Proust, antes de la magdalena
Un libro recopila los seud¨®nimos del escritor en la revista ¡®Le Mensuel¡¯, sus cr¨®nicas de moda y el texto que anticipa el amor imposible de ¡®En busca del tiempo perdido¡¯
En noviembre de 1890, Marcel Proust (1871-1922) finaliz¨® el servicio militar, en el que se hab¨ªa alistado voluntario, y regres¨® a la casa de sus padres en Par¨ªs. Ten¨ªa 19 a?os. En ese momento era Marcel, aspirante a escritor. Entonces, apenas repuesto del aburrimiento que le hab¨ªa causado el ej¨¦rcito, se produjo su debut literario. Fue en la revista Le Mensuel, casi dos a?os antes de publicar en Le Banquet, que durante mucho tiempo se consider¨® la primera revista, digna de ser llamada como tal, en la que escribi¨®. Su estreno fue modesto, redactando una breve columna de sociedad, firmada como ?toile filante. En ella informaba de que el presidente de la Rep¨²blica y su mujer retomaban ¡°sus recepciones de los jueves por la noche¡±. Llegando al final, sin abandonar los usos de la alta sociedad, escrib¨ªa que ¡°la peineta de carey se usa tanto en la ciudad como en el teatro. Madame Marie Magnier en Palais-Royal y Mademoiselle R¨¦jane en Vari¨¦t¨¦s son dos propagandistas de esa moda muy parisina¡±.
Le Mensuel, dirigida y escrita en su mayor parte por Otto Bouwens, compa?ero de estudios de Proust, se public¨® entre octubre de 1890 y septiembre de 1891. Fueron doce n¨²meros de una publicaci¨®n de entre 10 y 16 p¨¢ginas, sin ilustraciones, que ambicionaba seguir de cerca la vida parisina e internacional. Las once colaboraciones de Proust, bajo seud¨®nimos en su mayor parte, constituyeron un terreno inexplorado hasta 2012, cuando ?ditions des Busclats los recuper¨®. Ahora se editan en espa?ol bajo el t¨ªtulo Marcel antes de Proust, en el sello argentino Ediciones Godot, en una traducci¨®n de Mat¨ªas Battist¨®n, con pr¨®logo de J¨¦r?me Prieur, especialista en el escritor franc¨¦s. El libro ha llegado recientemente a las librer¨ªas espa?olas.
Sus textos en Le Mensuel abarcan el music hall, la vida art¨ªstica, con cr¨®nicas de las exposiciones de pintura m¨¢s importantes del momento, as¨ª como la cr¨ªtica literaria y la creaci¨®n. Bajo el seud¨®nimo todav¨ªa de ?toile filante consagra dos amplios textos a la moda, que, ¡°en toda su tiran¨ªa, ha hecho su aparici¨®n¡±. Con cierto entusiasmo da la bienvenida al vestido de baile, aunque deplora que lo usen las jovencitas que antes acud¨ªan a los salones de tul, floreadas, y ello las preservaba del ¡°contacto excesivo de las personas¡± que las rodeaban. Atribuye esta transformaci¨®n de las muchachas en j¨®venes mujeres a la influencia ¡°de los americanos¡±. Por su parte, el ¡°corsage est¨¢ en plena revoluci¨®n¡±. Destaca que los colores m¨¢s usados son el verde oscuro, el violeta y el azul. La falda lisa se mantiene, ¡°al tiempo que se vuelve cada vez m¨¢s ce?ida al talle¡±. La capa larga ¡°sigue causando furor¡±. En cuanto al sombrero, ¡°se complace en los excesos¡±, si bien es cada vez m¨¢s peque?o, iz¨¢ndose sobre ¡°los rizos como un acento circunflejo¡±.
