?Qui¨¦n teme a August Strindberg (y viceversa)?
Miguel del Arco firma y dirige la explosiva versi¨®n de La noche de las tr¨ªbadas, de Per Olov Enquist, con grandes interpretaciones
Cuarenta a?os hace ya del estreno de La noche de las tr¨ªbadas en el Lliure. Fabi¨¤ Puigserver la hab¨ªa descubierto un a?o antes, en Cracovia: fue el espectacular debut de Per Olov Enquist. Al a?o se presentaba en toda Europa. Y en Broadway, donde la protagonizaron Max von Sydow y Bibi Andersson. En los noventa, Llu¨ªs Pasqual la mont¨® de nuevo en el Lliure, otra vez con gran aclamaci¨®n. Escrib¨ª entonces: ¡°Con un marido como Strindberg, lo raro es que no se hicieran lesbianas todas sus parejas¡±. Basta con leer unas pocas p¨¢ginas de Inferno, su novela autobiogr¨¢fica, para comprender que era imposible soportarle (y que se soportase a s¨ª mismo). Un escritor genial y un loco, ¡°tan peligroso como una serpiente de cascabel asustada¡±, como dice en la obra Siri von Essen, su exesposa de entonces. La noche de las tr¨ªbadas sucede en 1888 en Copenhague, cuando el autor arruinado, que acaba de escribir La se?orita Julia y Acreedores, quiere abrir su propio teatro, del que nombra a Siri directora y primera actriz. Pero Siri ha ofrecido el personaje mudo de La m¨¢s fuerte a su amante, Mar¨ªa Carolina David, a quien Strindberg odia (y admira) intensamente: conflicto explosivo, cargado por la turbulenta historia que vivieron tres a?os atr¨¢s en Grez, en el exilio franc¨¦s. Alessio Meloni firma un precioso vestuario de ¨¦poca y monta en la corbata del Pav¨®n una escenograf¨ªa sencilla y funcional: una monta?a de cajas de cerveza, pues el teatro Dagmar utiliza el espacio como almac¨¦n.
Del Arco reinventa el texto: lo estruja y lo destila, lo hace ultracoloquial y descarado, a ratos llevado casi al expresionismo, al esperpento
El espect¨¢culo arranca con Siri von Essen (Manuela Paso) pu?o en alto aullando Au Revoir, un tema de los metaleros suecos Sister Sin, que ya es empezar altito. ?Destilado de su rabia, pesadilla de Strindberg? O una declaraci¨®n de intenciones, una carta arrojada sobre la mesa desde el principio, porque Miguel del Arco reinventa el texto: lo estruja y lo destila, lo hace ultracoloquial y descarado, a ratos llevado casi al expresionismo, al esperpento, con torrenteras de insultos, con chistes de entrada de clowns, con la locura y el dolor a flor de piel: no es cosa f¨¢cil sostener en alto durante dos horas la tensi¨®n de una pieza poderosa pero que tiende a girar en exceso sobre su conc¨¦ntrico agujero negro. Me fascina la interpretaci¨®n y la puesta, pero sigo pensando lo mismo que hace 40 a?os: es un combate ama?ado, ganado de antemano. Las mujeres, Siri y Mar¨ªa, son fuertes y sabias (y un tanto arp¨ªas); los hombres, August y Viggo, son un loco brillante pero insufrible y un bobo: haciendo un chiste, un Augusto y un contraaugusto, como en el circo. Hay, entre muchas, una intuici¨®n estupenda: Mar¨ªa habla del ¡°lado femenino¡± de Strindberg, y conviene recordar que construy¨® grandes personajes de mujeres y que incluso acabar¨ªa creando un Cristo femenino, la Indra de El sue?o. Jes¨²s Noguero, que hab¨ªa sido un Kafka enamorado y fulgurante, es un Strindberg sard¨®nico, violento, paranoico, enfermo de celos, retorcido, furiosamente mis¨®gino, conmovedoramente desvalido. Un gran contradictorio, visionario y ciego, que adora, necesita y teme la fuerza femenina. Fuerza contra fuerza: la no menos extraordinaria Manuela Paso en el rol de Siri von Essen. En Ant¨ªgona desprend¨ªa chispas y destellos, y aqu¨ª sigue: fuego para mantener su amor hacia Mar¨ªa, para defenderse de su t¨®xico exesposo, para seguir en el teatro. Gran tr¨¢gica, gran l¨ªrica, gran payasa.
Miriam Montilla es Mar¨ªa Carolina David, lo que m¨¢s asusta a Strindberg: una mujer libre y que paga su precio por ello. Su contrafigura, su hermana secreta: si en la ¨¦poca hab¨ªa algo m¨¢s duro que un hijo de sierva, como ¨¦l, era una hija de sierva, como ella. De sierva y de falso liberal. La actriz hace algo muy dif¨ªcil: observar, tardar m¨¢s de una hora en soltarse el pelo, hacernos ver la gradaci¨®n de su borrachera, su dulzura, su mirada, su comprensi¨®n. Fuerza tranquila, desesperada calma en pleno vendaval, hasta la estremecedora escena en la que cuenta lo que sucedi¨® realmente en la noche de Graz. Enorme escena entre Paso y Montilla: cuando reinterpretan el texto de La m¨¢s fuerte convirti¨¦ndolo en una declaraci¨®n de amor mutuo, que acaba, para eterno horror de Strindberg, con un beso apasionado y victorioso.
Daniel P¨¦rez Prada, un sorprendente primo hermano de C¨¦sar Sarachu, hace una creaci¨®n c¨®mica del biso?o director Viggo Schiwe, rol desagradecid¨ªsimo: el tonteras que se lleva todas las tortas que no le caen a Strindberg. Vale, queda claro que le han elegido ellas. Y que al final toma una decisi¨®n sensata, ya lo ver¨¢n. La noche de las tr¨ªbadas hace pensar en un?Qui¨¦n teme a Virginia Woolf? ochocentista pasado por la batidora, llorado, carcajeado y aullado, y con la potencia de un turbo. A veces turbulento viene de turbo: no se pierdan este viaje.
La noche de las tr¨ªbadas, de Per Olov Enquist. Director: Miguel del Arco. Int¨¦rpretes: Manuela Paso, Jes¨²s Noguero, Miriam Montilla, Daniel P¨¦rez Prada. Teatro Pav¨®n/Kamikaze (Madrid). Hasta el 8 de enero.
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