El ¡®like¡¯ p¨®stumo
Que todo el mundo te quiera cuando est¨¢s muerto es una reacci¨®n universal y tiene su reflejo en las redes sociales
Que todo el mundo te quiera cuando est¨¢s muerto es una reacci¨®n universal y, como tal, tiene su reflejo en las redes sociales. 2016 nos ha dado muchas oportunidades de recordar a m¨²sicos que nos dejaban. El que ha fallecido, por fin, ha sido ¨¦l. Con cada aluvi¨®n de recuerdos compartidos en nuestros muros surgen las voces que se preguntan d¨®nde ha estado escondida toda esa admiraci¨®n. Ante el juego de apariencias en Internet, esa cr¨ªtica resulta comprensible aunque injusta.
Hace mucho que Alan Thicke dej¨® de ser el padre de Los problemas crecen, pero nadie exigi¨® haber seguido su carrera posterior para lamentar su p¨¦rdida hace algunas semanas. Si el fallecido pertenece a una disciplina que consideramos m¨¢s elevada que la televisi¨®n, nace entonces la sospecha del llamado postureo.
Mi primer recuerdo sexual es el de George Michael moviendo las caderas en pantalla con un ultrace?ido pantal¨®n vaquero mientras cantaba Faith. Sospecho que como muchos otros hombres de mi generaci¨®n. En ese videoclip ochentero se nos descubr¨ªa un concepto de la fe muy distinto del que se nos hab¨ªa inculcado hasta el momento y que, de haber respetado, hubiera desvirtuado nuestras vidas por completo.
?l nos mostr¨® a golpe de instinto primario que se pod¨ªa ser homosexual y luego, al salir del armario a la fuerza pero sin pedir perd¨®n, que no hab¨ªa nada de malo en ello. Para muchos dej¨® de ser un modelo a seguir cuando a?adi¨® a la ecuaci¨®n sus adicciones y comportamientos compulsivos. Incluso convertido de forma deliberada en un extravagante embajador del cruising, se enfrentaba a una de las peores formas de homofobia, la de aquellos que te toleran siempre y cuando anestesies tu sexualidad en su presencia.
Es leg¨ªtimo dedicar un like p¨®stumo a aquellos iconos que en alg¨²n momento significaron algo en nuestras vidas. Hay otra raz¨®n por la que lloramos en p¨²blico a artistas como Whitney Houston o Michael Jackson. Necesitamos compartir nuestra tristeza al comprobar que, en ocasiones, ni un talento fuera de lo com¨²n puede neutralizar los demonios interiores, algo que resulta especialmente aterrador para quienes no lo tenemos.
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