M¨²sica en mitad de la barbarie
El director de orquesta Xavier G¨¹ell novela el hero¨ªsmo del compositor Hans Kr¨¢sa en el campo de concentraci¨®n de Terezin
De la cima a la sima, Hans Kr¨¢sa fue un compositor checo, jud¨ªo y millonario cuya reputaci¨®n de prodigio se malogr¨® en el matadero de Auschwitz. All¨ª lo reconoci¨® como una res el doctor Mengele antes de mandarlo a la ducha, pero Xavier G¨¹ell, autor de Los prisioneros del para¨ªso (Galaxia Gutenberg) ha otorgado a Kr¨¢sa la ucron¨ªa de una muerte ¨¦pica.
Lo imagina retando a Mengele. No para eludir la c¨¢mara de gas, sino para proteger a un chaval al que hab¨ªa aconsejado disimular su altura, porque el sacrificio se cebaba con los reclusos que med¨ªan menos de 1,50.
Kr¨¢sa asume la despiadada represalia, pero evita que su ¨²ltima visi¨®n entre los vivos sean los ojos del g¨¦lido doctor nazi. Y se tapa la cara con el pa?uelo de su amada. Una arist¨®crata y cient¨ªfica del Reich, Elisabeth von Leunberg, que no existi¨® en la realidad y que simboliza en la ficci¨®n el desenga?o estremecido de los alemanes que desenmascararon el r¨¦gimen hitleriano en el umbral del crep¨²sculo de la humanidad.
¡®Los prisioneros del para¨ªso¡¯ es la segunda novela del autor catal¨¢n
G¨¹ell se ha atrevido a evocarlo, no como un juez, sino como un observador que traslada al lector los detalles m¨¢s concretos ¡ªolores, sabores, atm¨®sferas¡ª y las reflexiones m¨¢s profundas. Incluidas entre ellas la depravaci¨®n de una sociedad que celebraba el cumplea?os de Hitler con el Himno de la alegr¨ªa de Beethoven y escrib¨ªa al mismo tiempo entre aullidos el r¨¦quiem de millones de personas en los campos de exterminio.
¡°Mi novela reivindica la pasi¨®n en correlaci¨®n con la compasi¨®n, considerando aquella deudora de esta. Hablo de la pasi¨®n con que un ser humano puede verterse a los dem¨¢s, comprometerse, defender un orden moral cuando han desaparecido las reglas y aferrarse a la esperanza de vivir, incluso cuando todas las circunstancias colaboran con la muerte¡±.
?pera infantil
De quien habla G¨¹ell es de Kr¨¢sa. Y de la burbuja que el compositor checo hab¨ªa logrado fomentar o sugestionar con la representaci¨®n cotidiana de su ¨®pera infantil Brundibar (El abejorro) en el campo de concentraci¨®n de Terezin.
All¨ª fue recluido con otros m¨¢rtires de su oficio y de su tiempo ¡ªViktor Ullmann, Pavel Haas¡ª y obtuvo los permisos para representarla. Y no porque quisieran privilegiarlo, sino porque este gueto representaba para los nazis un instrumento de propaganda donde quedaba demostrado el bienestar de los jud¨ªos. M¨¢s a¨²n cuando la Cruz Roja Internacional se desplaz¨® con las c¨¢maras para filmar un documental que describ¨ªa los alegres pormenores de la vida cotidiana. Eludiendo el hacinamiento, las epidemias, las violaciones, las ejecuciones. Y sustrayendo a los espectadores las deportaciones hacia Auschwitz y los campos de exterminio aleda?os.
¡°Hans Kr¨¢sa era un dandy¡±, explica G¨¹ell, ¡°un compositor superdotado y una celebridad mundial que en la dicha y en la desdicha siempre mantuvo una vida de compromiso, de conciencia del pr¨®jimo, de abnegaci¨®n. Y su compromiso consisti¨® en hacer diferenciar el sonido del ruido, el bien del mal, el amor del odio, la compasi¨®n de la ferocidad¡±.
Semejante dial¨¦ctica mece impl¨ªcitamente el oleaje de la novela. Musical no porque G¨¹ell sea m¨²sico, sino porque las palabras aspiran a liberarse de la raz¨®n abstracta y porque el autor las relaciona entre s¨ª con el sentido del ritmo de una partitura. ¡°Quiero percutir al lector con el ritmo y con la imagen. Conseguir la sinestesia de la que hablaba Beethoven cuando alud¨ªa a la m¨²sica como una experiencia relaciona todos los sentidos¡±.
Y todos los g¨¦neros, pues Los prisioneros del para¨ªso es una novela de atm¨®sfera cinematogr¨¢fica, un thriller, una incursi¨®n en la intrahistoria del Holocausto, un caleidoscopio de emociones y, ¡°fundamentalmente, una historia de amor, extrema, es verdad, pero una historia de amor¡±.
Es la historia que involucra la creaci¨®n de Elisabeth von Leuenberg. Admiradora de Kr¨¢sa en sus tiempos de juventud. Ni?a bonita del Reich a cuenta sus aptitudes cient¨ªficas. Exponente de una aristocracia germana que advirti¨® en Hitler la oportunidad de recobrar el orgullo. Y una mujer de acci¨®n expuesta a un viaje inici¨¢tico ¡ªde la mentira a la verdad¡ª cuya ¨²ltima parada no alcanza a salvar la vida de Kr¨¢sa, pero s¨ª a proporcionarle el pa?uelo que hizo ¡°desaparecer¡± los ojos sin alma del doctor Mengele.
¡°El ser humano no es ahora mejor que antes¡±
Xavier G¨¹ell (Barcelona, 1956), director de orquesta, agitador de la vanguardia musical, es un novel escritor de 60 a?os. Novel porque Los prisioneros del para¨ªso es su segunda novela y porque la primera, La m¨²sica de la memoria, la public¨® en 2015, aunque esta vocaci¨®n tard¨ªa se arraiga en los h¨¢bitos de un lector descomunal que ha descubierto y agradecido "el placer extremo de la escritura y su enorme dimensi¨®n creativa". Son los presupuestos con los que ha viajado al campo de concentraci¨®n de Terezin. En la ficci¨®n y en la realidad, extrayendo de la experiencia una percepci¨®n pesimista del porvenir humano: "No somos ahora mejores que antes. Se ha sofisticado el cerebro tecnol¨®gico, pero no ha prosperado nada nuestro aspecto emocional. Seguimos siendo primitivos, rehenes del miedo. Y lo hemos visto con la victoria de Trump, con la proliferaci¨®n de los comportamientos at¨¢vicos, con el rebrote de la xenofobia, con el recelo al que es diferente. Como antes, como siempre".
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