨® en saturaci¨®n pero implant¨® mi nombre. Como practicaba otros tipos de m¨²sica, no me consider¨¦ atado a esa f¨®rmula¡±.
¡°Chocaba con intolerantes como Aphex Twin, que me criticaba por tocar guitarra el¨¦ctrica en directo¡±. Suspira y sigue: ¡°Viv¨ª en una f¨¢brica okupada donde ensayaba un grupo hardcore y otro de metal; yo tocaba en ambos. Eran a?os en que sal¨ªan discos extraordinarios de Sepultura y Pantera pero tambi¨¦n de hip hop. Y te sent¨ªas influenciado por todo eso a la vez. No era bueno rapeando pero s¨ª con la guitarra¡±.
Su formaci¨®n musical se complet¨® trabajando como DJ en Manhattan. ¡°Me gastaba en discos casi todo lo que ganaba: los maxis eran car¨ªsimos. No me quedaba dinero ni para taxis, as¨ª que iba y volv¨ªa al club tirando de una patineta, donde cargaba mis vinilos. Deb¨ªa parecer tan chiflado que los yonquis pensaban que no val¨ªa la pena asaltarme¡±.
De alguna manera, Porcelain es una oda al Nueva York m¨¢s sucio y peligroso, antes de la llegada a la alcald¨ªa de Rudolph Giuliani. ¡°La ciudad acog¨ªa a los artistas: por ser m¨²sico, consegu¨ª alquilar un loft por 500 d¨®lares al mes. Era muy asc¨¦tico, no consum¨ªa ni alcohol ni drogas, todo lo invert¨ªa en discos y en equipos para hacer m¨²sica. Resulta que comenc¨¦ a ganar dinero justo cuando empezaba el aburguesamiento de Manhattan, que expuls¨® a la bohemia¡±.
Para entonces, el esp¨ªritu comunitario de las raves ya se hab¨ªa resquebrajado. ¡°Recuerdo ir a una de las discotecas punteras y encontrarme con el p¨²blico sentado en la pista. Gente guapa que no reaccionaba ante la m¨²sica: estaban hasta arriba de ketamina. ?Qu¨¦ sentido tiene juntarse para tomar un anest¨¦sico?¡±.
Porcelain podr¨ªa pasar por un relato inici¨¢tico. El Moby que nos llegaba a trav¨¦s de los medios parec¨ªa pura ficci¨®n: un cristiano militante, que valoraba la castidad; vegano y abstemio, luchaba por los derechos de los animales. El libro aclara que esos eran los ideales a los que aspiraba, inevitablemente torpedeados por las tentaciones de su oficio. Confiesa: ¡°Tal vez eleg¨ª la profesi¨®n equivocada para mi perfeccionamiento espiritual. Adem¨¢s, si vas de sobrio, la gente se empe?a en demostrarte lo equivocado de tu planteamiento. Y caes¡±.
Desde su actual altura, Moby puede relatar con humor las indignidades sufridas por una estrella de la segunda divisi¨®n de la dance music: aviones ch¨¢rter, alojamientos miserables, promotores flipados. Pero tambi¨¦n presta minuciosa atenci¨®n al proceso de creaci¨®n de sus temas: ¡°Me alegra que lo aprecies. Inicialmente, no quer¨ªa hacer un libro para especialistas en m¨²sica. En la editorial, sin embargo, me dijeron que echaban de menos esos detalles. Cuando llevas muchos a?os encerr¨¢ndote en tu estudio, terminas pensando que es una actividad tan banal como la de un relojero o un zapatero. Hasta que te das cuenta de que los horarios, los m¨¦todos, los objetivos, todo es diferente¡±.
El descendiente de la ballena m¨¢s famosa
Como descendiente de Herman Melville, el autor de Moby Dick, sab¨ªa que su libro ser¨ªa examinado con lupa: "He le¨ªdo las autobiograf¨ªas de Bob Dylan y otros. Est¨¢n bien pero yo prefer¨ªa ser totalmente sincero. Me ayudaron m¨¢s los Diarios de un novelista, John Cheever: tres d¨¦cadas de su vida y no oculta nada. Si vas a dedicar equis meses a escribir, con la esperanza de que alguien use las horas que sean para leer tu libro, debes contar la verdad. Es un deber c¨ªvico, sobre todo en la era de Donald Trump".
Aqu¨ª debemos insertar una an¨¦cdota escabrosa. En sus a?os de fama, cuando Moby ya beb¨ªa alcohol, ¨¦l y sus amigos desarrollaron un juego gamberro: consist¨ªa en sacarse discretamente el pene en reuniones sociales y conectar con el cuerpo de personajes que detestaban, sin que se dieran cuenta. ?Podemos confirmar que Moby bautiz¨® as¨ª a Trump? Risas: "D¨¦jame consultarlo con mi abogado".
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