¡°Lo que m¨¢s miedo me da es ser complaciente con mi obra¡±
Ernesto P¨¦rez Z¨²?iga publica 'No cantaremos en tierra de extra?os', una novela sobre la posguerra, la construcci¨®n de la democracia y los h¨¦roes que lucharon contra el totalitarismo
De lejos parece alem¨¢n, sus ojos azules, tan abrigado. Pero de cerca es Ernesto P¨¦rez Z¨²?iga, granadino de Madrid, donde naci¨® en 1971. Parece un m¨¦dico tambi¨¦n, su barba cuidada, casi rojiza, sus manos limpias. Tiene aire de callado, pero dentro tiene un motorcito de hablar, del que parte tambi¨¦n su risa breve, de ni?o educado oyendo. Estamos en el Caf¨¦ Gij¨®n, donde se sentaban Manuel Aleixandre y Manuel Vicent; se despoja de tanta ropa que aparece como profesor de literatura y termina pareci¨¦ndose a un tertuliano que viniera al Gij¨®n creyendo que aqu¨ª a¨²n vienen escritores. Su libro ¨²ltimo es No cantaremos en tierra de extra?os (Galaxia Gutenberg), y sucede entre la metralla de la Guerra Civil y la devastaci¨®n igualmente salvaje de la guerra mundial. Sus personas son como los habitantes de un w¨¦stern triste y su dedicatoria es como una autobiograf¨ªa. Por ah¨ª, por la abundante dedicatoria, comenzamos a conversar. Entonces ya este alem¨¢n de Granada, callado y risue?o, es un torrente.
?¡ª?Qui¨¦n es Ernesto P¨¦rez Soler?
As¨ª dice la dedicatoria: ¡°Este libro es para mi padre, Ernesto P¨¦rez Soler, quien en las tardes de mi ni?ez me inici¨® en las aventuras del Oeste¡±. Y as¨ª dice el hijo ahora: ¡°Mi padre es muy aficionado al cine. Me aficion¨® completamente a la lectura, ¨¦l tambi¨¦n escrib¨ªa poemas, al cine, del que sab¨ªa mucho. Los s¨¢bados por la tarde ve¨ªa con ¨¦l aquellos w¨¦sterns maravillosos que pon¨ªan en televisi¨®n. Me hablaba de cosas t¨¦cnicas, del fundido, del encadenado. Y de aquellos aventureros¡±.
All¨ª estaban los ¡°fuera de la ley¡±. Parec¨ªa una tonter¨ªa, dice P¨¦rez Z¨²?iga, pero eso encierra algo muy importante: en sociedades que todav¨ªa no estaban construidas del todo, lo que suced¨ªa realmente depend¨ªa de la acci¨®n de uno mismo. ¡°Fue un aprendizaje en el que sigo creyendo. En todo lo que sucede en el mundo contempor¨¢neo la acci¨®n de uno sigue siendo fundamental. Todos construimos lo que nos pasa¡±.
Esa idea lo encamin¨® hacia esta novela. ¡°Pens¨¦ en hacer una novela que sucediera en la posguerra espa?ola. Me interesa esa posguerra de w¨¦stern, la posguerra en la que la sociedad europea se estaba construyendo. Era 1944, 1945, Francia se est¨¢ liberando de los nazis, las futuras democracias no se han hecho del todo. Y en Espa?a hay una dictadura ya consolidada, pero todav¨ªa est¨¢ muy tierno el dolor de la derrota. Y eso me interesa tambi¨¦n para el presente: c¨®mo construimos el futuro cuando las cosas est¨¢n rotas¡±.
El padre fue la educaci¨®n; est¨¢ detr¨¢s del libro. ¡°Un padre que te abre a la literatura, al cine; el padre que te abre, no el padre que dice no¡±. El padre era secretario del Ayuntamiento de Granada, con los a?os fue magistrado en Alicante, vivi¨® la Transici¨®n¡ Desde esos lugares vio la transformaci¨®n espa?ola. Por esos ojos (¡°verdes, como hierba clara; los de mi madre son verdes como el agua de los estanques¡±) mir¨® P¨¦rez Z¨²?iga.
¡ª?C¨®mo te explicaba lo que no conoc¨ªas? La guerra, la posguerra. ?C¨®mo te hizo esa educaci¨®n oral?
