Qu¨ªmica de los objetos
La de Carmen Calvo es una modernidad construida sobre todo con los materiales de la memoria, con desechos y ruinas de un ayer cercano
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Hay un desbordamiento en el arte de Carmen Calvo, una sobreabundancia, una jubilosa desmesura, un ir ¨¢vidamente de una cosa a otra, con la prisa del que tiene mucho que hacer y del que disfruta igual haciendo lo que hab¨ªa planeado que dej¨¢ndose llevar por una nueva tarea que de repente lo seduce. Desde sus primeras obras de juventud, Carmen Calvo ha disfrutado con la multiplicaci¨®n meticulosa de lo muy peque?o, con la transformaci¨®n de lo accidental y lo superfluo en el oro de una forma lograda. Veo las fotos de su taller y me provocan casi el mismo mareo de abundancia que sent¨ª desde el mismo momento en que entr¨¦ en la exposici¨®n que tiene ahora en Madrid, en un edificio en el que ver¨¢ ella reflejada su propia desmesura, con grandes arcos, columnas, b¨®vedas, balaustradas. El taller de Carmen Calvo parece envidiablemente en las fotos un almac¨¦n de traper¨ªa o chamariler¨ªa. El edificio de Antonio Palacios en el n¨²mero 31 de la calle de Alcal¨¢ de Madrid es una bas¨ªlica y una catedral en la que se celebra el culto a la acumulaci¨®n de los objetos y a la qu¨ªmica deslumbrante de sus combinaciones; y tambi¨¦n el gran teatro donde se representa el itinerario de una vocaci¨®n, de una biograf¨ªa y una b¨²squeda que abarcan m¨¢s de medio siglo de la contemporaneidad espa?ola: desde el tiempo de las mujeres con velos negros de luto y las ni?as de comuni¨®n hasta el ahora mismo en el que todo lo que hab¨ªa empezado a ser s¨®lido parece estar disolvi¨¦ndose delante de nuestros ojos y a nuestro alrededor, incluidas las certezas sobre los valores del arte y su lugar en el mundo.
Dice Cyril Connolly que la recompensa del arte no es la gloria ni el dinero, sino la intoxicaci¨®n, la embriaguez de hacerlo
Hay modernidades amn¨¦sicas que se erigen sobre la abolici¨®n del pasado. La de Carmen Calvo es una modernidad construida sobre todo con los materiales de la memoria, con los desechos y las ruinas arqueol¨®gicas de un ayer que parece remoto, pero que sucedi¨® hace muy poco tiempo, y que fue arrumbado a toda prisa por las acumulaciones aluviales de los nuevos objetos, las nuevas im¨¢genes del consumo. Una de sus obras m¨¢s formidables es una gran puerta vieja de casa campesina tachonada de ojos de cristal. En ese bloque de madera tan opresivo como un muro cerrado, en su superficie ¨¢spera muy maltratada por la intemperie, est¨¢ la paradoja de una perduraci¨®n que de un d¨ªa para otro se convirti¨® en escombro y desahucio. La puerta cierra el pasado como la losa de una sepultura, pero en los intersticios, en lo que habr¨ªan sido los huecos de los clavos, lo que hay ahora son ojos, ojos que miran y vigilan.
La poes¨ªa visual es una reacci¨®n qu¨ªmica instant¨¢nea, la energ¨ªa liberada por una colisi¨®n a escala at¨®mica. Carmen Calvo inventa puertas con ojos, globos terr¨¢queos con cataratas de melenas postizas, paisajes geom¨¦tricos que est¨¢n hechos con hileras de piedrecillas de grava, espejos engarzados con piernas ortop¨¦dicas, mujeres de cabeza tan peluda como la de un hombre lobo, exvotos her¨¦ticos, fotos de muertos coloreadas a mano de las que lo mismo puede colgar un l¨¢tigo primitivo que un par de esposas de sadomasoquismo forradas en peluche rosa. Su mirada es la de alguien que conoci¨® de ni?a una posguerra funeraria y eclesi¨¢stica que se prolong¨® hasta casi los a?os sesenta, y luego una modernidad atropellada que se apresur¨® a barrerlo todo, todos los signos del pasado, todos los rastros de las vidas anteriores, las que merec¨ªan el olvido y las que habr¨ªan merecido la piedad de la memoria.
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Por ese motivo los yacimientos de su inspiraci¨®n son los desvanes y las chamariler¨ªas en los que fueron arrumbados los objetos de pronto sin valor del mundo extinguido, los signos materiales de la memoria, las huellas del crimen: fotos de parejas de novios, recordatorios de bodas y de bautizos, pizarras escolares, abominables mu?ecos de lana, tapices de ciervos o de escenas orientales, libracos de contabilidad, crucifijos y Ni?os Jes¨²s de dormitorios de reci¨¦n casados. Las ni?as que hac¨ªan la comuni¨®n con tules y estampitas eran las mujeres que vivieron la explosi¨®n de irreverencia pop de los primeros a?os ochenta. Una educaci¨®n art¨ªstica todav¨ªa muy enraizada en los saberes del modelado, el claroscuro y el dibujo desembocaba en el descubrimiento simult¨¢neo de todas las vanguardias. Carmen Calvo, que ha llevado tan lejos el gusto por la apropiaci¨®n y el collage, reivindica su mirada de pintora, el sentido profundo de la composici¨®n visual que rige cada una de sus invenciones. Y dibuja con la misma desenvoltura con el carboncillo o el l¨¢piz sobre el papel que con los objetos diversos colgados como reliquias de un lienzo pintado de negro.
Carmen Calvo inventa puertas con ojos, globos terr¨¢queos con cataratas de melenas postizas, paisajes geom¨¦tricos con hileras de piedrecillas de grava
Dice Cyril Connolly que la recompensa del arte no es la gloria ni el dinero, sino la intoxicaci¨®n, la embriaguez de hacerlo. Hay un sentimiento de intoxicaci¨®n afiebrada y gozosa en cada obra de Carmen Calvo, desde las de m¨¢s envergadura hasta las que parecen m¨¢s simples, y tambi¨¦n en las oleadas sucesivas de invenci¨®n y novedad a trav¨¦s de las cuales ha ido cambiando a lo largo de los a?os. Descubre algo, una t¨¦cnica, un motivo, y se entrega por completo, a la vez obsesiva y vers¨¢til; y luego pasa a otra cosa, a los negativos ampliados de fotograf¨ªas de los a?os cincuenta, por ejemplo, a los collages de cartas y documentos comerciales cubiertos de dibujos, a las melenas caudalosas de pelo sint¨¦tico, a los maniqu¨ªes, a las acumulaciones de figuras de cera como en capillas de exvotos, a los objetos dispares misteriosamente congregados como bodegones en urnas de cristal. Monta fragmentos sincopados de pel¨ªculas de terror. A la cabeza de una mu?eca o de un maniqu¨ª le pone una venda roja sobre los ojos y la cuelga de un lienzo negro, y al llamarla Alicia la convierte en una alegor¨ªa de la imaginaci¨®n visionaria. Como Ren¨¦ Magritte, Carmen Calvo usa el t¨ªtulo de una obra no como una explicaci¨®n, sino como un enigma, un elemento a?adido al collage.
El arte es contagioso. Quien sale de la exposici¨®n de Carmen Calvo mira cada objeto, hasta los m¨¢s comunes, con una sospecha de revelaci¨®n o de amenaza, como una pieza inexplicable de arqueolog¨ªa futura.
Carmen Calvo. Todo procede de la sinraz¨®n (1969-2016). Sala Alcal¨¢ 31. Madrid. Hasta el 29 de enero de 2017.
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