Leer en presente
Tucholsky fue un lector refinado, sin ganas de detenerse en los floreos del estilo acad¨¦mico, pero capaz de algo m¨¢s dif¨ªcil: leer al vuelo
Cuando escribo rese?as (y suelo escribirlas con culpable frecuencia), me persigue el miedo al anacronismo. Es decir, equivocarme porque no entiendo el libro que tengo por delante, ya porque pertenezca al pasado, ya porque anuncie el futuro y no estoy en condiciones de darme cuenta, ya porque apresuradamente se me ocurre convertir en tendencia algo que, en pocos a?os, ocupar¨¢ un lugar en el desv¨¢n de la moda. Temo pasar por alto lo que alguien m¨¢s inteligente descubra como verdaderamente nuevo. La rese?a es periodismo literario, puro presente de lectura y de escritura, una especie de hoja en la tormenta del mercado, de lo que se sabe o se ignora del autor, de lo que se intuye mal o bien. Escribir rese?as es una aventura que obliga a una tensi¨®n apasionada con el propio gusto, con el propio saber, con el impulso y el prejuicio. La rese?a es tiempo presente.
¡°Lenin es pura objetividad, puro documento, pura tendencia, acero puro¡±. Esta precisa y breve caracterizaci¨®n fue escrita en 1926 por Kurt Tucholsky, uno de esos extraordinarios berlineses de entre guerras que manejaban con igual destreza el sarcasmo y la prosa informativa, y varias veces a la semana escrib¨ªan ensayos, cr¨ªticas o peque?os cuadros de costumbres. Tucholsky fue un lector refinado, sin tiempo ni ganas para detenerse en los floreos del estilo acad¨¦mico (que no dominaba ni le provocaba inter¨¦s), pero capaz de algo mucho m¨¢s dif¨ªcil: leer al vuelo, sin esperar que un par de a?os o un par de opiniones le sugirieran nada. Leer, sencillamente, como un hombre culto que sabe escribir.
A Tucholsky, sensible a las diferencias entre la escritura de Lenin y Zinoviev, en cambio no le interesa Brecht
La observaci¨®n sobre el estilo de Lenin en Contra la corriente, volumen publicado en ruso en 1918, que tambi¨¦n incluye textos de Zinoviev, Tucholsky la realiza casi al pasar cuando llega a sus manos la traducci¨®n alemana. Caracteriza los comienzos s¨®lidos y argumentados de Zinoviev y los contrapone a los de Lenin, que es toda acci¨®n. Define dos estilos pol¨ªticos.
En 1926, Tucholsky seguramente teme que los argumentos de Lenin y Zinoviev deber¨¢n volver a usarse en un futuro pr¨®ximo para combatir el belicismo que ya se anuncia en Alemania. Por eso usa esas palabras precisas y tan duras como el acero leninista con las que termina su frase. Como si dijera: ¡°Contra la guerra es imprescindible escribir bien¡±.
A Tucholsky, sensible a las diferencias entre la escritura de Lenin y Zinoviev, en cambio no le interesa Brecht. En una nota de 1929 lo trata con un desprecio sarc¨¢stico que comienza por el t¨ªtulo: El vag¨®n de remolque. Para decirlo como lo dir¨ªamos hoy: no le interesa defender una literatura que recurre a la cita secreta o evidente de escritores anteriores: ¡°Si Brecht adopta la pose de ladr¨®n literario, tambi¨¦n debe aceptar que se lo valore de ese modo y que a cada verso suyo nos preguntemos: ?a qui¨¦n pertenece esto?¡±. La nota se cierra con un tono muy cercano al escarnio: ¡°Perm¨ªtasenos alabar a los poetas que escriben su obra solos¡±.
Hoy estos p¨¢rrafos nos parecen arcaicos, porque la cita oculta o manifiesta es algo tan inocente como el endecas¨ªlabo o el soneto. Con Brecht, Tucholsky no vio el futuro de una literatura ¡°intertextual¡± (ni siquiera exist¨ªa entonces la palabra que ahora es un lugar com¨²n).
Pero no se equivoc¨® con el relato de Kafka En la colonia penitenciaria, publicado en 1919, sobre el que escribe pocos meses despu¨¦s: ¡°Es algo que no significa nada o que solo significa lo impensable, aquello despu¨¦s de lo cual es imposible seguir m¨¢s adelante¡±. Y sobre El proceso: ¡°El libro m¨¢s perturbador, siniestro y duro. Lo dejo, temblando, sobre mi escritorio y me pregunto: ?qui¨¦n habla?, ?qu¨¦ es esto? ?Kafka, con los a?os, no necesitar¨¢ que se hable de ¨¦l. Kafka sencillamente nos obliga. Es un sue?o diurno¡±.
No se perdi¨® Tucholsky en la que quiz¨¢ sea la novela m¨¢s compleja del siglo XX: Ulises. En 1927, cuando escribe su rese?a, nadie pod¨ªa adivinar lo que ser¨ªa esa novela en las d¨¦cadas siguientes. La primera lectura es independiente de un futuro que no estaba asegurado. Desconf¨ªa de las opiniones de ¡°profesores ilustrados¡±. No lo convence la representaci¨®n de las calles dublinesas, ni de las tabernas; y lo que lee en la primera parte de la novela le parece que ya ha sido dicho. ¡°El autor me comunica algo, pero yo no le creo¡±. Tampoco le cree mucho a la traducci¨®n al alem¨¢n que es la que tiene para escribir su rese?a (crueldades del oficio).
Pero llega el mon¨®logo de Molly Bloom y Tucholsky entiende perfectamente la raz¨®n est¨¦tica de esa oscura selva de asociaciones y recuerdos: ¡°Tal complejidad nunca fue igualada. Lo que puede hacerse con esto, Joyce lo ha logrado¡±. La prueba de una lectura inteligente es saber cambiar el rumbo y no borrar las huellas contradictorias. Tucholsky cambia el rumbo de su nota, que hasta el mon¨®logo de Molly Bloom hab¨ªa sido severa. Me gusta particularmente el final que elige, porque prev¨¦ lo que ser¨¢ el Ulises por d¨¦cadas: ¡°Extracto de carne Liebig. No se puede comer. Pero con ¨¦l podr¨¢n prepararse muchas sopas¡±. La frase (prof¨¦tica) le habr¨ªa gustado a Joyce.
Kurt Tucholsky, ¡®Ausgew?hlte Werke¡¯, Rowohlt Verlag, 1961-1965. Dos vol¨²menes.
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