Carson McCullers: La ternura vol¨¢til del desamparo
La obra completa de la escritora, una voz imprescindible del siglo XX norteamericano, ser¨¢ reeditada este a?o por el centenario de su nacimiento
Dos hombres sordomudos llevan una arm¨®nica vida en com¨²n hasta que uno de ellos comienza a actuar de manera violenta y se vuelve loco. Ante la mirada asombrada de su comunidad, una mujer fuerte e independiente se enamora de su primo lejano, un jorobado; y ¨¦ste se aprovecha de su confianza para ayudar al exmarido a volver con ella. Las contradicciones fomentadas por instituciones como el ej¨¦rcito y el matrimonio estimulan una violencia latente entre las relaciones de dos militares y sus esposas. Un juez veterano se atormenta con el deseo sexual reprimido hacia un joven de color. Estas son las tramas principales de algunas de las novelas (El coraz¨®n es un cazador solitario, Reflejos de un ojo dorado y Reloj sin manecillas) que nos dej¨® Lula Carson Smith (Georgia, 1917- Nueva York, 1967), conocida popularmente como Carson McCullers, una de las narradoras americanas imprescindibles del siglo XX. Este a?o se cumplen el centenario de su nacimiento y los cincuenta a?os de su muerte. Con motivo de la doble efem¨¦ride, a lo largo de 2017 su obra completa ser¨¢ reeditada por Seix Barral con nuevos pr¨®logos de Paulina Flores, Cristina Morales, Jes¨²s Carrasco y una traducci¨®n, in¨¦dita a¨²n en castellano, de un ep¨ªlogo de Tennesse Williams.
Su universo es una constelaci¨®n de historias y personajes que encarnaron el imaginario del Sur profundo de Estados Unidos: intenso y contradictorio. Por eso Carson McCullers fue ubicada junto a autores como William Faulkner, Flannery O¡¯Connor, Truman Capote o Tennessee Williams o la pluma epigonal de Cormac McCarthy dentro de lo que se denomin¨® ¡°g¨®tico sure?o¡±. Quienes, a diferencia de la novela g¨®tica europea, no recurr¨ªan a una cierta oscuridad propia del g¨¦nero para instaurar el suspense previo al terror sino para explorar de manera refractaria el convulso mundo en que viv¨ªan en un contexto de cambio de un modelo agrario a uno industrial. Y de esta forma, tambi¨¦n los inestables personajes de las historias de McCullers dan cuenta, a su manera, del espejo roto de la normalidad en el ¨¢mbito dom¨¦stico de los antiguos Estados Confederados.
A pesar de esta debilidad por explorar el grotesco e iluminar a los considerados freaks y su habilidad para amplificar la anormalidad y, de esta manera, normalizarla, que le atribuyeron comparaciones con la fot¨®grafa Diane Arbus, como lo indica Rodrigo Fres¨¢n en el pr¨®logo de El aliento del cielo (Seix Barral, 2007), la diferencia de McCullers con los dem¨¢s autores del g¨®tico sure?o fue que supo expresar la ruptura de la norma con una candidez inquietante, una ternura que evidenciaba el desamparo vital de sus personajes. Una ternura que en vez de distanciarnos (como en esa violencia tot¨¦mica que transpiran los personajes de Faulkner o la implacable gracia divina que recae sobre los de O¡¯Connor) nos acercan y hasta nos identifican con ellos. Una diferencia de la que la propia autora era consciente, como se evidencia en esta frase suya, rescatada por la joven promesa de la literatura chilena, Paulina Flores, en el pr¨®logo de La balada del caf¨¦ triste (Seix Barral, 2017): ¡°Yo tengo m¨¢s que decir que Hemingway, y Dios sabe que lo he dicho mejor que Faulkner¡±.
