Y el Goya es para...
Pens¨¦ en los hermanos Bajo Ulloa, en ese Goya que ganaron por el guion de 'Alas de mariposa', en que tal vez ya no tienen madre o padre que se hagan cargo del cabez¨®n
Dicen los que saben, psic¨®logos y poetas, que aquello que m¨¢s te molestaba de un ser querido que has perdido es lo que finalmente acaba enterneci¨¦ndote. Con el tiempo, lo que nos irritaba se convierte en una caracter¨ªstica entra?able en ese anecdotario evocador que mitiga la pena. A m¨ª, de mi padre me molestaba que lo guardara todo. No es que fuera un Di¨®genes del mont¨®n, ¨¦l no andaba hurgando en los contenedores (creo), a mi padre le bastaba con venir a casa y llevarse aquello de lo que supon¨ªa que te ibas a deshacer. Yo aprovechaba esa tendencia y cada vez que ven¨ªa de un viaje con un premio escult¨®rico se lo daba. A ¨¦l le encantaba ver mi nombre grabado en una placa, y eso es lo que me conmueve. Pero que yo le donara mis trofeos no era incompatible con que alguna vez le dijera que ten¨ªa que deshacerse de tanta cacharrer¨ªa. As¨ª de ingratos somos los hijos. Cuando muri¨®, entr¨¦ en el peque?o cuarto donde guardaba todos aquellos premios con que ayuntamientos, institutos, bibliotecas, diputaciones o festivales me hab¨ªan adornado, y al ver esa estanter¨ªa de caoba repleta de tanto barroquismo escult¨®rico me dio la impresi¨®n de estar en la habitaci¨®n de un padre que hubiera sido padre de una campeona de futbito o de una lanzadora de jabalina.
Los Bajo Ulloa tienen derecho a decorar su casa como les d¨¦ la gana
S¨®lo hab¨ªa un premio fuera de aquel cuarto, el m¨¢s grande y m¨¢s pesado; un premio f¨¢lico, por resumir. No dir¨¦ la instituci¨®n que me lo hab¨ªa concedido. Estaba en la entrada, al lado de la puerta. Y todo porque hubo un tiempo en que se hab¨ªan producido atracos en esa zona de mi antiguo barrio y mi padre dec¨ªa que como se le colara un ladr¨®n le daba con el premio en la cabeza en defensa propia. Para demostr¨¢rmelo, levantaba aquel tremendo monolito y hac¨ªa un gesto como de asestar un golpe seco en la cabeza del asaltante. A m¨ª tambi¨¦n me molestaba esa agresividad y le reprend¨ªa a menudo por ello. Le dec¨ªa que la violencia solo engendra violencia y esas cosas. No es que ahora en el recuerdo aplauda esos arranques, pero pienso que en algo mejoraba el mundo ese anciano que armado con un bast¨®n amenazaba a los adolescentes que pon¨ªan los pies en el asiento del autob¨²s. ¡°Un d¨ªa te va a pasar algo¡±, le dec¨ªa yo. Pero ¨¦l era viejo, no soportaba la mala educaci¨®n y tampoco tem¨ªa la gresca. Un ej¨¦rcito de ancianos como ¨¦l, armados con bastones de plateada empu?adura y bien distribuidos en los servicios de transporte p¨²blicos y en ciertas zonas de solaz nocturno donde la juventud baila, y mea, y Carmena tendr¨ªa solucionado gran parte del d¨¦ficit de civismo del que hacemos alarde los madrile?os.
El caso es que el cuartito de los trofeos ha sido cerrado y ah¨ª siguen, acumulando polvo, porque a mi hermana le da nosequ¨¦. Parece que las instituciones cuentan con que tenemos padre o madre para que nos guarden semejantes esculturones, aunque por ley natural suele ocurrir que los padres se nos van y aqu¨ª nos quedamos nosotros con la herencia. Yo lo pensaba esta semana cuando se lio la pol¨¦mica absurda (como tantas) con eso de que los hermanos Bajo Ulloa hubieran colocado su Goya en una tienda de viejo. Confieso que si llego a pasar por el escaparate y veo el cabez¨®n del Goya a m¨ª se me habr¨ªa pasado por la cabeza ofrecerle al tendero toda la cacharrer¨ªa que contiene ese cuarto que recuerda al de la federaci¨®n femenina de futbito. Pero vista la reacci¨®n del pueblo ya no me atrevo. Que se las arreglen nuestros herederos.
Ahora pienso, ?y si lo que no le gusta a Bob Dylan del Nobel es la medalla?
Tambi¨¦n pens¨¦ en los hermanos Bajo Ulloa, en ese Goya que ganaron por el guion de Alas de mariposa, en que tal vez ya no tienen madre o padre que se hagan cargo del cabez¨®n, en que puede que la dificultad de seguir haciendo cine les haga molesta la presencia de un viejo trofeo que evoca tiempos m¨¢s alegres, en que les haga falta el dinero, en que sencillamente el objeto no les guste, qu¨¦ caramba, que tambi¨¦n las criaturas tienen derecho a decorar su casa como les venga en gana. Lo que no entiendo es a qu¨¦ viene tanto esc¨¢ndalo. Yo, que soy muy de donar, revender o visitar los fascinantes puntos limpios, entiendo esa necesidad de aligerar las casas y la vida de vez en cuando. Aunque no s¨¦ por qu¨¦ debiera extra?arme el enfado colectivo con los hermanos cineastas: m¨¢s de una vez, cuando he rechazado educadamente un volumen de cinco kilos sobre el arte del enrejado en no s¨¦ que zona de Espa?a, he percibido la indignaci¨®n sorda que provoca tu negativa. Una patriota de verdad, deben de pensar, se ir¨ªa cargada con el obsequio en el tren de vuelta y ya se las apa?ar¨¢ como pueda caso de que sea hu¨¦rfana. Y ahora pienso, ?y si lo que no le gustaba a Bob Dylan de los Nobel era la medalla?
Babelia
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