La vida implacable de Sarah Waters
La autora de 'Falsa identidad' publica en Espa?a su sexta novela, 'Los hu¨¦spedes de pago', nueva incursi¨®n en la esfera femenina desde el sexo y el crimen
¡°La vida no perdona el m¨¢s m¨ªnimo error; uno solo y tu vida normal, m¨¢s o menos apacible, pasa a ser una pesadilla o una tragedia¡±. Lo dice con esa voz inglesa tan suave, desde esa fragilidad que destila una piel blanquecina, el aleteo apresado de los dedos, los ojos claros parapetados tras oblicuos p¨¢rpados y las mangas de la chaqueta frenadas en el mont¨ªculo de los nudillos, que la sentencia de la menuda Sarah Waters (Gales,1966) adquiere un punto inquietante. Constata eso a tenor de Los hu¨¦spedes de pago (Anagrama), sexta novela de la celebrada autora de Falsa identidad (2002) o Ronda nocturna (2006), ¡°una historia de amor complicada por un crimen m¨¢s o menos accidental¡±, tal como define la historia de Frances, chica de clase media-alta que, en la Inglaterra de los a?os 20, se ve obligada, junto a su madre, a aceptar como hu¨¦spedes a un joven matrimonio de origen mucho m¨¢s modesto para tirar adelante tras la muerte del padre y los dos hermanos en la Gran Guerra. Su progresiva fascinaci¨®n (hasta el amor) por la joven har¨¢ el resto.
La inmediata posguerra es un escenario querido de Waters. En El ocupante (2009) ya lo fue, pero de la Segunda Guerra Mundial. ¡°En ambos periodos, la ausencia de los hombres por el conflicto permitieron a las mujeres ganar libertades de todo tipo; tambi¨¦n flotaba en el ambiente cierto encanto: pod¨ªas morir en cualquier momento, por lo que se viv¨ªa con m¨¢s intensidad el presente; si se lee a Virginia Woolf o a D.H. Lawrence, parece que entonces todo fuera charleston y alta sociedad, pero la guerra trajo depresi¨®n y cansancio, tensiones entre j¨®venes y viejos y entre hombres y mujeres que hab¨ªan ganado libertades; las guerras aceleraron los cambios sociales¡ Los de los a?os 20, en aspectos como la formalidad o los relativos al sexo y la homosexualidad, son equivalentes a los vividos despu¨¦s en los 60; la primera cl¨ªnica anticonceptiva de Londres es de 1921¡±, aporta la escritora.
La novela, finamente bien ambientada, refleja ese resquebrajamiento de fronteras entre clases sociales, ese abismo tan british. ¡°Yo misma soy hija de eso: mis abuelos, analfabetos, serv¨ªan como criados en una casa; mi padre ya fue clase media y yo asist¨ª a la universidad: la clase trabajadora triunf¨®¡±. Curiosamente, Waters cree que se ha vuelto para atr¨¢s desde los 90: ¡°Ha regresado la divisi¨®n de clases, acentuada por la p¨¦rdida de movilidad social y prosperidad de los trabajadores¡ Y eso explica en parte el Brexit: al no poder saltar, la rabia se traduce contra Europa, puesta en la diana por los propios pol¨ªticos ingleses¡±, apunta.
Afirma la autora que ¡°es casual¡±, pero puede leerse parte de su trayectoria literaria como un friso narrativo de corte l¨¦sbico, que arrancar¨ªa en sus dos primeras obras, ambas ambientadas en la ¨¦poca victoriana, El lustre de la perla (1998) y Afinidad (1999), para pasar a los a?os 40 con Ronda nocturna. Ahora, Los hu¨¦spedes de pago lo completar¨ªa. ¡°Aterric¨¦ en la ¨¦poca victoriana por inter¨¦s en el periodo y ah¨ª deriv¨¦ hacia c¨®mo era la vida de lesbianas y gays en el XIX; luego he ido jugando con la ficci¨®n de estilo actual para captar ¨¦pocas y tonos; me gustan los pastiches literarios y defiendo que las novelas pueden desempe?ar un papel de suced¨¢neo de historia social; no empec¨¦ as¨ª, pero ahora mis libros tienen una voluntad de retrato sociol¨®gico que no recog¨ªan al principio¡±. En esa l¨ªnea, ?es ella un ejemplo de la normalizaci¨®n de la literatura l¨¦sbica, ese hilo de un tema que pas¨® de fantas¨ªa er¨®tica de los escritores hombres en el XIX a camuflarse como homosexualidad masculina en Yourcenar o Carson MacCullers y a escribirse claramente sobre ello, con pseud¨®nimo o sin, con Patricia Higsmith (El precio de la sal, Carol)? ¡°Soy una escritora lesbiana que hace literatura l¨¦sbica, nunca lo he ocultado, pero no s¨¦ si la situaci¨®n se ha normalizado cuando a¨²n ponemos etiquetas¡±.