Junto a los freaks, los anormales, los deformes, los enfermos mentales y los homosexuales que reprimen su deseo, los personajes que atraviesan por ese periodo de mutaci¨®n y volatilidad que es la pubertad y la adolescencia habitan de una manera imprevisible y humanamente estremecedora en sus historias. As¨ª lo hace la inolvidable Mick, una tomboy (marimacho), una ni?a andr¨®gina que es una apasionada de la m¨²sica y lucha de manera infructuosa contra ese abrumador mundo exterior que amenaza con invadir su fortaleza interior exponiendo una enternecedora intemperie vital en El coraz¨®n es un cazador solitario (Seix Barral, 2016). Este arquetipo lo encontramos tambi¨¦n en la temperamental Frankie de la nouvelle Frankie y la boda (Seix Barral, 2013). Una adolescente testaruda y ocurrente que quiere evitar la boda de su amado hermano mayor. As¨ª como en Sucker (El aliento del cielo, 2017), el primer cuento que McCullers escribi¨® pero que fuera publicado mucho tiempo despu¨¦s, y cuyo protagonista es el inquietante adolescente bastante ingenuo que cuyo mote da t¨ªtulo al relato. Un ni?o que abandona la ingenuidad de la infancia para ingresar en la desencantada vida adulta con unas conductas que intimidan a su hermano adoptivo. O en As¨ª (El aliento del cielo, 2017), donde una ni?a asiste en un hilarante mon¨®logo interior a la transformaci¨®n hormonal de su hermana y se resiste a cambiar ¡°as¨ª¡±. En esta temperamental narradora an¨®nima ya se encuentra un esbozo de Mick y Frankie, sus adolescentes m¨¢s conocidas.
Junto a estos adolescentes ind¨®mitas tambi¨¦n se encuentran las protagonistas de los relatos El aliento del cielo y Wunderkind. La del primero es una joven afectada por una enfermedad pulmonar que ans¨ªa los cuidados y la atenci¨®n de su madre, y la del segundo es una joven pianista que intuye como su don musical est¨¢ comenzando a abandonarla. Ambos son ligeramente autobiogr¨¢ficos, si tenemos en cuenta que McCullers era una pianista frustrada y sufri¨® desde muy joven los ataques de una afecci¨®n pulmonar mal diagnosticada. Nacida Lula Carson Smith, adopt¨® el apellido de su dos veces esposo Reeves McCullers y, al igual que (Mary) Flannery O'Connor, renunci¨® a su nombre de pila, para despistar a los lectores y ocultarse en la androginia de un doble apellido. En su adolescencia renunci¨® de forma intempestiva a dedicarse a una carrera como pianista despu¨¦s de que su amada profesora se mudara de ciudad.
Tras mudarse a Nueva York con la excusa de estudiar piano, comenz¨® su derrotero como una talentosa ni?a prodigio de la literatura. Su precoz reconocimiento literario la iguala con autores como Mary Shelley, Arthur Rimbaud o Clarice Lispector, noveles que sorprendieron con la solidez de sus debuts literarios. Asisti¨® a los prestigiosos cursos de escritura creativa en la Universidad de Columbia y la de Nueva York, y con s¨®lo 24 a?os public¨® su primera novela con una recepci¨®n asombrosa entre el p¨²blico y la cr¨ªtica que a¨²n permanece a pesar del paso del tiempo (El coraz¨®n es un cazador solitario, 1940). Al igual que otras escritoras como Dorothy Parker, el anecdotario sobre su agitada vida sentimental inspiraron innumerables biograf¨ªas y art¨ªculos period¨ªsticos: era bisexual y tuvo varios affaires, entre ellos con la escritora Anne Marie Schwarzenbach. Reeves se suicid¨®, quiz¨¢s por la depresi¨®n que le produc¨ªa su reprimida homosexualidad y su frustrada carrera literaria, as¨ª como la intensa y problem¨¢tica vida conyugal que compartieron. Una intimidad de excesos que aparece augurado, como si su propia vida hubiera imitado su arte, en uno de sus relatos de juventud, El instante de la hora siguiente (El aliento del cielo, 2017) donde trata el revulsivo crep¨²sculo de una pareja de alcoh¨®licos.
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