El atraco del proletariado

Las historias sobre grandes atracos realizados por gente de la calle, por cafres gris¨¢ceos envueltos en situaciones que les sobrepasan, por vulgares aficionados en el oficio delictivo que, hartos de su amarga situaci¨®n en el escalaf¨®n social, deciden coger una p¨¦rtiga que no saben manejar para lograr un imposible salto hacia la riqueza, pueden tener tanto de parodia como de an¨¢lisis social. Con t¨ªtulos memorables en las m¨¢s diversas cinematograf¨ªas, particularmente en pa¨ªses donde la picaresca forma parte del c¨®digo gen¨¦tico de sus habitantes, comenzando por Espa?a e Italia, el subg¨¦nero puede abordarse desde ¨®pticas que partan de una cierta seriedad, pero que acaben llevando a la risa a trav¨¦s del contraste entre intenciones y resultados, y ah¨ª Atraco a las tres (Jos¨¦ Mar¨ªa Forqu¨¦) puede ser el mejor ejemplo, o tambi¨¦n desde metodolog¨ªas que exageren casi a cada momento las situaciones, superpoblando lo que ya tiene de farsa con elementos c¨®micos como el slapstick, la burla y la parodia.

De-mentes criminales, quinto largometraje del estadounidense Jared Hess, se apunta a esta segunda tendencia, con una singularidad: es una pel¨ªcula basada en una historia real que, aun con grandes dosis de rid¨ªculo, es poco probable que llegara a los extremos de estupidez humana que alcanza el relato en pantalla. A la manera de nuestro particular hecho real, el de El Dioni, robando aquel furg¨®n blindado que custodiaba, y huyendo a Brasil para darse la vida padre con nuevo peluqu¨ªn, otro risible guardia jurado de una empresa privada, Loomis, Fargo & Co., se hizo, en 1997, con 16 millones de euros en met¨¢lico con los que dar un giro a su mema existencia.

Sin embargo, el guion de Bowman, Palmer y Spivey, bregados en Napoleon Dynamite y en el Saturday Night Live, respectivamente, siempre parece estar un punto por debajo de la enorme vis c¨®mica de sus protagonistas, con Kristen Wiig, Zach Galifianakis y Jason Sudeikis a la cabeza. Y a la puesta en escena de Hess, excesivamente esquem¨¢tica, salvo en un par de excelentes momentos de acci¨®n desaforada, le falta algo de ritmo.

Con asesor¨ªa del personaje de Galifianakis, el ladr¨®n de la historia real, condenado a 25 a?os de c¨¢rcel, dato que ya podr¨ªa ser un gag en s¨ª mismo, De-mentes criminales se ve con soltura gracias a sus int¨¦rpretes, pero acaba siendo casi m¨¢s eficaz en su jocoso an¨¢lisis social estadounidenses, entre la relamida aristocracia blanca y el nuevo rico de origen proletario, que como motor de carcajadas. Y al final hay un s¨ªntoma que no falla: a las pel¨ªculas que incluyen en los cr¨¦ditos tomas falsas les falta confianza en s¨ª mismas.