A lo largo de los meses va cambiando de seud¨®nimos. Jean-Yves Tadi¨¦, director de las colecciones de Proust en Gallimard, lo identifica bajo los alias de Fusain, De Brabant, Y, Pierre de Touche y Bob. J¨¦r?me Prieur subraya que ¡°el abuso de los nombres ficticios¡± es propio de la ¨¦poca, a la vez que su elecci¨®n ¡°no es algo que Proust se haya tomado muy en serio¡±. ?ste adora las m¨¢scaras y se deleita en la ubicuidad. La primera vez que el verdadero Proust casi hace aparici¨®n, firmando M.P., es en febrero de 1891. Sus iniciales se manifestan en un perfil de la cantante Yvette Guilbert, al tiempo que en un poema que evidencia, en palabras de Prieur, que ¡°la poes¨ªa no es su fuerte¡±. Son apenas trece versos, que se despiden as¨ª: ¡°?La noche! ?El mar! ?Las ¨²nicas dos cosas m¨¢gicas! / Arropado en su manto magn¨ªfico y sedoso, / Me pierdo all¨ª, ahogando mis miradas en sus ojos, / Sus ojos indiferentes, l¨¢nguidos y m¨ªsticos¡±.
Un texto de viajes
S¨®lo en el ¨²ltimo n¨²mero de Le Mensuel, en septiembre de 1891, aparece al fin un texto firmado como Marcel Proust. Cosas normandas es una evocaci¨®n de los paisajes de la campi?a y el mar de Trouville, que el autor habr¨ªa visitado el a?o anterior. En la p¨¢gina siguiente, la revista reproduce un segundo texto de Proust, firmado como Pierre Touche, que posee el inter¨¦s de ser su primer relato de ficci¨®n. Pero es m¨¢s que eso. ¡°Aqu¨ª encontramos ¡ªavisa Prieur¡ª un argumento con mucho futuro por delante, el argumento emblem¨¢tico de una historia de amor imposible, como se representar¨ªa m¨¢s tarde en En busca del tiempo perdido¡±. El narrador describe el regreso a una casa que hac¨ªa muchos a?os que no visitaba. Tantos que no lo reconocen. Ni el joven que lo recibe ni su padre parecen saber qui¨¦n es. Cuando est¨¢ a punto de irse, una ni?a le dice que su hermana, que acaba de enterase de su llegada, desea verlo. ¡°La segu¨ª y bajamos al jard¨ªn. All¨ª, en efecto, encontr¨¦ a Odette, acostada en una chaise longue, envuelta en un enorme manto escoc¨¦s¡±. S¨ª, Odette, como Odette de Cr¨¦zy, cuyas peripecias sentimentales con Charles Swann quedar¨¢n recogidas en el primer volumen de En busca del tiempo perdido, que incluye el famoso pasaje del sabor de la magdalena que desencadena los recuerdos del autor y que no empezar¨ªa a escribir hasta quince a?os despu¨¦s.
¡°Una publicaci¨®n idealista, decadente e incoherente¡±
El debut de Proust en Le Mensuel?consum¨® un sue?o perseguido en grupo. Junto con Robert Dreyfus, Daniel Hal¨¦vy y Jacques Bizet formaba la banda del liceo Condorcet. De su ardor editorial surgi¨®, entre 1887 y 1888, una docena de revistas artesanales, copiadas a mano o reproducidas con papel carb¨®n, sobre artes y literatura, como Le Lundi, La Revue lilas o La Revue verte.
En el primer n¨²mero de esta serie ya anunciaban: "Una publicaci¨®n que no es ni naturalista, ni idealista, ni decadente, ni incoherente, ni progresista, ni delicuescente, puede parecer extraordinaria". Eso quer¨ªan ser. "Pero m¨¢s extraordinario es que haya una publicaci¨®n naturalista, idealista, decadente, incoherente, progresista y delicuescente". As¨ª que tambi¨¦n quisieron ser lo contrario. De modo que la banda emprendi¨® lo que Hal¨¦vy llam¨® "la posesi¨®n del universo".
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