¡ªTambi¨¦n hablaba mucho con mis abuelos. Mi padre me hablaba de su ni?ez, naci¨® en 1941. Me cont¨®. Hay una escena en la que unos ni?os comen cogollos de lechuga, juegan con hormigas. ?l lo vio en Cabra, C¨®rdoba, donde viv¨ªa con sus padres, muy humildemente, mi abuelo era tambi¨¦n secretario de Ayuntamiento, depurado en la guerra, un antiguo socialista. Los chicos robaban cogollos en las huertas, para comer. Mi padre me cont¨® que hab¨ªan nacido muy arrugaditos porque la familia pasaba penurias.
El padre le ense?¨® a narrar. Con el w¨¦stern, con la infancia. ¡°Viendo w¨¦sterns me di cuenta de lo que ocurr¨ªa detr¨¢s de una guerra civil. En Espa?a se tarda mucho en explicar la Guerra Civil. En mi colegio se contaba una historia de buenos y malos, contradictoria con lo que supimos despu¨¦s. Estados Unidos tampoco supo contar su guerra civil. Porque no se puede. Y como no se puede se crea un mundo posterior, un mundo m¨ªtico, de perdedores y de vencedores que entremezclan sus vidas en algo nuevo. Como el w¨¦stern, un lugar donde la ley se est¨¢ haciendo y donde los perdedores tienen otra oportunidad. Han perdido la guerra pero tienen la oportunidad de hacer algo importante, una aventura ¨ªntima, personal¡±.
Los abuelos (cada uno de un bando) le contaron la guerra, pero la llenaron de silencios. ¡°Y la contaban en forma de leyenda. El silencio me dispar¨® la imaginaci¨®n de ni?o¡±.
¡ªY aqu¨ª est¨¢ esta otra dedicatoria. ¡°Tambi¨¦n se lo dedico a Juan Diego P¨¦rez Gonz¨¢lez, porque lo condenaron a seis meses y un d¨ªa en un a?o muy cercano al fin del franquismo¡±. ?Qui¨¦n es?
¡ªUn t¨ªo segundo, primero hermano de mi padre. Editor de Anaya. M¨ªtico en mi infancia, al que no conoc¨ªa hasta llegar a Madrid. Le escrib¨ªa cartas; s¨®lo aqu¨ª me respondi¨®, cuando a los 25 a?os vine a verle. Me abri¨® las puertas de todo, fue un segundo maestro. Estaba en uno de esos grupos semirrevolucionarios y lo metieron en la c¨¢rcel. Siempre habl¨¦ con ¨¦l del negacionismo: parece ser que ahora, para mucha gente, la dictadura no fue tan importante. Mi dedicatoria tiene que ver con la reivindicaci¨®n de esa gente que, como ¨¦l, cuando hab¨ªa que luchar contra el totalitarismo que le toc¨® vivir, luch¨® y pag¨® por ello.
"El enemigo es el mismo que fue. El totalitarismo en sus diversas formas. Al totalitarismo le da igual la etiqueta, se comporta igual¡±
¡ªQuiz¨¢ representa tambi¨¦n la Transici¨®n, algo que quienes son j¨®venes ahora no conocen y denigran¡
¡ªEso es importante. De hecho uno de los temas de la novela es la construcci¨®n de la democracia. Despu¨¦s de tantos muertos por defender a Europa del totalitarismo, Europa no va a ser capaz de construir una democracia falsa¡ Creo que mucha gente de mi generaci¨®n, y m¨¢s j¨®venes, no es consciente de eso. En Espa?a tenemos lo mejor que hemos tenido en 500 a?os, una democracia s¨®lida que ya va para 40 a?os. Una democracia que viene de una historia dificil¨ªsima, del feudalismo por supuesto, de estructuras caciquiles, de grandes totalitarismos que se van venciendo durante el largo periodo que Franco ocup¨® en el siglo XX. Y hubo gente que luch¨® contra eso, tanto en la Guerra Civil como en Europa contra los nazis.
