Se arm¨® el bel¨¦n
El cine de Eug¨¨ne Green busca la revelaci¨®n de lo trascendente en lo cotidiano y contiene juego, luz y una ligereza que uno jam¨¢s encontrar¨ªa en Bresson
LE FILS DE JOSEPH
Direcci¨®n: Eug¨¨ne Green.
Int¨¦rpretes: Victor Ezenfis, Mathieu Amalric, Natacha R¨¦gnier, Maria de Medeiros.
G¨¦nero: comedia. Francia, 2016.
Duraci¨®n: 113 minutos.
A prop¨®sito de La sapienza (2014), su anterior largometraje de ficci¨®n, una pel¨ªcula que reivindicaba el Barroco m¨ªstico de la arquitectura de Borromini frente al Barroco racional de Bernini, Eug¨¨ne Green tuvo ocasi¨®n de subrayar la l¨ªnea de filiaci¨®n entre su particular po¨¦tica cinematogr¨¢fica y la concepci¨®n de lo divino caracter¨ªstica de un periodo art¨ªstico que le fascina. En el arte barroco Dios est¨¢ oculto, pero deja sus rastros, como esa luz que ba?a el cuerpo alarmado del hijo en El sacrificio de Isaac de Caravaggio, pintura que ocupa un papel central en Le fils de Joseph, ¨²ltimo trabajo del cineasta y primera de sus pel¨ªculas con estreno comercial en nuestro pa¨ªs. El cine de Green busca la revelaci¨®n de lo trascendente en lo cotidiano y su estrategia formal pasa por una muy particular reapropiaci¨®n de mecanismos bressonianos como el vaciado dramat¨²rgico de las interpretaciones, el gusto por las composiciones planas y una planificaci¨®n austera. No obstante, conviene apuntarlo para quien se acerque por primera vez a la obra de este exc¨¦ntrico neoyorquino que encontr¨® su casa para siempre en la cultura francesa: en Green hay juego, luz y una ligereza que uno jam¨¢s encontrar¨ªa en el severo cine de Bresson.
En Le fils de Joseph, una de las obsesiones del director ¨Cnuestra condici¨®n de hijos de nuestra herencia cultural- da pie a una comedia sobre paternidades electivas e impugnadas que somatiza de manera l¨²dica y consecuente un rico repertorio de ecos b¨ªblicos. De paso, Green tiene tiempo para satirizar la frivolidad de los cen¨¢culos literarios y rodar una juguetona secuencia de adulterio como si Bresson y Lubitsch se fundiesen en un hijo d¨ªscolo de la Nouvelle Vague. Lejos del cinismo y de la gravedad, Green demuestra que le basta con una cosa para transformar la realidad visible: una mirada.
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