?Por qu¨¦ beben los peces en el r¨ªo?
Los villancicos fueron c¨¢nticos populares que aprovech¨® la Iglesia para divulgar su doctrina y sus iconos

Diciembre, y los peces vuelven a beber. Se acerca el 25: fun, fun, fun. Entonar villancicos fuera de fecha resulta de mal fario y, si las bicicletas eran para el verano, que dec¨ªa Fern¨¢n G¨®mez, mucho m¨¢s cierto es que los villancicos son navide?os. As¨ª que se ir¨¢ otro a?o entre marimorenas y pastores, y nadie escapar¨¢ de un soniquete que tiende a durar en el o¨ªdo casi tanto como la voz de los ni?os de San Ildefonso cantando n¨²meros. Pero, ?de d¨®nde salen? ?Son canciones religiosas?
La Iglesia, como en otras ocasiones, busc¨® la forma de sacar provecho a la cultura popular, de esa manera, a los cantares de los pueblos, aquellos estribillos pegadizos, se les a?adi¨® una pedagog¨ªa religiosa, de ah¨ª que nada tengan que ver unos peces bebiendo en el r¨ªo con un Dios reci¨¦n nacido.?
Hasta el 7 de marzo de 1965 las misas en Espa?a fueron en lat¨ªn, una lengua que cinco siglos atr¨¢s ya resultaba extra?a a los feligreses, les espantaba de la liturgia. Se cree que fue Hernando de Talavera, el primer arzobispo de Granada tras el triunfo de los cat¨®licos sobre los musulmanes, quien a finales del XV tom¨® la decisi¨®n, a la postre revolucionaria, como apunta el catedr¨¢tico de la Universidad de Oviedo ?ngel Medina: sentencias latinas y algunos cantos gregorianos se sustituyeron por coplas en castellano de modo que, como dej¨® dicho Pietro Cerone, peregrino en marcha a Santiago del XVI, las iglesias espa?olas ¡°se parecieran m¨¢s al patio de un teatro que a la casa de Dios¡±.
En origen, los villancicos eran una composici¨®n con estribillo de expresi¨®n popular y unas estrofas que trataban de explicar o desarrollar el contenido de ese estribillo. Dice Sebasti¨¢n de Covarrubias, en 1611, en el Tesoro de la lengua castellana o espa?ola, que los que habitaban en aldeas, sin privilegios ni hidalgu¨ªa, sol¨ªan cantar ¡°cuando estaban en solaz¡±; y que luego los cortesanos tomaron gusto por esos ripios alegres que se o¨ªan en caminos y campos y los fueron incrustando como coro, como leit motiv, en composiciones m¨¢s cultas. "Ese mesmo origen tienen los villancicos tan celebrados en Navidad y el Corpus Christi".
Cualquier tem¨¢tica pod¨ªa ser materia de una estrofa: nostalgia y refranes (¡°Por dinero baila el perro, Juana, y por pan, si se lo dan¡±) y, sobre todo, amor¨ªos. Surgieron cancioneros y antolog¨ªas y, en algunos, se a?adi¨® la notaci¨®n musical para indicar c¨®mo interpretarlos. Pronto los predicadores aprovecharon este fil¨®n.
As¨ª fue como, seg¨²n cuenta Silvia Iriso en su Gran libro de los villancicos (El Aleph), fray Ambrosio Montesino escribi¨®, en 1508,? letras sobre Jesucristo, la Virgen o los ap¨®stoles y las encaj¨® en melod¨ªas conocidas: ¡°C¨¢ntese al son de La zorrilla con el gallo¡±; o "al tono de Aquel pastorcico, madre", anot¨® el fraile. Villancicos que fueron amorosos y rayanos en lo sexual, sobre mujeres que con 10 a?os ya hab¨ªan experimentado ¡°el amor¡±, se convirtieron en cantos sobre la Virgen.
Si esta manifestaci¨®n termin¨® tan adscrita a la Navidad es, precisamente, porque es un elemento religioso que incorpora un paisaje cotidiano, una familia, unos animales, un pesebre, estrellas, figuras con las que podr¨ªa identificarse el mundo rural.
Tambi¨¦n se cay¨® en la chanza. Los villancicos se r¨ªen del habla de los gallegos, los asturianos, los negros, por eso no fueron pocas las intentonas de prohibir aquellos teatrillos durante los oficios religiosos.
El villancico como forma lit¨²rgica decae en el siglo XIX, sin embargo su esencia, los estribillos repetitivos, la devoci¨®n popular, se extiende hasta hoy y su forma actual tambi¨¦n se fue transformando en Am¨¦rica desde su llegada en el siglo XVI.?
Los peces no han dejado de beber y beber en el r¨ªo, pero eso de que era por ver al Dios nacido es cosa de la Iglesia.
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