El ocaso del Hollywood dorado
Con 19 a?os, Reynolds protagoniz¨® 'Cantando bajo la lluvia', considerada el gran musical de todos los tiempos y la quinta mejor pel¨ªcula de la historia del cine
La muerte de Debbie Reynolds a los 84 a?os acerca a Hollywood al final del ocaso de su ¨¦poca dorada, a punto de perder para siempre toda una generaci¨®n de estrellas que hicieron del cine el s¨¦ptimo arte. Protagonista de Cantando bajo la lluvia, Reynolds tan solo ten¨ªa 19 a?os cuando se puso a las ¨®rdenes de Gene Kelly en esta comedia que el Instituto Americano del Cine considera el gran musical de todos los tiempos y la quinta mejor pel¨ªcula de la historia del cine. Reynolds falleci¨® en el centro m¨¦dico Cedars Sinai de Los Angeles tras sufrir una embolia. Su muerte llega tan solo un d¨ªa despu¨¦s de la muerte de su hija, la tambi¨¦n actriz Carrie Fisher. La m¨¢s conocida como princesa Leia de La guerra de las galaxias falleci¨® tras sufrir un paro cardiaco mientras volaba de Londres a Los Angeles. ¡°Quer¨ªa estar con Carrie¡±, resumi¨® el hijo de Reynolds y hermano de Carrie, Todd Fisher, a la revista Variety.
Nacida en El Paso, Texas (Estados Unidos) el 1 de abril de 1932, Reynolds pasar¨¢ a la historia no solo como actriz, cantante y bailarina. El coraz¨®n de esta estrella tambi¨¦n estuvo en los negocios, en la preservaci¨®n de una industria de la que form¨® parte y que supo valorar como arte, y en sus labores ben¨¦ficas centradas en proporcionar tratamiento y diagn¨®stico para las enfermedades mentales mediante su fundaci¨®n. Adem¨¢s ser¨¢ recordada por su talente jovial y divertido, sin aires de estrella pero sabiendo c¨®mo sobrevivir una y otra vez a los avatares de esta industria que tanto disfrutaba y donde solo la muerte de su hija consigui¨® acabar con ella.
A los ocho a?os la hija de un carpintero se mud¨® con todas su familia a la dorada California. Y para 1948 Mary Frances Reynolds ya despuntaba como ¡°Miss Burbank¡±, barrio de Los Angeles donde resid¨ªa y en el que en la actualidad se ubican la mayor parte de los estudios de Hollywood. Una belleza que le vali¨® enseguida un contrato en la Warner Bross. Jack Warner fue quien la rebautiz¨® como Debbie, aunque laboralmente el estudio no la llev¨® lejos. De ah¨ª que en cuanto venci¨® su contrato Reynolds se fue con la competencia, los estudios MGM, con los que trabajar¨ªa por los siguientes 20 a?os. All¨ª rod¨® su primer largometraje, Three Little Words (1950), y su gran pel¨ªcula de todos los tiempos, Cantando bajo la lluvia. El papel de la inocente Kathy Selden haci¨¦ndose un hueco en ese nido de v¨ªboras que era Hollywood se lo consigui¨® el estudio. A Gene Kelly, la estrella y director del proyecto, no le qued¨® m¨¢s remedio que aceptarla pero la someti¨® a un riguroso entrenamiento para prepararla para el papel. Reynolds siempre se lo agradeci¨®. ¡°Escogieron a este talento virginal, a esta cosita, y esperaban que estuviera a la altura de Gene Kelly y Donald O¡¯Connor, dos de los mejores bailarines de la industria¡±, record¨® posteriormente en una entrevista.
A los ocho a?os la hija de un carpintero se mud¨® con todas su familia a la dorada California
A esta rubia vivaz nunca le falt¨® el trabajo aunque los t¨ªtulos que siguieron a esta pel¨ªcula nunca estuvieron a su altura. De todos ellos el ¨²nico que le vali¨® el reconocimiento de la industria con una candidatura al Oscar como mejor actriz fue The Unsinkable Molly Brown (1964), musical que interpret¨® cuando Shirley MacLaine se retir¨® de esta comedia. Ir¨®nicamente fue MacLaine quien protagoniz¨® junto a Meryl Streep la pel¨ªcula Postales desde el filo?basada en el libro que Carrie Fisher escribi¨® sobre la intensa relaci¨®n que uni¨® a esta madre y esta hija. Bundle of Joy, The Catered Affair, Tammy and the Bachelor, In & Out, Mother, The Rat Race,How the West Was Won y The Singing Nun, entre otros filmes, completan su filmograf¨ªa. Siempre en activo, Reynolds tambi¨¦n trabaj¨® en el campo de la televisi¨®n con su propia serie, que solo dur¨® una temporada, y con papeles recurrentes en otros ¨¦xitos televisivos como Roseane, Vacaciones en el mar, Las chicas de oro o Will & Grace.
Entre los principales galardones de su carrera est¨¢n el premio a toda una vida que le hizo entrega el Sindicato de Actores en 2015 y el premio humanitario Jean Hersholt que le entreg¨® ese mismo a?o la Academia de Artes y Ciencias Cinematogr¨¢ficas de Hollywood pero que Reynolds no puso recibir en persona por estar convaleciente de una operaci¨®n. ¡°Cuando mi madre recibi¨® el premio le empezaron a decir lo bueno que era que se lo entregaran a una mujer. Ella prefiri¨® recordar que hasta la fecha solo 17 mujeres han recibido el galard¨®n entre 56 hombres. Vamos, que mejor que no lo vendan como una victoria para la diversidad de g¨¦neros¡±, record¨® en su momento su hija durante su ¨²ltima entrevista con El Pa¨ªs.
Reynolds fue igual de locuaz en lo referente a su vida privada. Las circunstancias la obligaron a serlo. El divorcio de su primer marido, el cantante Eddie Fisher, cuando Carrie no ten¨ªa m¨¢s de dos a?os, fue el esc¨¢ndalo del momento. Reynolds se separ¨® de Fisher al conocer que ten¨ªa un affaire con su mejor amiga, la actriz Elizabeth Taylor. Nunca quiso ser la v¨ªctima.Su segundo divorcio fue igualmente sonado, separ¨¢ndose del fabricante de calzado Harry Karl cuando descubri¨® que la hab¨ªa dejado en la bancarrota con sus deudas de juego.
Entre los amantes del cine Reynolds tambi¨¦n ser¨¢ recordada por preservar la memoria de un Hollywood que ahora desaparece. La estrella compr¨® colecciones enteras de vestuarios y otras piezas de atrezo cuando estudios como la MGM empezaron a deshacerse de sus obras. Entre otras de las piezas que preserv¨® estaba el vestido que llevaba Marilyn Monroe en la escena m¨¢s recordada de The Seven Year Itch (La tentaci¨®n vive arriba), el bomb¨ªn de Charlie Chaplin como Charlot o las zapatillas rojas del Mago de Oz. Su deseo era que formaran parte de ese museo que la meca del cine todav¨ªa no posee pero finalmente tuvo que subastar la mayor parte de sus piezas. Algunas sin embargo han quedado en manos de la Academia para la futura construcci¨®n de ese museo que Reynolds nunca llegar¨¢ a ver.
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