A?icos
Mirror, tebeo de Emma R¨ªos y Hwei Lim, abandera una forma de entender la fantas¨ªa m¨¢s all¨¢ de los h¨¦roes y la violencia
Imaginemos un vitral, una gigantesca vidriera g¨®tica que nos narra, en cristales y luz, el relato de un mito. Ahora imaginemos un mazo, visualicemos c¨®mo lo blandimos y lo descargamos, en un ¨²nico y brutal golpe, sobre ese vitral, esa gigantesca vidriera. El resultado ser¨ªan a?icos, la destrucci¨®n de ese orden reglado por el que se nos presentan convencionalmente los relatos. Lo ¨²ltimo que debemos imaginar es a un ni?o que entra, mil a?os despu¨¦s, en el templo sobre el que reposan los a?icos de nuestro vitral. Y que decide, con la ingenuidad y talento propio de los ni?os, volver a recomponer la vidriera sin conocer d¨®nde iba cada pieza.
El c¨®mic en el sentido cl¨¢sico se parece mucho a la vidriera antes del mazo. El c¨®mic que viene despu¨¦s, el que considera que cada vi?eta es una unidad de tiempo y espacio independiente, separadas por siglos y a?os luz o por mil¨ªmetros y segundos, es la esencia de todo lo que puede alcanzar en un futuro el noveno arte. Mirror, de Emma R¨ªos (guion) y Hwei Lim (ilustraci¨®n) es un pedazo de este futuro. Un relato que vive en el tiempo emocional y no cronol¨®gico, que desaf¨ªa al lector a reconstruir una o muchas tramas a partir de sus a?icos.
Pero es en el fondo de lo que nos cuentan estas autoras donde se encuentra el verdadero mazazo a los t¨®picos y preconcepciones. Porque Mirror, que trata sobre la tirante relaci¨®n entre humanos y metahumanos ¡ªy va ampliando el radio a la relaci¨®n gal¨¢ctica, universal, entre seres que sienten y no se comprenden ni entre s¨ª ni a s¨ª mismos¡ª, atenta contra los pilares sobre los que se sustentan las grandes superproducciones de los artes narrativos: cine, videojuego y c¨®mic. Supone un suave grito de rebeld¨ªa contra asumir un paradigma narrativo que es independiente del sexo del protagonista o de su aspecto f¨ªsico: el ciclo del h¨¦roe, la fantas¨ªa de poder.?
Lo fant¨¢stico, es decir, toda narraci¨®n que trasciende, distorsiona, reinterpreta o evade lo real, vive una revoluci¨®n cultural. Es una guerra a muerte, a veces muy cerca de lo peligrosamente literal, entre un colectivo social que quiere romper con la idea de relato fant¨¢stico como necesariamente heroico (y normalmente tambi¨¦n machista y racista) y aquellos que quieren resistirse a ello. En este peri¨®dico ya hemos hablado de c¨®mo este se¨ªsmo recorre el cine, las series de televisi¨®n, los videojuegos y la literatura con Twitter como T¨¢rtaro digital en el que arden las pol¨¦micas. La lucha bien podr¨ªa resumirse en una sencilla frase: aceptar al otro o rechazarlo. En un mundo que acumula refugiados por millones, hacin¨¢ndose en campamentos a la espera de la solidaridad y el apoyo de sus iguales de especie, parece una lucha bien relevante.
Mirror, cuando la distancia lo permita, bien podr¨ªa ser una de las obras paradigm¨¢ticas de esta ¨¦poca, porque su discurso trasciende lo evidente y se atreve a llegar m¨¢s all¨¢ de las primeras preguntas que genera debatir sobre c¨®mo se vulnera o se respeta al otro. Ya no hablamos de racismo, libertad sexual, religi¨®n u orientaci¨®n pol¨ªtica dentro de la humanidad. Hablamos de qu¨¦ pasa cuando la trascendemos. En el asteroide de Irzah, donde sucede Mirror, nuestra especie ha encontrado la manera de humanizar a los animales. Como suced¨ªa en La isla del Dr. Moreau de H.G. Wells, ratones, toros o perros se humanizan y adquieren inteligencia y voluntad. El conflicto se centra en c¨®mo asumen esta voluntad y cu¨¢l debe ser su relaci¨®n con sus creadores.
Mirror centra ejemplarmente sus inquietudes desde la primera p¨¢gina. En ella vemos a un ni?o jugando con su perra. Es una imagen id¨ªlica de amor incondicional sobre la que poco cabr¨ªa cuestionarse salvo enternecerse. Pero en solo unas pocas vi?etas m¨¢s la perra se convierte en humanoide y la relaci¨®n ya es de igual a igual. Y ese de igual a igual implica que antes no lo era. Porque, por mucho que el humano ame al perro, ese amor viene de arriba hacia abajo. De ah¨ª la historia se ampl¨ªa a m¨²ltiples conflictos y relaciones de poder a lo largo de casi medio siglo en el que saltamos constantemente de atr¨¢s hacia delante, comprendiendo cu¨¢les son los nudos emocionales que atan a su reparto coral. Me ha enamorado especialmente Aldebar¨¢n, un minotauro albino que es a la vez poderoso y fr¨¢gil y que est¨¢ tan bien retratado por el arte de Hwei que sentimos esa dualidad de su personalidad en cada mirada. Es un ser partido en dos, desubicado, v¨¦rtice de geometr¨ªa desconocida.
Poco puede criticarle a Mirror. Lo ¨²nico, que la grapa y la longitud de este primer arco argumental, cinco n¨²meros, las ha forzado a correr demasiado, a acelerar el ritmo narrativo y no dejar espacio a que sus fascinantes universos y personajes se detengan y se tomen un respiro m¨¢s all¨¢ de los acontecimientos. La bell¨ªsima est¨¦tica en acuarela se complementa a la perfecci¨®n con lo que quiere contar, una historia neblinosa, ambigua y bella sobre la identidad del otro y la nuestra.
Cierro con los textos de una de las p¨¢ginas finales del n¨²mero cinco, reflexiones encerradas en cartelas que resumen todo el arco.
?Ego¨ªsmo. ?Es lo que nos hace verdaderamente humanos? Realmente, no podemos contemplar el universo con otros ojos que no sean los nuestros. Creemos que somos capaces de empatizar. Creemos que esto nos hace m¨¢s nobles. M¨¢s valiosos. Pero solo pensamos en los otros cuando estos sirven a nuestra ambici¨®n. A nuestros intereses. A nuestros apetitos. O, peor a¨²n, como excusa para justificar nuestras acciones?.
Babelia
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