En el juego de mezcolanzas de g¨¦neros, Waters acude a menudo al ingrediente de la novela negra. Dos cr¨ªmenes de 1920 y 1935, en que los amantes de unas mujeres mataron a sus esposos pero que acabaron salpicando a ellas, la inspiraron. ¡°Tanto Edith Thompson como Alma Rattenbury salieron malparadas sin cometer el crimen: la primera se dijo que hab¨ªa inducido al amante por unas cartas y fue colgada tambi¨¦n; la segunda qued¨® al final en libertad, pero se suicid¨® por la presi¨®n social¡±. La moraleja es clara: ¡°Ambas fueron v¨ªctimas de la opini¨®n p¨²blica, que las conden¨® y critic¨® por transgresoras, por tener las aventuras, se fue m¨¢s implacable con ellas que con los asesinos, se enjuici¨® su comportamiento por supuestamente impropio¡ Tampoco ha cambiado mucho todo esto, s¨®lo hace falta ver c¨®mo va Twitter contra las mujeres; hay una misoginia institucionalizada desde la m¨¢s tierna infancia que hoy no hace m¨¢s que escalar con las redes sociales¡±, opina la escritora.
Los hu¨¦spedes de pago vuelve traslucir la pasmosa facilidad con la que su autora es capaz de describir (y convertir) los interiores dom¨¦sticos (y las descripciones de sexo) como met¨¢fora del esp¨ªritu de sus personajes. ¡°Las casas son siempre un personaje m¨¢s en mis obras, quiz¨¢ porque la vida de las mujeres ha sido siempre interior; los objetos son una extensi¨®n de nuestra personalidad, nuestro esp¨ªritu vive en ellos¡±. A esa exuberancia de sus personajes en detenerse en mirar las cosas no es ajena la mec¨¢nica de escritura de Waters, que lleva siempre un cuaderno de bit¨¢cora de cada una de sus novelas. ¡°Ah¨ª lo anoto todo: qu¨¦ corrijo y por qu¨¦, ideas centrales¡ su lectura, me reafirma y me hace reescribir: yo reescribo m¨¢s que escribo¡±. En ese cuaderno, plasm¨®: ¡°Son gente decente haciendo cosas est¨²pidas¡±. Lo aclara: ¡°S¨ª, est¨¢ la estupidez del asesinato y, luego, la aventura sentimental en s¨ª: la gente cree que una aventura amorosa es inevitable por lo que supuestamente conlleva de pasi¨®n irrefrenable, pero en toda aventura o adulterio siempre hay un punto de estrategia y alguien que lo sufre¡±.
Calificada por parte de la cr¨ªtica inglesa como uno de los libros del 2015, tambi¨¦n hay quien ha visto en la novela aires de la televisiva Downton Abbey. ¡°Es una serie que a m¨ª me encanta, si bien ofrece una imagen de capitalismo paternalista, no muestra las verdaderas relaciones entre clases ni la vida de los trabajadores¡±. Waters tiene un porqu¨¦: ¡°Al prosperar, la gente se olvida o distorsiona el pasado; eso tambi¨¦n explica el Brexit, que no deja de ser una ficci¨®n sobre el pasado, la promesa pol¨ªtica de regresar a la gran Gran Breta?a; fantas¨ªas que convierten a Europa en enemiga¡±. Afinidad y Falsa identidad ya han pasado por televisi¨®n; ahora, esa ¨²ltima ha llegado al cine como La doncella, en versi¨®n muy libre de Park Chan-Wook: ¡°Ha introducido muchos cambios de ¨¦poca y lenguaje, pero los personajes est¨¢n y el esp¨ªritu feminista, tambi¨¦n¡±. La vida (implacable), seg¨²n Waters, pues, se mantiene.
Babelia
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