Ah¨ª, en la novela de P¨¦rez Z¨²?iga, est¨¢n ¡°esos personajes que no ven la Espa?a de Franco como algo s¨®lo nuestro sino que est¨¢n viendo un contexto, un fen¨®meno com¨²n. Y por eso hay tambi¨¦n personajes americanos, los que vinieron en las Brigadas y los que lucharon contra los nazis. La famosa Nueve espa?ola que liber¨® Par¨ªs. El fen¨®meno que me preocupa ahora a m¨ª es el totalitarismo que nos rodea. Aqu¨ª creemos que se puede destruir lo construido con sue?os que lo anulan. Es superpeligroso¡±.
¡ªY luego viene esta dedicatoria: ¡°A Luis Mateo D¨ªez, quien me hizo ver que las historias que m¨¢s nos conciernen conquistan aquello que (todav¨ªa) no somos¡±. ?Qu¨¦ te dio Mateo para este libro?
"En Espa?a tenemos lo mejor que hemos tenido en 500 a?os, una democracia s¨®lida que ya va para 40 a?os"
¡ªUn d¨ªa me dijo: ¡°Ernesto, te tienes que centrar en escribir; lo ¨²nico importante que tienes que hacer es no pensar en publicar, no pensar en premios, no pensar en otra cosa que en el esfuerzo literario para crear una obra que sea lo m¨¢s aut¨¦ntica y poderosa posible. Lo dem¨¢s viene despu¨¦s¡±. Una agente me hab¨ªa preguntado si quer¨ªa fama o dinero. Mateo siempre ha representado para m¨ª la b¨²squeda de lo aut¨¦ntico, como Juan Eduardo Z¨²?iga, como Manuel Longares, a quien dediqu¨¦ el libro anterior. Me han ayudado a cuidarme del mundo de la literatura.
¡ª?Y ya sabes lo que es el mundo de la literatura?
¡ªAlgo he visto. ?Peligros? La falsificaci¨®n, la distracci¨®n, el perderse en lugares donde uno no es¡
¡ª?Y no padeces esos peligros?
¡ªPor supuesto. Y trato de alejarme de ellos. Lo que m¨¢s miedo me da es ser complaciente con tu obra, entusiasmarte con tu propio gusto.
¡ª?D¨®nde se compra el ant¨ªdoto?
¡ªEl ant¨ªdoto se compra en Onetti, en Valle-Incl¨¢n¡ Valle-Incl¨¢n es mi padre literario. Estaba en mi Santo Diablo, est¨¢ aqu¨ª, en mi personaje Montenegro. Ya he decidido ante todos los cantos de sirena: mi padre literario es Valle-Incl¨¢n.
¡ª?Y Carlos Garc¨ªa Gual qu¨¦ pinta aqu¨ª? Hay en el libro esta dedicatoria: ¡°Y a Carlos Garc¨ªa Gual, que me impuls¨® a regresar a la ¨¦pica¡±.
¡ªMe ha ense?ado el mundo m¨ªtico, por eso pinta mucho aqu¨ª. C¨®mo los mitos no son figuras del pasado remoto, sino que van alimentando nuestros comportamientos a lo largo de los siglos hasta la actualidad. Con ¨¦l he aprendido a mirar a mis personas en esos mitos. Y a valorar la literatura cl¨¢sica, empezando por Homero como una fuente contempor¨¢nea.
¡ªO sea que aqu¨ª hay Homero, Valle-Incl¨¢n y w¨¦stern.
¡ª?Ojal¨¢!
Lo s¨®lido y lo duradero, c¨®mo se construye la democracia, c¨®mo se construye la vida cuando todo est¨¢ roto. ?Qu¨¦ es lo s¨®lido, Ernesto? ¡°Tenemos que volver a reflexionar sobre eso. El enemigo vuelve a ser el mismo que fue. El totalitarismo en sus diversas formas derecha franquista, socialismo estalinista. Al totalitarismo le da igual la etiqueta, siempre se comporta igual¡±.
En No cantaremos en tierra de extra?os, ese enemigo tiene tierra, ojos y balas. Lo que sucede en medio de esa tristeza se parece a un w¨¦stern que te deja en la boca el sabor real de la sangre.
No cantaremos en tierra de extra?os. Ernesto P¨¦rez Z¨²?iga. Galaxia Gutenberg, 2016. 300 p¨¢ginas. 20 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.